La cruz de Lampedusa, bendecida por el papa Francisco, llega a la Diócesis de Coria-Cáceres
efe
Lunes, 26 de marzo 2018
La cruz de la isla italiana de Lampedusa, bendecida por el papa Francisco e icono de la situación que viven los migrantes y refugiados, llega esta tarde a la Diócesis de Coria-Cáceres, donde permanecerá toda la Semana Santa, hasta el 8 de abril, fecha en la que partirá hacia Plasencia.
La cruz de Lampedusa, hecha con restos de barcazas naufragadas en esta costa italiana, formó parte de la eucaristía, en la que el altar era una patera, que celebró el papa Francisco en julio de 2013 en su primer viaje como sumo pontífice fuera de Roma, a la isla de Lampedusa, en cuyas aguas murieron ahogados 366 migrantes en octubre de 2013.
Según ha recordado la Diócesis de Coria-Cáceres en un comunicado, la Fundación 'Casa dello espírito e delle Arti', fundada por Arnoldo Mosca Mondadori, le encargó a Francesco Tuccio realizar esta cruz, que fue bendecida por el papa para que «vaya por todas partes» concienciando sobre el grave problema de los refugiados.
Así, hoy a las 20.30 horas se recibirá la cruz en la ciudad de Cáceres, en San Marquino, donde se iniciará el tradicional Via Crucis a la Montaña.
Otro de los actos destacados en los que estará presente será el del miércoles a las 11:00 horas en la Catedral de Coria, en la que presidirá la misa crismal.
Además, recorrerá otros puntos de la Diócesis como Torrejoncillo, Calzadilla, el convento de El Palancar y distintas parroquias y conventos de Cáceres y Coria, ciudades en las que se contará con este símbolo en varias procesiones, como la de la Santa y Vera Cruz de San Mateo, en Cáceres el jueves, y del Entierro, el viernes en Coria.
Asimismo, el lunes 2 de abril a las 20:00 horas el Aula de Cultura de Clavellina en Cáceres acogerá una ponencia sobre los refugiados, con diversos testimonios.
Se busca transmitir un mensaje de solidaridad y paz entre las ciudades, comunidades, parroquias y culturas, con esta cruz, que se ha convertido ya, ha apuntado la Diócesis, no solo en meta de oración y peregrinación de todos los fieles tocados por el drama de Lampedusa, sino también en huella permanente de una memoria que no debe desaparecer.