Por qué usamos cada vez más el despertador en vacaciones
Madrugones, colas, discusiones con familiares y amigos... ¿Descansamos en verano o nos estresamos?
Pon el despertador a las 6.30 porque tenemos que estar desayunados y con las mochilas preparadas para las 7.30. A esa hora nos ... recoge un autobús que nos llevará hasta el puerto, donde cogeremos un barquito. Después, tres cuartos de hora de travesía hasta llegar a la isla. Nada más desembarcar, tenemos veinte minutos para llegar al punto de partida de la ruta de senderismo. Y, ojo, porque si llegamos más tarde de las nueve, ya no podremos subir hasta al faro. Tenemos cuatro horas para completar el circuito. A las 13.30 hemos reservado en un restaurante. Hay que llegar puntuales porque a las 15.00 horas empieza el segundo turno de comidas. El postre lo podemos tomar en una heladería muy famosa. Está un poco lejos, pero todo el mundo la recomienda. Eso sí, calcula más de media hora de cola...
Y así todo el verano. ¿Seguro que tus vacaciones, esas con las que llevas soñando todo el año, son para descansar o se han convertido de un tiempo a esta parte en una fuente más de estrés con una agenda con más eventos que la de una celebrity? Si es tu caso, quizás eres víctima del llamado turismo frenético, «ese que llena la agenda de actividades, experiencias y visitas, pero sin apenas tiempo para parar y disfrutarlas», ilustra Pablo Díaz, profesor de Estudios de la Economía y la Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
'Obligados' a posturear
Este fenómeno va de la mano de las nuevas tecnologías y esa «obsesión» no solo por visitar todo lo que está de moda, sino también por fotografiarlo y dejar constancia en redes sociales de que tú has estado allí. «Hay ciertos grupos de personas que sienten la obligación de hacer cosas, viajar y darlas a conocer. Además, la demanda de un turismo intensivo se retroalimenta con la oferta que proporciona el propio sector turístico –añade Díaz–. Es decir, hay una oferta creciente de experiencias orientadas precisamente a que sean los propios clientes los que las promocionen en redes sociales». Y este afán por visitarlo todo, hacerlo todo e inmortalizarlo todo hace que muchas veces, en lugar de disfrutar el destino, lo 'suframos'.
«Lo que tendríamos que hacer durante las vacaciones es levantarnos y decidir si nos apetece hacer algo ese día y, en caso afirmativo, decidir en ese momento qué nos gustaría ver o qué actividad hacer», apunta Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Según la experta, «se ha llegado al punto de que, si optamos por el descanso, nos sentimos mal, y si nosotros no tenemos ese sentimiento, nos lo hacen tener los demás con preguntas del tipo '¿cómo que no has hecho nada estas vacaciones?'».
Esta reflexión nos lleva a la siguiente pregunta, ¿por qué nos cuesta tanto parar y desconectar? «Porque vivimos en un bucle de querer tenerlo todo controlado, también la planificación de las vacaciones, pero, paradójicamente, cuanto más controlado lo tenemos, más estrés nos genera». Otro factor que nos impide desconectar es que «nos cuesta disfrutar del proceso, en este caso hacer turismo, y solo queremos el producto final. El objetivo es la foto de la Capilla Sixtina o en la cima de la montaña para enseñarle a los demás nuestro logro y dónde hemos estado, pero nos olvidamos de divertirnos en el camino», argumenta Pérez.
Por más momentos «egoístas»
No existe una receta universal para disfrutar de las vacaciones perfectas porque, para empezar, cada uno somos un mundo y nos gustan cosas diferentes. Por eso mismo, los expertos consideran que es importante tener «momentos egoístas en los que antepongamos nuestro propio bienestar al de aquellos que nos acompañan. La mayoría de nosotros pasamos y disfrutamos las vacaciones en grupo y esto hace que, a pesar de llevarnos bien con nuestros familiares o amigos, aparezcan discrepancias sobre lo que unos y otros quieren hacer», advierten Juan Pérez y Roberto de la Torre, investigadores en Neurociencias de la Universidad de Vigo y del Karolinska Institutet, respectivamente.
¿Y cuál es el resultado? «Pues que muchas veces nos vemos arrastrados a hacer actividades que realmente no nos apetecen y no disfrutamos. Además, en algunos casos, cuando la falta de armonía en el grupo va a más, puede transformar lo que inicialmente iba a ser un merecido descanso en una situación de estrés que no nos ayuda. Aunque muchas veces intentemos buscar actividades que nos gusten a todos, estudios enfocados en vacaciones familiares muestran que los momentos que más se disfrutan son aquellos en los que todos los miembros del grupo lo pasan bien, aunque esto implique no estar todos juntos realizando esas actividades», destacan ambos expertos.
Destinos turísticos cada vez más masificados
A veces parece que nos hemos puesto todos de acuerdo para ir de vacaciones a los mismos sitios, el mismo día y a la misma hora. Lo que ocurre es que cada vez se viaja más, las redes sociales ponen de moda determinados lugares y esto hace que algunos de los destinos turísticos más populares estén más abarrotados que nunca, lo que ha derivado en muchas protestas vecinales que ya no saben cómo ponerle coto a la llegada masiva de visitantes. Barrios de Ámsterdam, Barcelona y Londres, por ejemplo, ya desaniman a los viajeros a visitar sus calles.
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