¿Presupuestos o elecciones?

En 12 meses, la situación ha variado sustancialmente. No solo porque el pacto saltó por los aires por orden de la dirección madrileña de Vox, poniendo así de manifiesto que a esta formación la estabilidad de la política autonómica apenas le importa, sino porque, en estos momentos, el gobierno de Guardiola se encuentra solo con sus 28 diputados, insuficientes para aprobar los presupuestos del año que viene.

Es sabido que forma parte de toda negociación la fase de marcar territorio y la posterior de cortejo, pero incluso así, parece que esos movimientos previos se están alargando más de lo debido y se ha entrado en una especie de bucle declarativo, sin avances a la vista entre quienes se supone, PP y Vox, que estarían en mejor disposición de sumar sus votos para la aprobación de las cuentas. Por el contrario, los diputados extremeños de Abascal han permitido esta semana que la Asamblea repruebe a la consejera de Agricultura, Mercedes Morán, por la existencia de un pozo ilegal en una propiedad de su familia, dando así una victoria inesperada al PSOE. En correspondencia, el PP no apoyó, sin razones de peso aparente, la propuesta de Vox en favor de sostener los bares de los pueblos, que solo salió adelante gracias a los socialistas.

En las próximas semanas se comprobará cuál es el nivel de intensidad en hacerse querer por parte de Angel Pelayo y sus compañeros de grupo, y cuál es, además, su verdadero grado de independencia respecto a Madrid para decidir sobre las cuentas. Por ahora, el gobierno del PP y su consejera de Hacienda, Elena Manzano, tampoco han dado muestras de estar esforzándose demasiado por atraerse el apoyo de Vox, y menos aún para contar con el del PSOE, que sería otra opción numérica posible.

El nuevo secretario general de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, ha reiterado su disposición a hablar sobre las cuentas de 2025, en un movimiento en el que no tiene nada que perder y sí varias cosas que ganar: si le rechaza el PP y prefiere a Vox, empujará al gobierno de Guardiola hacia la derecha; y si finalmente llegaran a un muy improbable entendimiento, se granjeará una imagen a favor de practicar una política responsable y de altura institucional, que también le hace falta. Probablemente por eso, para no conceder ninguna baza ni foto gratuita, Gallardo solo ha encontrado hasta ahora en la presidenta de la Junta una actitud desdeñosa, en los presupuestos y antes para hablar de financiación autonómica.

No supondría ningún drama que Extremadura tuviera que prorrogar sus presupuestos, menos aún en esta fase expansiva de ingresos del que disfrutan todas las administraciones. El actual de 2024 es el más alto de la historia de la región, en gran parte por las transferencias de Madrid. Pero sí supondría un revés político para Guardiola si a la primera curva que se le presenta en el camino no es capaz de trazarla con éxito.

Sin presupuestos nuevos para el 2025, la presidenta de la Junta tendría la opción de apretar ese botón nuclear que es convocar elecciones anticipadas, que además coincidiría con el momento más débil del PSOE extremeño, pero convendría antes preguntarse si unos nuevos comicios es lo que más le interesa ahora a Extremadura o solo al PP