¿Qué te inquieta antes de entrar a quirófano?
Un cirujano con 25 años de experiencia operando resuelve dudas y disipa miedos
Cada año se hacen más de 3,5 millones de intervenciones quirúrgicas en España. Algunas las hace Rafael Hernández Estefanía, especialista en cirugía cardiovascular y ... torácica. Acaba de publicar 'La hora de los valientes' (geoPlaneta), su experiencia de 25 años en el quirófano. «Todos quedamos fascinados la primera vez que tocamos el corazón de alguien, se mueve con un vigor que sorprende por su potencia».
Los preparativos para la operación
«¿Ha hecho muchas operaciones de estas antes?»
Un paciente que va a ser operado será advertido de la conveniencia de dejar de fumar. «Una herida que está cicatrizando precisa de oxígeno y la sangre de los fumadores no es precisamente rica en oxígeno. Además, fumar disminuye la capacidad para combatir bacterias y virus, lo que supone un riesgo de infección en el postoperatorio». Se lo recordará el doctor al paciente en la visita previa en consulta. «Esa entrevista nos da información valiosa. Si aparece una persona muy obesa o extremadamente delgada sabemos que nos enfrentamos a una operación de riesgo».
En esa charla afloran también los miedos. «La pregunta que esperamos es: '¿qué posibilidades tengo de quedarme en la cirugía?'. Y no es sencilla de responder, el riesgo nunca es cero». Más preguntas: '¿me va a operar usted?, 'doctor, ¿ha hecho muchas de estas intervenciones, verdad?'. Y una más excepcional –al él solo se la han hecho una vez–: '¿se le han muerto muchos pacientes?'. Casi sin excepción, la despedida será: 'doctor, me pongo en sus manos'. «Yo, para quitar hierro, respondo: 'no le queda otra'».
La noche antes
«Doctor, no se vaya de fiesta»
Mantiene Rafael Hernández que «todo cirujano debe conocer al paciente antes de dormirlo». Los que él opera suelen ingresar la noche antes. «Esa noche es un infierno para ellos porque se meten a la cama y no pueden dormir». Él les visita siempre. «A veces, me dicen: 'Duerma bien esta noche, doctor. Descanse y, sobre todo, no se vaya de fiesta. Entonces, en tono jocoso les respondo: '¿Y no prefiere usted que siga mi rutina habitual? Pues sepa que la noche antes de las cirugías me voy de juerga con los amigos'». Lejos de irse de jarana, se acuesta y se duerme pensando en la intervención: «Cogí esa costumbre siendo estudiante y la mantengo. Pienso: 'empiezo con la incisión, pido la sierra, divido el esternón...'. Normalmente, me duermo antes de acabar».
El día de la operación
«Doctor, ¿ha dormido bien?»
Llega el día siguiente y si la intervención es de envergadura, se le viene a la cabeza: '¿quién me mandaría meterme en este negocio? Con lo bien que estaría en una oficina'. «Pero se me pasa al instante», reconoce el doctor Hernández, quien confiesa que cuando entra al hospital teme encontrarse con los familiares del paciente. «Te sientes observado. Te dicen: 'Buenos días, doctor', aunque en realidad les apetecería preguntar: '¿ha dormido bien?', '¿viene con fuerzas?'».
En el quirófano
La imagen de Ayrton Senna
Una aclaración sobre «el pijama tan poco glamouroso» que viste el paciente. «Nos permite acceso rápido al cuerpo desnudo en caso de urgencia». Y ahora, sí, llegó la hora: «Los pacientes sienten miedo, tienen frío y algunos te preguntan si no les pueden meter ya dormidos al quirófano». Mientras ellos pasan por ese trance, el doctor se prepara: «Me viene siempre a la cabeza la imagen dde Ayrton Senna. El piloto de Fórmula 1 siempre salía en la 'pole position', era objetivo prioritario de todas las cámaras de televisión y yo podía observar su mirada perdida, concentrado. Cogía los guantes y se los ajustaba con ceremoniosidad. Cuando un cirujano se lava las manos pasa lo mismo: siente tensión, tranquilidad, responsabilidad, expectación. Todo al mismo tiempo». Una curiosidad: «Muchas personas me preguntan si en el quirófano hablamos de fútbol o contamos chistes. Y sí, hay fases de la cirugía que lo permiten pero no nos pasamos el rato de jolgorio».
Mientras el paciente está dentro, fuera la familia suele ser un manojo de nervios: «Se instaura una nube densa y gris en el techo de la sala de espera, falta oxígenos y los teléfonos no paran de sonar. Como las cirugías cardiacas suelen ser muy largas, yo recomiendo a los familiares que no se queden esperando mirando a una pared blanca. A veces, bromeo con el cónyuge: 'Aproveche, vaya a unos grandes almacenes y queme la tarjeta de crédito».
Mitos
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El pulso: «He visto excelentes cirujanos que temblaban cada vez que daban un punto pero que eran siempre precisos con el bisturí».
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Los restos de la anestesia: «En el imaginario popular se cree que quien vomita tras una operación está echando los restos de la anestesia, pero es una leyenda».
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Coma inducido: «A los periodistas les gusta usar esta expresión como sinónimo de gravedad y a la gente le da idea de que la persona está en las últimas. Pero, en realidad, significa que se le mantiene sedado para que no sufra dolor o angustia hasta que se comprueba que sus órganos funcionan».
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Le han cortado la yugular: «En las películas se dice que el personaje muere porque le han cortado la yugular, pero lo más probable es que le hayan seccionado la carótica. Yo, como cirujano, prefiero que me ataquen a la yugular y no a la carótida porque me da una mayor probabilidad de llegar con vida al hospital.
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Otros errores de terminología: «Quien se suicida cortándose en las muñecas se dice que se ha cortado las venas pero el que fallece es porque se ha seccionado las arterias radial y cubital. Y los toreros con cornadas en la ingle pueden fallecer si se desgarra la arteria femoral, aunque los cronistas claman que le seccionó la vena safena, lo cual puede ser cierto pero menor hemorrágico».
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