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Guillermo Fernández Vara acompañado por Julián Quirós en 2008, cuando era director del Diario HOY, durante la gala de los Premios Extremeños de HOY. Lorenzo Cordero

El hombre que renunció a atacarnos

Julián Quirós

Director del diario ABC

Domingo, 5 de octubre 2025, 07:49

El azar nos unió. Justo en el momento en el que Guillermo Fernández Vara adquirió un poder inmenso y personalista, la presidencia de Extremadura, a mí me tocó dirigir por primera vez un periódico, mi querido HOY, el diario en el que muchos aprendimos a leer en los hilos de la vida. Han pasado casi veinte años y creo que un día como este puedo aportar una experiencia propia y diferencial, algo distinto que contar en la hora en la que un buen hombre nos acaba de dejar. Algo sobre las relaciones de la prensa con el poder, algo respecto a la virtud democrática de aceptar la diversidad de juicios y opiniones. Yo era joven e inexperto, Fernández Vara me lo podría haber puesto difícil, le hubiera bastado con seguir las reglas que se dieron antes y después de su primer mandato: apretar a los periodistas, acosarlos, ahogar la crítica.

No fue el caso, nunca utilizó contra nosotros el potencial aparato de represión con el que cuenta un gobierno autononómico. Durante aquella etapa, el HOY publicó diversas irregularidades vinculadas a las administraciones socialistas; desde alcaldes detenidos por conducir ebrios a compras de automóviles de lujo en la Junta, de las locas aventuras empresariales de algún ayuntamiento, hasta un gran alcalde como Gallardo, hoy conocido en toda España, que levantó una vivienda ilegal en terreno protegido. Si esto se hubiera difundido justo antes o después de la primera legislatura de Fernández Vara, el periódico las habría pasado canutas, pero él nunca soltó los perros de presa contra nosotros. A algunos les parecerá poca cosa, pero sólo por eso uno se siente agradecido.

A Vara no le gustaba lo que publicábamos, pero nunca nos atacó. Por eso las relaciones con él podían volverse tibias a veces, pero nunca frías. Era un demócrata de condición en lo político, quizá el mayor que uno ha tratado ocupando un alto puesto institucional. Y era un hombre de raíz tolerante en su trato mundano. Un caso poco frecuente. Entendía el mundo conservador en el que se había criado y quiso hacerlo compatible con el entorno de izquierdas que eligió en su madurez. No recuerdo quién dijo que en democracia las relaciones de la prensa con el poder las define el poder; los periodistas sólo nos amoldamos, resistimos o combatimos, pero las cartas de juego nos vienen marcadas.

Quizá por eso, por un aprecio sincero, habría esperado más de Fernández Vara en su desarrollo político posterior. Pero esa naturaleza profundamente humanista, esa necesidad de consenso y de aceptar al contrario, de acompañar y no forzar las situaciones, ese carácter de hombre al que le repugna romper la vajilla o arrasar al contrario, ese ser personal le impidió alcanzar muchas de las transformaciones radicales que Extremadura necesita. Y por mucho que su temperamento le empujara a tratar de pacificar las familias internas del PSOE, me resulta incomprensible que se atara en la última etapa a alguien como Pedro Sánchez, que representa como persona y como líder justo los valores opuestos a los de Guillermo Fernández Vara, al que deseo un descanso eterno desde mi afecto, recuerdo y gratitud.

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