Locos por el fútbol-chapas

En pocas ocasiones se enfrentan la Juventus de Turín y el Villagarcía de la Torre. El resultado final, 6-1, no debe desalentar al equipo pacense, ya que en esta ocasión no cuenta la destreza de las estrellas del balón, sino del jugador que maneja las chapas, dirige las estrategias y ejecuta los pases.

El fútbol-chapas gana adeptos en Mérida y en Extremadura. El albergue juvenil municipal acogió ayer por primera vez el campeonato regional de esta disciplina, después de que se haya constituido un club propio en la capital autonómica, que se suma a los ya existentes en Cáceres y Villagarcía de la Torre.

Un total de 31 jugadores, distribuidos entre siete grupos, disputaron por la mañana las liguillas que daban acceso a los octavos de final. Tras los cuartos y las semifinales, se llegó a la final, en la que Roberto Plaza, del club emeritense, recuperó el título obtenido hace dos años gracias al triunfo por 4-3 de su Juventus ante el Liverpool de Ángel Ruiz, del club cacereño.

La jornada concluyó con un campeonato por equipos entre los tres clubes de la comunidad extremeña, que en los próximos años se irán turnando la organización del campeonato regional.

Más que un juego

Como se pudo comprobar ayer, el fútbol-chapas es más que un juego y aspira a ser considerado un deporte en toda regla.

Para ello, dispone de sus propias reglas. Los campos, hechos con moqueta, deben cumplir unas medidas máximas y mínimas. Lo habitual es que sean de 1,70 metros de largo por 1,10 de ancho, con diez centímetros de margen en bandas y en los fondos para que quepa la mano y se pueda jugar.

Al igual que el fútbol, los equipos tienen once componentes, diez chapas más el portero. Todo se cuida al máximo detalle. Las porterías están hechas con tela metálica. Los jugadores preparan la indumentaria de sus chapas. El balón forma parte de un juego de Lego, pero ya se compran directamente a la fábrica de la compañía en Suecia. Para el resto, prima la estrategia y la habilidad de los jugadores.