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Cartas al director

Familias numerosas, un pilar silencioso

Pedro José Román Prieto Badajoz

Martes, 15 de julio 2025, 23:16

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Ser padre o madre es un desafío, pero serlo de una familia numerosa es una verdadera aventura. Desde el innegable esfuerzo económico para cubrir necesidades ... básicas como alimentación, vestido o vivienda, hasta la titánica labor de conciliar vida laboral y familiar. A menudo, obligados a renunciar a aspiraciones profesionales o a trabajar en condiciones precarias para atender las demandas de sus hijos. Paradójicamente, en la España actual, parece que el camino más sencillo y socialmente aceptado es tener mascotas en lugar de hijos. Los datos hablan por sí solos: mientras la tasa de natalidad se desploma a niveles históricos, con apenas 1,12 hijos por mujer y una edad media de maternidad que supera los 32 años, se cuenta con más de 30 millones de mascotas, superando con creces los 6,6 millones de niños menores de 14 años. Esta tendencia no es inocua. Estamos construyendo un futuro donde la pirámide poblacional se invierte a pasos agigantados, amenazando la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones y la calidad de nuestra sanidad. Sin relevo generacional no hay futuro, con una fuerza laboral menguante y una capacidad de innovación y dinamismo en declive. Y lo que más preocupa es el riesgo de una sociedad donde la soledad se convierta en una epidemia silenciosa. Sin hijos ni nietos que mantengan los lazos familiares y comunitarios, miles de personas se enfrentarán en el futuro a una vejez marcada por el aislamiento. Las familias numerosas, en contraste, son un motor de vitalidad, un caldo de cultivo de solidaridad intergeneracional y un garante de que siempre habrá alguien que cuide de los suyos y contribuya al tejido social. Hoy en España contamos con cerca de 800.000 familias numerosas, que con su esfuerzo diario, educan y sostienen a las futuras generaciones, pero también nos recuerdan la importancia de la familia como institución. Es imperativo que las políticas públicas dejen de verlas como meros receptores de ayudas y empiecen a reconocerlas como lo que realmente son: el cimiento vital para la prosperidad y el bienestar a largo plazo de nuestra nación. Invertir en ellas es invertir en nuestro propio futuro.

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