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Estos son los hechos probados según la sentencia

«Rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte complexión, conseguida conforme a lo pretendido y deseado por los procesados y querida por éstos, la denunciante se sintió impresionada y sin capacidad de reacción», dice la sentencia

Colpisa

Madrid

Jueves, 26 de abril 2018

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Estos son los hechos que la sala declara como probados:

José Ángel P. M., de 26 años de edad; Ángel B. F., de 24 años; Antonio Manuel G. E., de 27 años; Alfonso Jesús C. E., de 27 años, y Jesús E. D., de 26 años, se encontraban sobre las 2:50 horas del día 7 de julio de 2016, en la Plaza del Castillo de Pamplona, donde se estaba celebrando un concierto con motivo de las fiestas de San Fermín.

José Ángel P. M. estaba sentado en el segundo banco, entrando a la derecha a la Plaza del Castillo, cuando se acercó «la denunciante», quien tenía 18 años, había llegado a Pamplona en un vehículo particular, sobre las 18:30 horas del día 6 de julio, acompañada de su amigo D. R. dejando estacionado el vehículo en el Soto de Lezkairu.

Ambos subieron en dos ocasiones a la Plaza del Castillo, en la segunda, conocieron a un grupo de personas procedentes de Palencia y Castellón; R. se fue de la plaza sobre las 1:30 horas al lugar donde estaba estacionado el coche.

«La denunciante» se mantuvo en la Plaza del Castillo con dichas personas concretamente se intercambió el número de teléfono móvil con uno de los chicos que integraban el grupo procedente de Palencia: A., que permaneció con el grupo hasta el momento en que se fijó que había un chico que era el novio de una chica de su Universidad, se acercó a él y entabló conversación, estuvieron bebiendo, bailando y cantando hasta que le perdió de vista, en ese momento trató de dar con el grupo de Palencia y Castellón, al no lograrlo se sentó en el banco donde estaba José Ángel Prenda.

Estando sentados en el banco «la denunciante» y José Ángel P., ambos iniciaron una conversación, acercándose posteriormente al banco, primero Ángel Boza y después los otros tres acusados.

«La denunciante», a las 2:57, llamó desde su teléfono móvil al teléfono de A., en una conversación que duró alrededor de 25 minutos. El objeto de la llamada era obtener información sobre lo que iban a hacer, pero había dificultades para la audición porque había mucho ruido. «La denunciante» le expresó algo similar a : «¿Donde estáis? ¿Qué vais a hacer? A. le contestó que iban «a por un bocadillo o algo así» y la denunciante respondió: «Vale pues quedamos después para ir a ver los encierros», sin llegar a concretar la cita.

Después de esta llamada , «la denunciante» dijo a los procesados que se iba a ir al coche para descansar, ofreciéndose estos para acompañarle. Las seis personas salieron sobre las 3:00 de la Plaza del Castillo introduciéndose en el pasillo existente entre las carpas de las terrazas de los establecimientos de hostelería Casino Eslava y Bar Txoko, siguiendo por la Calle Espoz y Mina, donde dos de los procesados, no identificados, se acercaron al Hotel Europa, quedándose retrasada «la denunciante».

En este lugar, concretamente a la entrada del establecimiento, junto a la escalera que da acceso a la recepción, se hallaba el encargado de control de acceso de clientes al hotel, a quien se dirigieron los dos procesados pidiéndole una habitación por horas «para follar», indicándoles que eso no era posible y que se dirigieran a otros establecimientos; sin que la denunciante hubiera escuchado esta parte de la conversación. Seguidamente «la denunciante» y procesados siguieron su camino por la Avenida de Carlos III en sentido ascendente, dirección hacia la Plaza de la Libertad, girando a la derecha continuando por la calle Cortes de Navarra.

En este trayecto, uno de los procesados empezó a cogerle del hombro y de la cadera, «la denunciante», sintiéndose incómoda, propuso girar a la izquierda, tomando el inicio de la Calle Paulino Caballero. Una vez en la calle Paulino Caballero, José Ángel P. reparó en que una mujer accedía al portal del inmueble número 5, después de mantener una breve conversación con ella, simulando que estaba alojado, cogió uno de los ascensores y subió al segundo piso, bajando al portal por las escaleras. Seguidamente, José Ángel P. abrió la puerta de acceso al portal.

