Los árbitros también tienen ojeadores
La figura del delegado-informador analiza la actuación de los colegiados en los partidos con el objetivo de mejorar su progresión y elevar el nivel del arbitraje en beneficio del juego
J. P.
Jueves, 15 de octubre 2009, 10:29
Si existe un personaje en el fútbol que esté continuamente examinándose ese es el árbitro, en el sentido literal del término. Ninguno de los actores principales que saltan al césped se somete a un enorme juicio sumarísimo ni recibe tanta presión como el señor que maneja el silbato. Su actuación es mirada con lupa por directivos, entrenadores, jugadores, aficionados de los dos equipos e incluso por su propio colectivo. Pero es necesario precisar que en este último caso no se trata de ejercer de 'chivato', sino de una supervisión que busca mejorar la progresión del colegiado y elevar el nivel del arbitraje extremeño. De ahí surge la figura del delegado-informador, que en el Comité Extremeño de Árbitros prefieren denominar formadores. «Nuestro empeño es formar, formar y formar. Nuestra idea pasa más porque estas personas sean más formadores que informadores. Por eso en un futuro queremos cambiarle el nombre», precisa Fidel Valle Gil, responsable de informadores en la región.
Delegado-informador es el término designado para este colaborador que actúa como especie de 'gran hermano' arbitral en Tercera, Regional Preferente, Primera Regional y en casos puntuales partidos relevantes de fútbol base sobre todo juveniles, mientras que en Primera y Segunda División a esta figura se la conoce como delegado de partido. La función de estos formadores consiste en algo más constructivo que juzgar la actuación arbitral en sí misma. «El formador supervisa y analiza la evolución del árbitro», expone Valle Gil. Un trabajo parecido a del ojeador que tiene los equipos para seguir jugadores interesantes.
Formación continua
Los árbitros pasan un examen constante que va más allá de todo lo que envuelve sus decisiones, acertadas o no, en los partidos. Su evaluación es continua. Durante toda la temporada reciben clases de iniciación -para aquellos que empiezan- y seguimiento que se imparten dos días a la semana dependiendo de las delegaciones. El control de asistencia a clase se tiene en cuenta para la nota final y cada dos o tres meses se enfrentan a un examen teórico. Una formación que se completa con aquellos aspectos susceptibles de mejorar y que quedan al descubierto como resultado del informe elaborado por el observador. Es parte de su aprendizaje profesional y esas conclusiones se trasladan al propio colegiado. «El árbitro, igual que los clubes, sabe que un formador se desplazará al campo. Una vez terminado el partido y desde su casa emite un informe con todo lo referente y se lo remite al Comité Técnico. Aquí intentamos depurar un poco más ese informe, se analiza todo y una vez dado por bueno nos ponemos en contacto con el colegiado para exponerle cualquier posible incidencia o errores que pudiera haber cometido y después se anota en su expediente», explica el ex colegiado de Segunda División y actual responsable de informadores del Comité Técnico de Árbitros en Extremadura.
Puntuación
En dichos informes el formador juzga la actuación arbitral y se reflejan los datos del partido y la categoría. Pero ¿cómo es esa puntuación y qué es lo que se tiene en cuenta para valorar al árbitro? Fidel Valle Gil lo explica. «El núcleo del trabajo es la actuación técnica del árbitro, su control del partido, la personalidad, el régimen disciplinario y su condición física. En estos puntos se valora por ejemplo si ha sacado pocas o muchas tarjetas, si los jugadores le respetan o si no ven determinadas jugadas por estar cansados. Luego hay otros apartados como el de cosas a mejorar a modo de resumen de los puntos anteriores y el de comportamiento arbitral en el que también se incluye el de los asistentes con el público, jugadores y entrenadores. Y por último se hace una puntuación global de lo sucedido en el campo. Todo esto se lo trasladamos al árbitro». Además, apunta que los asistentes también son seguidos por ese 'ojo que todo lo ve'. «Se les valora de forma individual. Lógicamente es distinto porque el asistente número 1 lleva el control del área técnica y el número 2 no lo tiene porque está situado frente al banquillo. Valoramos la compenetración con el árbitro, si están atentos a las faltas de saque o fueras de juego».
Valle Gil insiste en que no es una cuestión de ocultar este trabajo a los árbitros -«esa información es del árbitro, le pertenece», aclara-, ni castigarle en la famosa 'nevera'. «Nunca estuve en la 'nevera', pero sé que existen. Yo lo prefiero llamar jornadas de recapacitación. Les explicamos por qué han sido apartados. Si tomamos esa medida es porque consideramos que es lo adecuado como cuando un entrenador deja en el banquillo a un jugador que no ha estado a la altura. Son cosas puntuales y va en beneficio del propio árbitro. Nunca nos han dicho que estuviésemos equivocados. Les ha venido bien e incluso lo han agradecido. No se trata de sancionar que se haya equivocado en jugadas de apreciación. Queremos árbitros educados y de buen comportamiento. Lo que pasa es que los jugadores tampoco nos ayudan».
El objetivo es recuperar la cuota de protagonismo que tuvo la territorial extremeña en la Liga de Fútbol Profesional. Un exitoso camino iniciado por Sánchez Ibáñez, Pajares Paz y Carmona Méndez. «De aquí queremos sacar a los mejores árbitros que tengamos. Nuestro objetivo es conseguir ser una territorial más en la élite».