Fallece el sacerdote jesuita Herce a los 90 años de edad
Será enterrado este martes en el cementerio de San Isidro, en Madrid
antonio ortiz
Lunes, 6 de febrero 2017, 21:16
El sacerdote José Luis Herce falleció este lunes, 6 de febrero, en Alcalá de Henares a los 90 años de edad. El párroco será enterrado este martes, 7 de febrero, en el cementerio de San Isidro de Madrid. La misa tendrá lugar horas antes, a las 10:30 horas, en la capilla de la Comunidad San Ignacio de Loyola (Alcalá de Henares).
Herce ha desarrollado durante décadas su labor apostólica en la localidad pacense de Villafranca de los Barros. Ha pertenecido durante 73 años a la Compañía de Jesús y ha ejecido durante 59 años de sacerdote.
Nació en Peñarroya-Pueblo Nuevo (Córdoba) el 10 de mayo de 1926 e ingresó en el noviciado de Aranjuez el 8 de septiembre de 1943. Fue ordenado en Tokyo (Japón) el 24 de marzo de 1957 por Monseñor Petrus Tatsuo Doi e hizo los últimos votos en Hisoshima (Japón) el 2 de febrero de 1960.
Después de estudiar japonés y Teología, Herce alcanzó la tercera probación, ejerció de misionero, operario y capellán en Kaisei Byoin y profesor en Rokko Kaikan, ejerciendo posteriormente como misionero de los japoneses residentes en Bolivia, donde fue nombrado vicario parroquial.
En 1973 llegó a Villafranca de los Barros para trabajar como ayudante de la formación espiritual de EGB y ejerció como vicario de la parroquia de Nuestra Señora del Valle, desplegando una ingente labor apostólica que le granjeó el cariño, respeto y admiración de los villafranqueses y vecinos de las localidades más cercanas como Ribera del Fresno.
En el periodo 1990-1995 estuvo de párroco en Lamud (Luya, Amazonas, Perú), para posteriormente regresar a Villafranca, donde permaneció hasta 2012 desarrollando tareas de operario y colaborando en la Parroquia del Valle y en la pastoral del Colegio San José. Durante esa época destacó principalmente su labor altruista en favor de los pobres y enfermos de la comarca a los que visitó de forma permanente. En 2010 recibió numerosos homenajes y reconocimientos, que respondió con la humildad que le caracterizaba: "No creo que estén en deuda conmigo, pues siempre me he considerado un servidor inútil como dicen las Sagradas Escrituras. Me he esforzado en hacer lo que yo creía que tenía que hacer. Esto no es ningún mérito, es sencillamente algo racional", indicó entonces.
A pesar de su trayectoria, el pleno de la corporación municipal rechazó en su día la propuesta de concederle la condición de "hijo adoptivo de la ciudad", alegando por entonces el grupo socialista que no daba el perfil para tal distinción.
Los cinco últimos años de vida los pasó en Alcalá de Henares cuidando su salud y orando por la Iglesia y la Compañía de Jesús.