Entretanto, «la denunciante» y los otros cuatro procesados permanecían apoyados en la pared divisoria del acceso a los garajes de los inmuebles número 3 y 5 de la Calle Paulino Caballero. Angel B. y «la denunciante» estaban besándose en la boca; mientras se hallaba en esa situación, José Ángel P. desde la puerta de acceso al portal, que mantenía abierta , dijo «vamos, vamos». En ese momento Ángel B., quien le había dado la mano para besarse, tiró de ella hacia él, cogiéndole de la otra mano Alfonso Jesús C.; ambos la apremiaron a entrar en el portal tirando de «la denunciante», quien de esa guisa entró en el recinto de modo súbito y repentino, sin violencia .

Cuando le introdujeron en el portal, los procesados le dijeron «calla», queriéndole decir que guardara silencio mediante el gesto de llevarse la mano abierta a la boca. De esa forma «la denunciante» y los procesados llegaron a la puerta ubicada en el interior de portal, situada a la izquierda de los ascensores, de vinilo traslúcido, mediante la que se accede a un rellano, entrando a este espacio, tras subir un tramo de cinco peldaños se accede a otro rellano, girando a la izquierda desde este espacio se accede por tres escalones a un habitáculo de forma irregular y tamaño reducido (unos 3 metros); concretamente se trata de una zona sin salida de 2,73 metros de largo, por 1,02 metros de ancho y 1,63 metros de ancho en la parte más amplia.

Cuando «la denunciante» accedió al primer rellano, la puerta de acceso, estaba abierta, tenía delante de ella a uno de los procesados y detrás a otros. De este modo fue dirigida por los procesados al habitáculo que se acaba de describir, donde los acusados le rodearon.

Al encontrarse en esta situación, en el lugar recóndito y angosto descrito, con una sola salida, rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte complexión, conseguida conforme a lo pretendido y deseado por los procesados y querida por éstos, «la denunciante» se sintió impresionada y sin capacidad de reacción. En ese momento notó como le desabrochaban la riñonera que la llevaba cruzada, como le quitaban el sujetador sin tirantes abriendo un clip y le desabrochaban el jersey que tenía atado a la cintura; desde lo que experimentó la sensación de angustia, incrementada cuando uno de los procesados acercó la mandíbula de la denunciante para que le hiciera una felación y en esa situación, notó como otro de los procesados le cogía de la cadera y le bajaba los leggins y el tanga.

«La denunciante» sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados. Los procesados, conocieron y aprovecharon la situación de la denunciante en el cubículo al que la habían conducido, para realizar con ella diversos actos de naturaleza sexual, con ánimo libidinoso, actuando de común acuerdo.

En concreto y al menos «la denunciante» fue penetrada bucalmente por todos los procesados; vaginalmente por Alfonso Jesús C. y José Ángel P., éste último en dos ocasiones, al igual que Jesús E. D. quien la penetró una tercera vez por vía anal, llegando a eyacular los dos últimos y sin que ninguno utilizara preservativo. Durante el desarrollo de los hechos, Antonio Manuel G. grabó con su teléfono móvil seis vídeos con una duración total de 59 segundos y tomó dos fotos; Alfonso Jesús C. Entrena, grabó del mismo modo un vídeo, con una duración de 39 segundos.

Finalizados estos hechos, los procesados se marcharon escalonadamente. Antes de abandonar cubículo, Antonio Manuel G. E. se apoderó, en su propio beneficio, del terminal de teléfono móvil, marca Samsung Galaxy, valorado en 199,19 euros, que «la denunciante» llevaba en su riñonera, quitándole la funda, extrayendo la tarjeta SIM de la compañía jazztel y la tarjeta de memoria, micro SD, arrojándolas en el lugar de los hechos.

El primero en salir fue Ángel B. F., sobre las 3:27, siguiéndole progresivamente los restantes procesados, hasta que formaron un grupo. Entretanto «la denunciante», cuando advirtió que se habían ido todos los procesados, se puso el sujetador, se subió los leggins y el tanga, cogió el jersey atándoselo a las caderas y, seguidamente, buscó la riñonera para coger el teléfono móvil y llamar a R. Cuando comprobó que el teléfono móvil no estaba en la riñonera, se incrementó su inquietud y desasosiego, comenzó a llorar, cogió su riñonera y salió del habitáculo a la calle llorando.

