Alcibíades fue un carismático y controvertido estratego (general) y político ateniense durante la segunda mitad del siglo V a. C. Fue hijo del noble Clinias ... y de Dinómaca, perteneciente a uno de los linajes más ilustres de Atenas, el de los alcmeónidas, artífices de la victoria de la democracia en la poderosa polis griega a finales del siglo VI a. C. Al morir su padre, Alcibíades tuvo como tutor a otro alcmeónida, el celebérrimo Pericles, y además fue discípulo y amigo íntimo del filósofo Sócrates. Sin embargo, pese a tan notables influencias, fue un joven impulsivo y díscolo que despertaba por igual filias y fobias, granjeándose muchos aduladores pero también enemigos.
Orador vehemente y persuasivo, acabó liderando a los demócratas más radicales, siendo su posición más extremista que la de Pericles, quien falleció al comienzo de la guerra del Peloponeso, en el 429 a. C. Durante dicha contienda, Alcibíades no dudó en hacer fracasar la paz lograda con Esparta en el 421 a. C por su máximo rival, el conservador Nicias, y pasó de héroe a traidor para los atenienses. Entonces, se fugó y cambió de bando, ofreciendo sus servicios como consejero militar a los espartanos. En Esparta, no obstante, también se ganó importantes enemigos y se vio obligado a desertar a Persia. Allí fue consejero del sátrapa Tisafernes hasta que sus aliados políticos atenienses lograron su restitución. Tras su retorno triunfal como salvador a Atenas, fue general durante varios años más, pero tras la derrota en Notio sus opositores consiguieron que fuera condenado al exilio por segunda vez. Poco después, en el 405 a. C., Atenas sufre una derrota aplastante en la batalla de Egospótamos y se rinde definitivamente ante Esparta, que abolió la democracia ateniense e instauró un gobierno títere y oligárquico, el breve pero cruento de los Treinta Tiranos. Alcibíades huye entonces de Grecia pero es asesinado en Frigia.
Alcibíades ha pasado a la historia como la personificación de la ambición y aparece como personaje en varios diálogos platónicos, obras de arte, novelas o comedias como 'Las ranas', del conservador Aristófanes. En esta sátira estrenada justo en el año 405 a. C., Dioniso visita el Hades para pedir a los autores trágicos Eurípides y Esquilo su opinión sobre Alcibíades, a quien, según el dios, el pueblo ateniense «ama y odia, pero quiere su regreso». Eurípides contesta: «Detesto al ciudadano lento en servir a su patria y pronto a dañarla, provechoso para sí mismo pero incapaz de salvar a su ciudad». Esquilo, por su parte, replica: «No se debe criar a un león en la ciudad; pero, si se ha criado, hay que adaptarse a su maneras».
Estos juicios sintetizan bien la impresión general que causaba el indómito e impredecible Alcibíades, un político tan brillante como carente de escrúpulos. Así lo retrata también una anécdota que se le atribuye y, según la cual, Alcibíades ordenó cortar la cola de su magnífico perro, por el que había pagado un dineral. Preguntado por la razón de tan absurda decisión, respondió que mientras los ciudadanos se ocupaban del rabo de su can, no se fijaban en su mal gobierno.
¿Y a cuento de qué les cuento todo esto?, se preguntarán. Nada, que me acordé de Alcibíades y su perro cuando Pablo Iglesias anunció el pasado lunes que dejaba la vicepresidencia segunda del Gobierno para ser candidato de Podemos en las elecciones de la Comunidad de Madrid.
Por cierto, Alcibíades, al parecer, lamentó toda su vida haberle cortado el rabo al animal que tanto le había costado.
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