Adolescentes protestando con perros borrachos
¿Dónde están esos padres que ven cómo Cáceres va poco a poco viéndose apropiada por incontinentes perros y sus dueños sindicalizados?
Gabriel Moreno González
Viernes, 30 de agosto 2024, 08:09
De vez en cuando se publican datos muy sintomáticos de nuestros atribulados tiempos. Hace apenas unos días este diario recogía el que certificaba, por si ... tenían dudas, que Extremadura es la región donde menos concentraciones y manifestaciones se producen. Un tiempo atrás, pero fresca aún en la memoria, no nos sorprendía tampoco mucho el dato de que fuera la nuestra la comunidad autónoma menos lectora, donde menos libros son leídos al año por todos, niños, jóvenes, adultos y mayores. Para rematar, mientras escribía estas líneas aparecía la noticia de que somos los primeros en consumo de alcohol en edades tempranas (de 14 a 18 años), admitiendo casi uno de cada tres adolescentes que se ha emborrachado solemnemente en el último mes.
Así las cosas, uno tendría que ahuecar el ala, bajar la cabeza y hundirse en el pesimismo. Pero no, no se preocupen, que las cosas no andan tan mal por la patria regional. En estas páginas también habrán podido leer que un colectivo de dueños de perros (que ya hay colectivos para todo, oiga) va a manifestarse a las puertas del Ayuntamiento de Cáceres para exigir (sic) que los canes puedan ir sin correa y con la pata suelta por los parques y jardines capitalinos. Desde luego, cada día se echa más en falta la prosa fina, irónica y mordaz de uno de los mejores articulistas españoles, de ese Rafael Sánchez Ferlosio que no se arredraba ante la estupidez humana y la empecinada idiotez hispana. «Lejos de mí tamaña enormidad», sería curioso enlazar todas estas noticias, todos estos datos, para conseguir un diagnóstico de los males y las escasas virtudes que presiden la vida española y, particularmente por ser más conocida para quien les escribe, la extremeña.
Por ejemplo, no estaría de más que algún adolescente con un pedo descomunal fuera a la manifestación perruna, o que el citado colectivo se quejara, al mismo tiempo, del exceso de protestas y demandas ciudadanas. Y aunque es verdad que desearía mejor a un borracho ocasional sin lectura alguna que a un empedernido lector que no haya probado nunca ni gota, podríamos encontrarnos un día con un botellón masivo en el que se recitara a Goethe y se regurgitara a Gabriel y Galán. O con el colectivo de extremeños lectores y alcohólicos manifestándose, botella y libro en mano, a favor de que muchos ímprobos propietarios de perros fueran llevados con correa por sus mascotas, a ver si así aprendían de una vez a recoger la mierda ajena, que es también la propia. Lo que no entiendo es dónde están esos padres, esas madres, que beodos o no, lectores o no, ven cómo una ciudad entera va poco a poco viéndose apropiada por incontinentes animales de cuatro patas y sus dueños sindicalizados. Porque, si no se manifiestan, permitirán que ni en los parques puedan estar sus hijos tranquilamente, disfrutando del verdor del césped y la paz de aquellos pagos sin que constantemente pisen un mojón, confundan el meado con el vinagre de las ensaladas o se encuentren, Buda cacereño mediante, con impúberes borrachos que declaman a la Coronado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión