Otro estúpido machista maleducado
UNA VIDA PROPIA ·
Qué estúpido», pensé al ver hace unos días el vídeo en el que el ministro de Asuntos Exteriores de Uganda, Haji Abubaker Jeje Odongo, hacía ... el saludo protocolario y el posado para la foto en cumbre de la UE con la Unión Africana. El buen señor –no le he insultado al llamarle «estúpido», que según la RAE es alguien «que muestra torpeza o falta de entendimiento para comprender las cosas» y eso es una definición del personaje, a juzgar por su comportamiento– pasó de largo sin estrechar la mano ni dirigir ni una palabra a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que estaba situada en primer lugar (actuó como si no estuviera, como si fuera invisible). La ninguneó y se fue directo y sonriente a saludar al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y al presidente francés, Emmanuel Macron, que ahora ejerce de presidente de la UE al tener Francia la presidencia rotatoria, a los que les dio un fuerte apretón de manos y con los que se puso a conversar ante la mirada atónita de Von der Leyen, que no entendía que el ugandés fuese tan maleducado y machista. Y si este 'caballero' se permite el lujo de humillar a la máxima mandataria europea por ser mujer, no quiero ni imaginarme cómo tratará a las ciudadanas de su país. ¿Se creerá superior acaso y pensará que una mujer no es digna ni siquiera de que le de un protocolario apretón de manos? Vergüenza debía darle... si la tuviera. A ese hombre le pondría a Rocío Jurado cantando a pleno pulmón para que oyera que «es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso, enano, rencoroso...».
Y si la actitud machista de Jeje Odongo es deplorable, la de Charles Michel no le va a la zaga, porque es reincidente. El presidente del Consejo Europeo no debe tener en mucha estima a Ursula von der Leyen porque cuando en abril del año pasado, durante una visita a Recep Tayyip Erdogan en Ankara, la presidenta de la Comisión fue relegada a sentarse en un sofá alejado mientras que Michel ocupaba un sillón junto al dirigente turco, este no estuvo a la altura. Al percatarse de la situación, Michel podría haberse puesto de pie y pedir otro sillón para una atónita Von der Leyen (no por caballerosidad, sino para que no hubiese desigualdad en el trato hacia su colega, que dijo que se había sentido «herida y sola»), pero se quedó sentadito donde estaba y calladito. Como entonces le llovieron críticas por machista, Michel dijo que fue un incidente diplomático y que no volvería a repetirse una situación así. Pero debe tener mala memoria, porque ha vuelto a ocurrir y él ha hecho como antaño: nada.
El único educado fue Macron, que al ver el desplante a Ursula Von der Leyen, le hizo un gesto al ministro de Exteriores de Uganda para que saludase a la líder de la Comisión Europea, pero Jeje Odongo no dio su brazo a torcer y solo la saludó con la cabeza en intercambio un breve saludo con ella.
Pero ni Macron ni Michel debieron haber dado un apretón de manos al político africano para que el corte no se lo llevase la presidenta de la Comisión Europea sino él por su falta de respeto y de educación. Tal vez así aprendería la lección para la próxima vez.
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