La novia de Donald, Pippi y las niñas rebeldes
UNA VIDA PROPIA ·
Los modelos femeninos que se muestran a las niñas influyen en su percepción de la realidad. La mayoría de los cuentos de hadas que leía ... en mi infancia tenían como protagonistas a mujeres, pero no eran nada feministas. Eran princesas pacientes que no actuaban y esperaban que su príncipe azul las rescatase, una actitud con la que animaban a las niñas a hacer lo mismo. Y gran parte de los dibujos animados tenían una mentalidad parecida, sobre todo los de Walt Disney, cuyas historias embelesaban a millones de niños de todo el mundo. Me llamaba la atención el casi inexistente papel de Daisy, el único personaje femenino en las disparatadas aventuras del pato Donald –Disney parecía que no apreciaba demasiado a las mujeres–. La eterna novia de Donald era una 'pata florero' en la historia, que parecía más un elemento decorativo, como Minnie, la novia de Mickey, que tampoco se defiende por sí misma porque siempre está su amado ratón para salvarla. Una idea que corrobora el ensayo 'Para leer el pato Donald', de Ariel Dorfman y Armand Mattelard, un referente en la literatura política de los años 70, que explica que tanto Daisy como Minnie tienen un papel pasivo. Son personajes muy secundarios, que era como muchos veían a las mujeres en aquella época.
Sin embargo, Pippi Calzaslargas, la espabilada heroína de la serie que TVE estrenó en 1974, era muy diferente de las protagonistas abúlicas de los cuentos y de los personajes femeninos de Disney. Revolucionó a las niñas de entonces y tuvo un gran éxito. La impertinente y soñadora pelirroja de trenzas imposibles contrastaba con las dulces princesas, era independiente, lista, curiosa y tenía iniciativa. Siempre risueña, vivía libre, sin importarle lo que pensasen los demás, vestía de cualquier manera y hacía lo que le daba la gana. Aventurera y valiente, Pippi sabía cuidarse sola, era una adelantada a su tiempo y fue un referente para las niñas de la época, que soñábamos con ser como ella y solo queríamos divertirnos y ser felices.
Alejandro Sanz, Melendi y Arkano cantaban: «Déjala que baile con otros zapatos, unos que no aprieten cuando quiera dar sus pasos...», es lo que tenemos que hacer, pero nadie nos tiene que dar permiso. El espíritu independiente es la esencia de los 'Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes', de Elena Favilli y Francesca Cavallo, que hace unos años le regalé a mi sobrina Lucía, que ahora tiene 12 años. A ella le apasiona leer biografías y le encantan los tres libros. Incluyen 300 pequeñas semblanzas en las que destacan lo positivo de la fuerza de estas mujeres. Son historias de superación y lucha de mujeres valientes, que actúan. Hay neurocientíficas, deportistas, activistas, políticas, paracaidistas, chefs, escritoras, fotógrafas, espías, actrices, abogadas, médicas, diplomáticas, ajedrecistas, empresarias... da igual a lo que se dediquen, siempre que sea lo que eligen. Muchas niñas se sienten identificadas con algunas de ellas, y es muy importante que tengan como ejemplo a mujeres luchadoras.
«A todas las niñas rebeldes del mundo, soñad en grande, aspirad a más, luchad con fuerza. Y, ante la duda, recordad: tenéis razón», es la dedicatoria de las autoras a sus pequeñas lectoras. Un mensaje inspirador, sin duda. Al final de los libros les piden a las niñas que cuenten su historia y dibujen su retrato, como si la suya fuera una más de las biografías dignas de reseñar. Es una forma de hacerles ver que deben creer en ellas mismas y en su capacidad para conseguir lo que quieren. Y ahí imagino el retrato de mi sobrina Lucía, una niña inteligente, trabajadora, responsable y con ideas propias con posibilidades de llegar a donde quiera...
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