Derribar está de moda
Cipriano Hurtado Manzano
Sábado, 15 de abril 2023, 08:38
La fiscalía del Tribunal Constitucional acaba de anunciar que es partidaria de demoler todo lo construido en el complejo de la Isla de Valdecañas enclavado ... en la ZEPA del mismo nombre.
En relación a este tema, asistí como ponente a una comisión en la Asamblea de Extremadura. En mi comparecencia se entabló debate con los representantes de los distintos grupos parlamentarios.
Uno de ellos, que en adelante denominaré figuradamente 'Proteus', persistentemente solicitaba el derribo de lo construido en la Isla de Valdecañas.
Nada que objetar a esta postura, coincidente con la Fiscalía. Pero si me llamó la atención una particularidad. Pregunté a 'Proteus' si conocía la isla. Su respuesta fue en el sentido siguiente. «No conozco Valdecañas por dos motivos: uno porque está prohibida la entrada y dos, porque es una urbanización de ricos». Me causaron sorpresa las dos afirmaciones. La primera porque no se ajusta a la realidad, cualquier persona puede entrar en el complejo. De hecho, hay un hotel y un campo de golf públicos en su interior. Afirmaba no conocer el terreno, ni antes ni después de la construcción. En mi opinión no estaría de más que se diera una vuelta por la zona y, si fuera posible, acompañado por los técnicos de Doñana que visitaron hace años el lugar para verificar, ya con datos contrastables, si mantienen la afirmación de que demoler todo sería la mejor solución ambiental. Muchos técnicos consideran que la zona ha mejorado considerablemente y que su derribo produciría más daño que beneficio.
La segunda afirmación también me sorprendió: «Eso es de ricos». En estos días ha salido en HOY, en su sección de cartas a la directora, un escrito firmado por un señor natural de El Gordo. Su profesión, jardinero en el complejo de Isla de Valdecañas. En su artículo afirma que encontró trabajo en él. Él y muchos de sus vecinos. Situación que le ha evitado emigrar, como ya lo hicieron gran parte de sus antepasados. Continua destacando que, después de años de angustia e incertidumbre, en los pueblos de El Gordo y Berrocalejo se ha creado riqueza. Habría que preguntar a 'Proteus' cuál es su remuneración como miembro de la Asamblea de Extremadura. Parece ser que el sueldo de un diputado triplica o cuadruplica el salario medio de los extremeños. Puede que muchos ciudadanos consideren a 'Proteus' una persona rica. Con esa premisa incluso podría tener una morada en el complejo. ¡Cuánto populismo!
También el Ministerio para la Transición Ecológica ha decretado el derribo de la presa de Valdecaballeros sobre el río Guadalupejo. Unos defenderán la demolición para devolver al río a su estado primitivo, restituyendo el dominio público hidráulico. Otros se inclinarán por validar el ecosistema que se puede haber creado, como ha sucedido en otros embalses de nuestra región. Verdaderas joyas de biodiversidad y refugio de invernada de multitud de aves. Además, según afirmación de sus alcaldes, en la resolución se debería haber tenido en consideración el abastecimiento de agua a los pueblos de la zona.
Al hilo de la decisión del Ministerio surge la pregunta: ¿se tendría que plantear la demolición de las cinco presas existentes sobre el Guadiana y el Zújar desde los años 1956 al 1990? Sabrá el Ministerio, y los colectivos que lo apoyan, que en el muro de la presa hay un nido de cigueña negra, especie declarada en peligro de extinción y con un plan de recuperación específico en nuestra comunidad, publicado en el Diario Oficial de Extremadura con fecha de 29 de junio de 2022. Sabrá el Ministerio que deben pasar cinco años sin que la cigüeña ocupe el nido para poder llevar a cabo el derribo del muro. Será que derribar está de moda. Por eso algún colectivo ya ha apostado por tirar el complejo Elysium de Castilblanco aunque ni siquiera se haya puesto la primera piedra.
Las medidas que se toman para la protección ambiental no tienen una ecuación matemática. Siempre es necesario dialogar. Confrontar argumentos para delimitar las ventajas e inconvenientes de las disposiciones. Huir de la demagogia, tan de moda en los tiempos que vivimos, y pensar más en los ciudadanos, sujetos pasivos de los decretos que se publican en los distintos boletines estatales y comunitarios.
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