Caminantes
Manuel González Holguín Badajoz
Lunes, 17 de noviembre 2025, 01:00
Para ser más papista que el Papa se debe ser al menos Dios, parece ser según la jerarquía eclesiástica, pero yo no quiero ni puedo ... serlo. No obstante, pretendo aportar mi granito de arena para mejorar la vida en comunidad que, además, no cuesta tanto. En efecto, yo creo que, en nuestra ciudad como en muchas otras, se conduce mal, pero este no es el motivo que me ocupa. Más allá y con rotundidad debo decir que no sabemos transitar tampoco por las aceras. Bien es verdad, que no hay semáforos ni señales de tránsito que nos informen u obliguen a efectuar maniobras reguladas por algún código para transeúntes. Sin embargo, lo que sí existe o debiera existir, es el sentido común. Desde esta óptica, yo creo que se podría adoptar el principio general que rige la circulación de vehículos, es decir, circular siempre por la derecha. De esta manera, el tránsito peatonal sería más fluido, con menos encontronazos y sin tantas dudas sobre el rumbo a tomar. En Venecia, como ejemplo, se pide a todos los peatones que circulen por la derecha, para evitar aglomeraciones y trombos. Y es que aquí no facilitamos el tránsito de nuestros convecinos por esa estrecha franja, en algunos casos inexistente, que flanquea el asfalto de nuestras calles. Y no hace falta volver a las costumbres de nuestros bisabuelos de ceder la acera a una señora que pase, aunque no estaría mal. Con todo, el asunto se empieza a complicar cuando te cruzas con una pareja de enamorados cuyas manos entrelazadas no pueden desacoplarse mientras mantienen a toda costa su frente en paralelo, siendo inevitable un choque frontal o lateral a evitar, a toda costa, porque las consecuencias pueden ser imprevisibles. Y aún más complicado se intuye cuando se trata de trigas o cuadrigas, carruajes a gran velocidad que arramplan con todo lo que se les ponga al frente y a los que debes esquivar, incluso invadiendo la calzada si no quieres fenecer bajo los cascos de tamaños corceles. Y, por último, qué se puede decir de los que van corriendo entre la masa viandante y, fuera aparte, las bicis y patinetes, incluso motos que irrumpen en el reino de los errantes. Aun habiendo normas para estos, la pavera de las autoridades da libertad para su interpretación y no aplicación. En resumen, una jungla la idiosincrasia.
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