Cuidado
Matilde Muro
Lunes, 24 de noviembre 2025, 01:00
A nadie se le escapa la falta de capacidad del último presidente de la Comunidad Valenciana. Tampoco nos asombra el lío que ha formado el ... fiscal general del Estado, aunque no lo entendamos. Nos llevamos las manos a la cabeza con las broncas en el Congreso y el Senado. Nos aburren las Comisiones de Investigación de ambas instituciones. No leemos las editoriales de los periódicos porque están (supuestamente) dictadas, no salimos de nuestro asombro con la aparición de personas que mandan sin capacidad, sin formación y con historiales delictivos a sus espaldas, y el horno se calienta sin parar.
Los que nos asomamos a estas columnas de opinión, en las que nos manifestamos sobre todo y sin empacho, porque no podemos saber de todo, ni conocer todo de lo que hablamos. Los que aparecen en televisión voceando y dando noticias sin comprobar la veracidad. Los que usan las redes sociales como fuente de información. Los que, pagados por todos nosotros y elegidos en las urnas conscientemente por quienes depositamos la papeleta con orgullo de ciudadano ejemplar, esos que nos representan, han de empezar a cuidar las formas.
En nombre del despecho, del odio personal que se profesan, y de la necesidad de seguir manteniendo los escaños respectivos, están rebasando las normas establecidas, y nosotros, los que escribimos, hablamos en público, salimos en televisión, organizamos programas de radio en directo o grabados, y emitimos reportajes de historias que tienen una 'antigüedad' de 20 años, o investigamos los crímenes más horrendos dictaminando quién y no es el culpable, tenemos que bajar el tono.
Hay que tener cuidado. No podemos seguir así. No hay forma de aceptar todo lo que el día a día produce. El altavoz es excesivo. Lo atronador nos deja sordos, e incluso ciegos, y nos estamos transformando en una sociedad violenta, insensible, manipulada y radicalizada.
Yo me culpo por escribir de cosas que no conozco en profundidad. Me enfado mucho. Quiero transmitir siempre mis quejas desde esta columna (que casi nadie lee), pero reconozco que me sirve muchas veces de desahogo emocional, pero cuando he visto lo que se ha hecho en Senado con el último presidente de la Comunidad Valenciana, la fiereza en las últimas sesiones de control del Congreso, las imputaciones a unos y otros, la violencia de una renacida kale borroka en el País Vasco, las amenazas de los de Junts al Gobierno, las sucesivas grabaciones de imputados que tratan a las mujeres como seres inertes en un mercado de esclavos de la América Colonial, me ha dado miedo, porque puede derivar en un enfrentamiento entre nosotros, al que España en general nunca se resiste demasiado.
España es un país de guerras constantes en su historia. De invasiones y convivencias de unos y otros sin cesar. De solidaridad con las necesidades ajenas, que causa asombro en el mundo, pero hay límites muy delgados en ciertos aspectos de nuestra convivencia, que tengo la sensación de que los estamos rebasando. Hay que bajar el tono. Hay que frenar el comentario soez, el lenguaje bárbaro, las imputaciones supuestas, los insultos gratuitos y el dolor innecesario. La ley escrita es suficiente. No es necesario leerla en voz alta y con muchas interpretaciones. Sólo hay que cuidar la ley. Lo otro, sobra.
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