¿No es normal tener arrugas y canas a los 50?
UNA VIDA PROPIA ·
No podemos seguir siendo quiénes éramos. Hay cosas más importantes en el mundo que intentar parecer jóvenes», dice Miranda a sus amigas Carrie y Charlotte ... en el primer capítulo de la esperadísima secuela de 'Sexo en Nueva York'. Toda una declaración de intenciones. Dos de las protagonistas, Sarah Jessica Parker (56 años) y Cynthia Nixon (55 años), no se han teñido el pelo para rodar 'And just like that', de la que ya se han emitido tres capítulos, y les han llovido las críticas por ello y porque ahora las famosas neoyorquinas tienen arrugas. Aunque también han criticado a Kristin Davis (56 años) porque se ha hecho algunos retoques estéticos pero a pesar de ello no está igual que cuando era joven. «Sé qué aspecto tengo. No tengo opción, ¿qué voy a hacer al respecto? ¿dejar de envejecer? ¿desaparecer?», contestaba Parker a los que la juzgaban por lucir canas en su estilosa melena, y se lamentaba de que «siempre hay críticas, tanto si elegimos envejecer de manera natural y no parecer siempre perfectas como si nos hacemos algún retoque que nos haga sentir mejor». Cierto. No entiendo la polémica que se ha montado porque estas actrices hayan envejecido y no estén tan lozanas como hace veinte años. ¿Acaso no es normal tener canas y arrugas pasados los 50? ¿Pretenden los que tan ligeramente las juzgan que ellas no se sientan a gusto con su físico, que por cierto sigue siendo espectacular?
Las críticas se han centrado en el aspecto físico de las actrices protagonistas de la serie, pero no en el de los actores que interpretan a sus parejas. Evan Handler (60 años), que da vida a Harry Gondenblatt; David Eigenberg (57 años), que se pone en la piel de Steve Brady, y Chris Noth (67 años), que a esa edad sigue siendo un hombre muy atractivo y luce estupendísimo como Mr. Big. Todos tienen canas y arrugas, como es normal a esa edad, y nadie les critica, a ellos no se les exige que sigan como en 2004, el año en que finalizó 'Sexo en Nueva York'. ¿Misoginia quizás?
Adolfo Domínguez puso de moda en los años 80 el eslógan 'La arruga es bella' para promocionar su ropa, pero lo cierto es que la arruga bella no es, pero es inevitable envejecer, una consecuencia del paso del tiempo. La vida no es como en la obra de teatro 'Cuatro corazones con freno y marcha atrás', de Enrique Jardiel Poncela, en la que los protagonistas, tras ingerir el elixir del rejuvenecimiento, van siendo más jóvenes conforme pasa el tiempo.
Aunque digan que los 50 son los nuevos 30 –que lo son en dinamismo y en ganas de hacer cosas– las arrugas aparecen, a no ser que una –o uno– decida pasar por el quirófano para estirarse la cara. Yo lo tengo claro, y los únicos estiramientos que quiero hacer son los de la clase de pilates para que se me quite el dolor de espalda –con eso ya me conformo–, aunque también me parece genial que todos aquellos a los que les haga sentirse mejor se hagan retoques estéticos.
Las protagonistas de 'And just like that' han cambiado, no se han estancado, porque la vida es eso, ir adaptándose al paso del tiempo y evolucionar. Claro que no son las mismas. Si algunos de vosotros tenéis esa edad ¿estáis ahora como a comienzos del milenio? Recuerdo que La Unión cantaba en los 80 «El tiempo pasa tan despacio en Sildavia...», pero aquí no es el caso, pasa deprisa. Para todos.
Decía Picasso que «uno es joven hasta que se muere». Esa es la actitud. Espero entonces que seamos jóvenes mucho tiempo, aunque sea con arrugas y canas...
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