

Secciones
Servicios
Destacamos
Todos nosotros tenemos un Papa generacional, igual que se tiene un futbolista o una película. Uno preferiría no acordarse pero se acuerda de la cara ... de sorpresa de sus padres cuando la radio del coche camino de las vacaciones anunció la muerte de Juan Pablo I al poco de ser elegido, que dio paso a ese otro que se convirtió en el mejor salvoconducto para que no te pusieran falta cuando pasaban lista en el instituto; al contrario, decir que se había ido a ver a Juan Pablo II durante su viaje por España, Guadalupe incluida, todavía te elevaba a la vista del profesor, excepto cuando algún despistado lo utilizaba como excusa para saltarse la clase semanas después de que el Pontífice hubiera regresado a Roma.
El caso es que, creyentes o no, uno puede ir atravesando el relato de su vida a través de los inquilinos del Vaticano y de sus gestos: ese arrodillarse, por ejemplo, para besar el suelo en cuanto llegaba a un país, que de niño tiendes a pensar que es el gesto de saludo habitual cuando viajas en avión.
Todo forma parte del boato y de los símbolos, en los que la Iglesia como sabemos es la gran adelantada. No hay mejor producción de eventos que la que se realiza desde la plaza de San Pedro, aunque no podamos dejar de preguntarnos qué capacidad real de influencia tiene un Papa en el mundo de hoy para enderezar su rumbo.
En el solemne funeral de ayer coincidieron reyes y mandatarios de más de un centenar y medio de países, que expresaron sus condolencias pero que en la inmensa mayoría hacían cada día oídos sordos a lo que decía Francisco, y supongo que cualquier otro Santo Padre. Las habituales reclamaciones de paz y entendimiento fraternal resultan, nunca mejor dicho, predicar en el desierto de los grandes intereses geopolíticos y económicos que realmente deciden las actuaciones de los gobiernos.
No hay que concluir que lo que dice un Papa al mundo resulta del todo indiferente, con mucho eco y poco hecho, es decir, no llega a ser todavía el Defensor del Pueblo, pero es inevitable pensar que lo que hemos visto en los últimos días forma parte de un gran postureo internacional, donde cada uno luego juega sus bazas según sus conveniencias y poco sentimiento de contrición.
Tampoco ayuda esta manía de interpretar las decisiones de un Pontífice bajo el estrecho prisma de ser de izquierdas o de derechas, como si su reino fuera solo terrenal, un reduccionismo de tertulia que debería ofender a la propia Iglesia porque le despoja de toda la complejidad que ha sido capaz de amasar durante sus más de dos mil años de existencia.
La influencia del Papa, decisiones doctrinales aparte, queda cada vez más limitada al ámbito social y a la inspiración individual que pueden proporcionarnos sus gestos. Es muy probable que el vínculo que se estableció entre el placentino Diego Neria y Francisco haya ayudado a los sectores más conservadores a entender mejor las causas LGTBI que cualquier ley que reconozca sus derechos, cuestionada por cierto todavía por los sectores que se consideran más cercanos a la Iglesia en nuestro país.
Después de décadas de presencia asfixiante de la Iglesia en la vida de los españoles, España, según todos los parámetros, se conduce hacia modos más laicos, con menos matrimonios religiosos, menos practicantes y casi sin vocaciones, por ejemplo. Pero es precisamente la presencia de un cura africano en un pequeño pueblo extremeño lo que acaba por dimensionar y dar sentido a la presencia de un Papa y lo que representa en el mundo, porque a través de él quien lo desee o necesite conseguirá palabras de consuelo. Esa dimensión humana, como la labor con los enfermos o de la incansable Cáritas, es la que debemos valorar más estos días en los que el púrpura nos invade la vista y nos hace pensar que todo puede llegar a ser una superproducción llena de retórica.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.