«La denunciante» accedió a las 03:29 a la Avenida de Roncesvalles, procedente de la Calle Paulino Caballero, continuó caminando sola y sin cruzarse con ninguna persona por dicha Avenida durante unos 20 segundos, hasta sentarse en el primer banco situado en la zona central de la Avenida. «La denunciante» tomó asiento en el banco, llorando desconsoladamente, hasta el punto que llamó la atención de una pareja, que, al verle llorar, se desviaron de su trayectoria, dirigiéndose al banco para atenderle; llamaron al teléfono 112 , personándose poco después una patrulla de la Policía Municipal.

Fue trasladada desde el lugar de los hechos hasta el Servicio de Urgencias de Complejo Hospitalario de Navarra, donde se le revisó ginecológicamente a partir de las 5:20 horas, administrándosele tratamiento anticonceptivo de emergencia y profiláctico. Como consecuencia de los hechos, «la denunciante» tuvo lesiones consistentes en: lesión eritematosa en zona de horquilla posterior en la zona de las cinco horarias para cuya curación precisó de una primera asistencia facultativa.

Se le realizó una prueba de detección de alcohol que determino un resultado positivo de 0,91 +/- 0,05 g/l de alcohol en sangre y 1,46 +/- 0,06 g/l de alcohol en orina .

Los procesados José Ángel P. M., Ángel B. F. y Jesús E. D., se dirigieron al Hotel Yoldi en el que pidieron una habitación sin obtenerla; seguidamente acudieron al Hotel Avenida donde intentaron dormir, introduciéndose a escondidas, sin conseguirlo. Más tarde entraron en el portal de una vivienda y accedieron al último piso, donde se quedaron a dormir, al tiempo Ángel B. se fue del lugar, contactó con Antonio Manuel G. y Alfonso Jesús C., quienes se habían quedado continuando la fiesta separados de los anteriores.

A las 6:50 horas José Ángel P. M. envió desde su teléfono móvil WhatsApps a dos chats: a 'La Manada', al que pertenecen todos los procesados excepto Ángel B. F., además de otras personas y a 'Disfrutones SFC'. En estos WhatsApp escribió «follándonos a una los cinco. Todo lo que cuente es poco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo» en el remitido al chat 'La Manada' y «Follándonos los cinco a una, vaya puto desfase, del ATC Madrid era, ja, ja», en el enviado a 'Disfrutones SFC'.

Sobre las 8:20 horas José Ángel P., Ángel B., Antonio Manuel G y Alfonso Jesús C fueron identificados por agentes de la Policía Foral de Navarra, en el callejón de la plaza de toros, dejándoles marchar. Cuando salieron los cuatro procesados de la plaza de toros, Antonio Manuel G. tiró el teléfono móvil de «la denunciante» en una zona donde había desperdicios situada en la cuesta de Labrit, cerca del frontón; en este lugar fue recogido sobre las 9:30 horas.

Posteriormente los cuatro procesados, se juntaron con Jesús E., desplazándose los cinco en autobús al barrio de San Jorge. Entretanto, agentes de la Policía Foral de Navarra localizaron el vehículo Fiat Bravo, con el que los acusados se habían desplazado a esta ciudad, estacionado en la calle Doctor Simón Blasco del Barrio de San Jorge, posteriormente fueron detenidos a las 11:15 horas del día 7 de julio de 2016 por agentes de la Policía Municipal de Pamplona.

Con carácter previo a los hechos «la denunciante» no presentaba ningún trastorno de la personalidad ni antecedentes de desestabilización psicológica, por el contrario tenía una adecuada adaptación en los distintos ámbitos (personal, educacional , social y familiar) ; como consecuencia de los mismos sufre trastorno de estrés postraumático. A partir del mes de septiembre de 2017, está recibiendo de forma continuada tratamiento psicológico administrado por el Centro de Atención Integral a Mujeres Víctimas de Agresión Sexual de la Comunidad de Madrid (CIMASCAM). No es posible la valoración de secuelas psicológicas al ser preciso que transcurra un tiempo de alrededor de dos años desde la producción de los hechos .

Los gastos irrogados al Servicio Navarro de Salud por la asistencia sanitaria prestada a «la denunciante» en el Servicio de Urgencia Hospitalaria y el Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Virgen del Camino ascienden a 1.531,37 euros.

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