La simulación de una emergencia tóxica moviliza a 250 agentes de salud y seguridad

Un total de 250 personas, entre agentes de salud y seguridad y los voluntarios que se prestaron para hacer de víctimas, escenificaron ayer un doble simulacro, de emergencia nuclear y tóxica. Lo hicieron en el campo de fútbol de la Ciudad Deportiva Municipal de Plasencia, ante la presencia de decenas de vecinos que se apostaron en las gradas para seguirla.

Esta simulación ponía el punto y final al 'V Congreso Transfronterizo de Medicina de Urgencias y Emergencias' que se ha desarrollado en la capital del Jerte desde el jueves pasado. El primer simulacro mostró a cuatro víctimas de contaminación nuclear, producida en una fábrica. El segundo, a las 60 que viajaban en un autobús siniestrado tras el choque con un camión cisterna que transportaba un producto tóxico.

El principal propósito de los organizadores ha sido que la puesta en escena sirva como entrenamiento para los propios efectivos de sanidad y orden público. Pero su deseo era, también, mostrar a los ciudadanos cómo actuarían en el caso de que se produjese una catástrofe.

Montaje en directo

Ambulancias, vehículos policiales, además de un helicóptero, se movieron durante dos horas con las sirenas encendidas por las instalaciones deportivas. El público pudo seguir en directo cómo se montan los hospitales de campaña, una morgue y hasta un túnel de descontaminación por el que se desplazaron los encargados de examinar los niveles radiológicos de los hipotéticos afectados. Sus trajes estancos, verdes y azules, similares a los que utilizan los astronautas, estuvieron entre los elementos que más despertaron la atención.

Los vuelos del helicóptero, sin embargo, se llevaron la palma en cuanto a sorpresa de los espectadores, que no dudaron en aplaudir cada una de sus entradas y salidas.

El escenario del horror

Lo que realmente fue todo un descubrimiento es el escenario del horror que se escondía tras un telón azul situado en uno de los fondos del campo. Se descorrió a la una y media de la tarde, una hora después de que comenzase el simulacro y dejó ver un autobús volcado, humeante, por cuyas ventanas asomaban cuerpos ensangrentados en demanda de ayuda.

Era el plato fuerte de la actividad. El momento de examinar heridos bajo las carpas que antes se habían levantado, de decidir a quiénes se evacuaba por aire y a quiénes se trasladaba al mortuorio para su posterior identificación.