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Solazo y calor humano para recibir al nuevo obispo de Plasencia, que se presenta como un hombre humilde
Ernesto Brotóns citó a su familia y a los curas de su infancia, en un discurso más moderno y sencillo que la ceremonia de su ordenación
Ernesto Jesús Brotóns Tena, zaragozano de 54 años, ya es obispo de Plasencia. Una plaza llena de público y un sol molesto de puro intenso ... recibieron a la nueva máxima autoridad de una diócesis casi tan antigua como la ciudad (de 1186 el municipio, de 1189 su obispado). Dos horas y media de ceremonia milimetrada y con aroma a otro siglo sirvieron para formalizar el nombramiento de un religioso que pronunció un discurso mucho más moderno y sencillo que el ritual de su ordenación.
Si la firma dice algo de su autor, Brotóns apunta a hombre discreto. Nada de trazos requebrados y grandilocuentes, solo un nombre perfectamente legible antecedido por una cruz. Tampoco hubo complicaciones ni misterios en su discurso, de escritura sencilla -muchas veces la más difícil de lograr-, comprensible para cualquiera y salpicado de síntomas de humildad. Citó a sus padres. Pero no llamándoles padres, sino papá y mamá. Y se acordó de Pepe y Alfredo, «los curas de mi barrio, segundos padres» dijo el nuevo prelado. Y mencionó también a Elías, quien le ordenó y le mandó a estudiar a Salamanca, a la Universidad Pontificia. Y pidió perdón a los vecinos de la plaza donde se celebró el acto, por las molestias causadas estos días, porque haberlas las ha habido.
Nombramiento «inmerecido»
«Doy gracias al Papa Francisco por la confianza puesta en mí, totalmente inmerecida por mi parte», dijo Brotóns, que al inicio de su alocución recordó que hace 29 años ofició su primera misa, y que lo hizo a cielo abierto y «rezando para que no lloviera». Repitió plegarias para esta ocasión especial, él y seguramente hizo lo mismo medio obispado placentino, y se ve que quien tenía que escuchar tomó nota. Porque en la plaza de san Nicolás hizo calor por demás.
Lo normal hubiera sido celebrar la ordenación en las catedrales, pero las dos están ocupadas por las 180 obras de arte sacro extremeño de la exposición 'Las Edades del Hombre', a la que se accede por la puerta de la Catedral vieja. A las diez de la mañana de este sábado, ahí esperaba un grupo de turistas, alguno mirando a su alrededor con la ceja arqueada. Efectivamente, el paisaje no era el habitual en el lugar. De una berlina Mercedes con matrícula roja CD 001 (Cuerpo Diplomático 001) se bajaba Bernardito Auza, Nuncio del Papa, o sea, embajador de la Santa Sede en España.
A las 10.20, del Palacio Episcopal salió el futuro nuevo obispo, antecedido por tamborileros y mujeres vestidas con el traje regional. Les hicieron el pasillo hasta la iglesia de san Nicolás -a cinco minutos si el paso es lento- los niños y niñas del movimiento scout católico. Allí besó Brotóns el Lignum crucis y recibió el agua bendita con la que luego bendijo a su nueva parroquia. Y de ahí, el protagonista fue caminando hasta el palacio del Marqués de Mirabel, donde lo mismo se casan unos famosos (Isabelle Junot y Álvaro Falco, de la familia propietaria del monumento, el pasado abril) que se reviste un obispo para ser ordenado.
La megafonía se apagó mientras hablaba el presidente de la Conferencia Episcopal, que reaccionó tirando de humor
A las 11 y unos pocos minutos comenzó una ceremonia que es un ritual cuidado hasta el detalle. Y complejo. Cada uno de los ochocientos invitados encontró en su silla un librito titulado 'Ordenación episcopal de don Ernesto J. Brotóns Tena'. Tenía 56 páginas el regalo. En ellas estaba todo, cada paso del ritual de ordenación de un obispo: invocación del Espíritu con el canto del 'Veni Creator', presentación del candidato, lectura del mandato apostólico, homilía, promesas del elegido, canto de las letanías de los santos -nada igualitario, por cierto, 38 santos y solo seis santas, invocados uno por uno, una por una-, imposición de las manos, oración de consagración, unión con el santo crisma y por último, entrega de los evangelios, el anillo, la mitra y el báculo.
Se estropeó la megafonía
Todo fue rodado. Un único lunar: la megafonía se estropeó. El apagón duró quince minutos, que se hicieron cortos gracias a la mano izquierda d quien hablaba en ese momento, Juan José Omella, el sacerdote que más manda en España, Cardenal Arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal. «¿Esto es por la guerra en Ucrania o es que en Plasencia no pagáis la luz?», bromeó el responsable eclesiástico.
«Gástate, pero descansa, necesitamos pastores relajados, no agotados», le pidió Omella a Brotóns, que tuvo palabras de cariño para sus antecesores en el cargo y para Ciriaco Benavente, que ha manejado el volante de la diócesis desde el adiós de José Luis Retana (actual obispo de Ciudad Rodrigo y Salamanca). Una veintena de obispos asistió a la ordenación, que vivió su momento culminante con la imposición de manos y la entrega del anillo, el báculo y la mitra.
Ya como obispo, Brotóns recibió los abrazos de todos los que ejercen esa misma responsabilidad en otros sitios de España. Uno por uno. Así debieron verle por la televisión -Trece TV lo retransmitió en directo- sus padres, a quienes la edad y los achaques no les dejaron viajar hasta esa ciudad del norte extremeño donde a partir de ahora vivirá su hijo. Lo contó él mismo, en ese tono íntimo y cercano que impregnó su discurso. «No es fácil amar en la distancia, y sé bien del sacrificio que va a suponer para mi familia más cercana, mis padres, mis hermanos, mi sobrino», dijo el zaragozano. «Gracias de verdad -siguió-. Papá y mamá, gracias por vuestra entrega total, sin reservas ni condiciones. Sois un regalo».
Antes de terminar su primer discurso a sus nuevos fieles, el 84 obispo de Plasencia citó a las vírgenes de la diócesis, empezando por la del Puerto, patrona de Plasencia y en cuya ermita oficiará el nuevo obispo una eucaristía este domingo a las cinco y media de la tarde. Y por si a alguien le quedaban dudas, dejó otro mensaje más en tono de humildad. «El Papa -aseguró Brotóns, que hace unas semanas hizo el curso para obispos jóvenes y estuvo con el pontífice- me instó a ser pastor del pueblo, y no clérigo de Estado».
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