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Marce Solís
Jueves, 15 de mayo 2025, 22:53
Hoy arranca la feria de la tapa cuando la feria del libro acaba de cerrar. De tapa a tapa y vuelvo al mismo mapa: el ... Paseo de Cánovas en Cáceres. En la feria del libro, la falta de apoyo del Ayuntamiento fue la gran protagonista, dejando a los libreros con un sabor agridulce: «El Ayuntamiento, un cero; los cacereños, un diez». Pero a pesar de la escasez de respaldo institucional, los lectores hicieron su parte y compraron. ¡Bien!
Ahora pasamos del olor a tinta al de cebolla caramelizada. Del último 'best-seller' a la patatera deconstruida. Buscando similitud, la novela negra podría ser esa tapa picante con un toque de guindilla, entra suave, pero al final deja un regusto amargo y un escalofrío en la espalda. La poesía, en cambio, es como un bocado delicado, una ostra con pétalos que necesita ser saboreada lentamente para captar todos sus matices y disfrutar cada verso con calma. La ciencia ficción y la fantasía son como la cocina fusión, combinando ingredientes que nunca imaginaste juntos: viajes en el tiempo con alioli, dragones bañados en salsa barbacoa. A veces, el resultado es sorprendente y delicioso; otras, te preguntas qué demonios estás comiendo. La novela histórica es como ese plato tradicional, el puchero de la abuela, lleno de secretos e ingredientes cuidadosamente elegidos que te reconfortan y te transportan a otra época, aunque a veces puede resultar un pesada y repetitiva. La dieta 'detox' o el suplemento nutricional serían los libros de autoayuda: prometen una 'limpieza' mental con dosis de motivación y soluciones rápidas para mejorar tu vida, aunque su efectividad sea como la de un horóscopo semanal. Los libros de Paulo Coelho serían ese batido verde de rambután, mangostán y una ramita de perejil que lo tomas con fervor esperando una transformación radical y, al final, sigues igual, pero con regusto espiritual. Un libro de ensayo es como un plato de autor. El problema surge cuando el resultado final se asemeja más a lo que quedó en la nevera intelectual del autor que a una creación culinaria digna. Y el final el postre, un toque dulce con la novela romántica, que, aunque puede resultar empalagosa, el amor siempre nos hace soñar.
Lo que parece claro es que se venderán más tapas que libros (con tapas), y Extregusta, con su apoyo institucional y su generoso presupuesto, tendrá más impacto que la Feria del Libro. Así que ¿por qué no fusionar estos dos mundos? Imaginemos una Feria del Libro con Sabor o una Feria de la Tapa Literaria: nada de estands con conferencias aburridas, sino pequeñas barras donde los autores ofrezcan fragmentos de sus obras mientras el público disfruta de una croqueta de jamón acompañada de Torta del Casar. Con la barriga llena se lee mejor. El único inconveniente: las inevitables manchas de salsa o vino tinto en las páginas. Pero, a cambio, el marketing sería insuperable: «¿Buscas poesía? Sigue el aroma a gambas al ajillo».
Un menú completo para alimentar tanto el cuerpo como el alma.
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