Los especialistas
Esperanza Mancera
Domingo, 9 de noviembre 2025, 01:00
¿Quieres hacer una pequeña reforma? ¿Sabes colgar una lámpara? ¿Eres un inútil del bricolaje? ¿Sí? Llama a un especialista. Te reto a que lo ... encuentres y me pases el teléfono.
Dónde quedaron aquellos tiempos en que siempre había un MacGiver cerca o, como decimos en España, un manitas. Admiro a las personas que lo mismo te montan un mueble de la empresa sueca, que distinguen un taco de expansión de uno de golpe, y que saben que el taladro no se presta, se respeta. Por no hablar de aquellas criaturas míticas que leen un manual de instrucciones sin perder la fe. No recurras a la IA, por ahora no está habilitada para salir de su centro de datos y echarte un cable, nunca mejor dicho. Aunque existen tutoriales en YouTube y te hacen creer que podrás con la estantería, el resultado final no será el mismo.
Además de electricista y fontanero, existen muchas profesiones manuales esenciales que combinan habilidad técnica, experiencia práctica y alta demanda laboral. Lo difícil es que te hagan un hueco en su apretada agenda. Los mecánicos están desbordados, más que la lista de espera del médico de familia, que ya es decir. No llevan bata blanca, pero su conocimiento es tan preciso como el de cualquier neurocirujano. Solo que ellos operan motores y sistemas eléctricos con la misma destreza.
Por otro lado, los honorarios de los especialistas son acordes al nivel de preparación; saben que son escasos y, si te sacan del apuro, abonarás el importe de la factura sin cuestionarlo, porque en ese momento no estás pagando por el tiempo que tardaron, sino por los años que les llevó saber qué cable no debía tocarse, qué válvula había que cerrar primero, o qué el tornillo que a ti te sobraba está colocado en el sitio correcto.
Luego está el «ya que». Pides presupuesto, por ejemplo, para cambiar el suelo del baño. Solo eso. Una cosa sencilla. Pero ya que hay que levantar el suelo, puedes revisar las tuberías, y ya cambias el inodoro y el lavabo por otros modelos más modernos. Claro, ahora el enchufe no cuadra. El electricista sugiere cambiar toda la instalación porque no cumple la normativa. Entonces, hay que remodelar el resto de la vivienda, nivelar las paredes, pintar… Al final la pequeña reforma se convierte en una inversión muy superior al presupuesto inicial y un desgaste emocional difícil de superar, porque una obra en casa pone a prueba los nervios y la paciencia.
Y no olvidemos los oficios tradicionales como costurera o sastre, zapatero remendón, guarnicionero, afilador, tapicero, carpintero o pastor. Estos oficios no eran solo trabajo, sino una forma de vida, saberes transmitidos de generación en generación que debido a la automatización, el cambio en los hábitos de consumo o las nuevas tecnologías están en peligro de desaparecer.
Quizá ha llegado el momento de dejar de idealizar a los manitas como figuras mitológicas y empezar a formar nuevos. Promover la Formación Profesional no es solo una cuestión de empleo: es una apuesta por el conocimiento práctico. Porque mientras algunos sueñan con algoritmos que lo resuelvan todo, hay quien sabe qué cable no debe tocarse. Y eso, hoy más que nunca, es un arte que merece ser enseñado, valorado y preservado.
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