Larga vida a la Central de Almaraz
ANÁLISIS ·
PSOE, PP y Cs quieren que Extremadura pida ampliar la vida útil de la planta porque, sea como sea la energía nuclear, lo único cierto a día de hoy es que no tiene alternativaLas cosas pocas veces parece que son blancas o negras y eso de ver el vaso medio lleno o medio vacío lo hemos convertido en ... una máxima que se puede aplicar a casi todo. Debe ser una herramienta más de las que nos hemos decidido dotar los humanos para explicar por qué modificar una posición respecto a cualquier asunto no solo es posible, sino que casi resulta recomendable; que, cuando menos, se debe encuadrar dentro de la más absoluta normalidad. Porque rectificar dicen que es de sabios y debemos ser capaces de adaptarnos al medio, a las circunstancias que se van dando, esas que hacen posible o necesario que cuando dije digo, digo Diego.
Quizás por eso cuando parecía que íbamos encaminados a un cierre total de las centrales nucleares aquí y en Europa, resulta que hemos cambiado el rumbo. Tal vez empujados por Putin, que como antes la pandemia empieza a justificar todo, lo cierto es que el futuro de esa energía, que ya no sabemos si es limpia o sucia, peligrosa o inofensiva, empieza a dibujarse con bastante más fuerza de la que tenía o nos hicieron creer que tenía.
En Europa la división entre el a favor y el en contra lo encarnan los pesos pesados, Francia y Alemania. El primero ha apostado de forma decidida por estas plantas y ha anunciado que construirá seis reactores nucleares de nueva generación y estudiará la posibilidad de erigir otros ocho más en los próximos años. Su argumento, que la energía nuclear es la vía para convertirse en una de las primeras grandes naciones del mundo en lograr la independencia de las energías fósiles sin debilitar para ello su economía.
En el lado opuesto está Alemania. Ha cerrado tres plantas ya y tiene previsto el apagón de las otras tres que le quedan para finales de este año, ya veremos, porque creen sus dirigentes que es necesario abandonar el uso de la energía atómica y abrazar la renovable.
Y aquí en España se ha planificado el cierre de plantas gradualmente desde 2027 hasta 2035 o, lo que es lo mismo, cerrar de forma escalonada la siete centrales que hay mientras se consigue un sistema eléctrico 100% renovable. Dentro de este plan, pactado entre el Gobierno y las empresas propietarias de las nucleares, se estableció que la primera sería la extremeña, la Central Nuclear de Almaraz en 2028.
Se fijaba así fecha a una planta que ha motivado no pocas manifestaciones a favor de su cierre en esta región. De la mano de grupos ecologistas especialmente que defienden que la energía nuclear es incompatible con un modelo sostenible porque no cumple ninguna de sus premisas: no es económicamente eficiente, ni socialmente justa, ni medioambientalmente aceptable.
En el lado opuesto están quienes mantienen que la energía nuclear es de las más limpias, que emite poco CO2 a la atmósfera, y que por eso debe seguir siendo el remedio temporal hasta que las renovables se implanten definitivamente, hasta que se alcance ese sistema 100% eléctrico que busca España, cuyo Gobierno no ha cambiado ni el plan ni la fecha de cierre para la central de Almaraz hasta el momento.
Pero debe ser que la Asamblea de Extremadura sí tiene dudas al respecto de cuándo se alcanzará el logro deseado porque, a instancias de Cs y con el apoyo de PP y PSOE, ha aprobado pedir ahora al Gobierno que amplíe la vida útil de la Central Nuclear de Almaraz. El argumento que se ha dado públicamente es que así se reduciría la dependencia del gas ruso y del mercado exterior en general y que es una energía limpia y rentable porque «abarata el recibo» y, además, es segura.
Los ciudadanos, creo, al menos es mi caso, no sabemos si limpia y rentable, pero lo de segura nos obliga a ver ahora el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Parece que lo que hemos venido escuchando ya no es real, que los ejemplos que tenemos en la historia reciente no pudieran volver a ocurrir, que no se corre el riesgo de que algún fallo inesperado en una central provoque una explosión y que la radiación se escape hacia el exterior, sin hablar del mayor hándicap, en el que coinciden defensores y detractores de la energía nuclear: que hay una parte de residuos radioactivos que tienen que enterrarse en depósitos muy profundos y que el tratamiento de estos desechos es peligroso.
En fin que la cosa no parece clara, que lo de blanco o negro en este caso está descartado. No sabemos si es bueno alargar la vida de la Central Nuclear de Almaraz por tratarse de una energía limpia, rentable y segura, pero sí que por el momento sigue siendo necesaria y, sobre todo, que los pueblos del entorno de la planta, esa zona extremeña que no solo no pierde población, sino que suma, y tiene una de las rentas más alta de la región, siguen sin alternativa económica y social a la central después de que la gigafactoría de Volkswagen volara a Sagunto. Y, ante esta realidad, no parece que quede otro remedio. Ante esta cruda realidad, larga vida a la Central Nuclear de Almaraz.
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