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OPINIÓN

Rajoy arriesga

El Gobierno se muestra desbordado por el 'caso Bankia', que le obliga a improvisar decisiones con efectos incontrolables

PPLL

Martes, 29 de mayo 2012, 03:48

Los temores de que la costosa nacionalización de Bankia, anunciada el pasado viernes, penalizarían su cotización bursátil y arrastrarían al conjunto del sector financiero y del Ibex se confirmaron ayer a pesar de la actitud confiada con la que el presidente Rajoy se refirió a la situación económica al término de la ejecutiva del PP. El rescate nacional de la entidad cuya salvación fue encomendada a Goirigolzarri es tan voluminoso que, al revelar las debilidades de Bankia, pone en evidencia las del sistema en su conjunto. Las demás entidades no pueden permanecer ajenas a las repercusiones de un movimiento de tal envergadura. De ahí que el Gobierno se vea obligado a facilitar también su capitalización en condiciones análogas a las demandadas por la institución intervenida. Todo para evitar el desdoro que supondría para España y su credibilidad tener que recurrir al rescate europeo de sus bancos. Pero la rotunda negativa con la que Rajoy descartó ayer tal supuesto compromete de tal forma al Estado y a su deuda soberana que invalida la otra afirmación taxativa con la que el presidente quiso mostrar seguridad en un lunes tan incierto: que la subida de la prima de riesgo -la cual cerró ayer en el récord de 510 puntos- responde a las tensiones que afectan a la zona euro y en ningún caso a la operación desplegada para evitar la quiebra de Bankia. La mayoría absoluta con la que el Gobierno popular cuenta le permite adoptar decisiones sin someter el vaivén de sus criterios a la consideración del resto del arco parlamentario. Pero aunque el presidente tratase ayer de demostrar que su intervención reformadora sobre el sistema financiero responde a una línea coherente y premeditada de actuación, a nadie se le escapa que los problemas bancarios se están mostrando infinitamente más serios de lo que los populares preveían al inicio de su mandato. Acuciado por la necesidad de adoptar decisiones sobre la marcha que resultan sorpresivas incluso para sus integrantes, el Gobierno no puede detenerse para procurar una mayor anuencia parlamentaria mediante el consenso con el PSOE revelando planes que no acaba de perfilar, y mucho menos para someter el 'caso Bankia' a una investigación por el Congreso. La mayoría absoluta lograda el 20-N parece debilitarse ante la particular 'prima de riesgo' política que Rajoy se ve obligado a asumir en solitario en un terreno tan inestable y cada día menos al alcance del poder institucional.

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