Tras ser asesinados «deliberadamente» siete trabajadores de su ONG World Central Kitchen por el ejército israelí, el chef español José Andrés ha denunciado que ... parece que la de Gaza ya no es una guerra contra el terrorismo, sino contra la propia humanidad, porque «no se puede salvar a los rehenes [israelíes secuestrados por Hamás el pasado 7 de octubre] bombardeando todos los edificios de Gaza; no se puede destruir cada hospital, cada escuela; no se puede atacar a lo humanitario ni a los niños; no se puede ganar esta guerra matando de hambre a toda una población; no se puede luchar contra las bases de lo que la humanidad debería defender». José Andrés urge a Israel a iniciar el largo camino hacia la paz. «Después del peor ataque terrorista de su historia, es hora de que aparezca lo mejor de Israel», clama.
Mas, lamentablemente, lo que está apareciendo es lo peor de Israel. Un Israel que de la mano de Benjamín Netanyahu y sus socios ultras se ha convertido en una caquistocracia (gobierno de los peores) y ha acelerado su 'nazificación'. Una tendencia de la que ya alertó el polémico filósofo israelí Yeshayahu Leibowitz (1903-1994), que levantó ampollas en su país al criticar que la ideología «judeo-nazi» se había adueñado de Israel desde la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza tras la guerra de los Seis días, en 1967, y que, a su juicio, podría terminar con el Estado judío.
En el mismo sentido se expresa el también polémico y polemista historiador israelí Moshe Zimmermann, cuyas diatribas contra el creciente nacionalismo en Israel lo han llevado varias veces a juicio acusado de difamación por comparar fenómenos de su país con otros de la Alemania nazi, aunque nunca ha sido condenado. Este especialista en historia alemana también considera que desde 1967 Israel sufrió un proceso de nacionalismo, racismo y etnocentrismo que le lleva a considerar todo lo que no pertenece a la nación judía como el enemigo, siendo así incapaz de convivir con sus vecinos árabes, lo que la ha arrastrado a una guerra perpetua que a su vez amenaza la democracia israelí.
En este sentido, ve paralelismos entre la situación actual de Israel y la de la República de Weimar, «donde la democracia alemana estuvo jaqueada por fuerzas autoritarias nacionalistas, racistas y revisionistas». Asimismo, cree que el «pogromo» perpetrado por Hamás en octubre obliga a «cuestionar toda la idea del sionismo», pues «si la peor catástrofe de la historia judía desde 1945 ocurre en Israel, hay que admitir que algo falla en toda la idea del sionismo, que fue creado para salvar a los judíos de una diáspora que duraba 2.000 años», es decir, para garantizar su seguridad.
Como solución al conflicto palestino-israelí, Zimmermann se pronuncia a favor de los dos estados, eso sí, con una federación laica –pues «en el mundo musulmán y en el judío, la religión se ha vuelto influyente y fundamentalista»– al estilo de la Unión Europa, con la que el Viejo Continente logró poner fin a odios seculares que cristalizaron en las dos guerras mundiales. De lo contrario, teme que Israel opte por el exterminio de los palestinos como 'solución final' o su expulsión. «Toda persona racional rechaza esas posibilidades por impracticables», aduce Zimmermann, pero advierte que «Israel enloqueció a inicios de 1967 cuando la idea del territorio bíblico –el Gran Israel ('Eretz Israel Hashlemá')– lo empezó a dominar políticamente» y se volvió extremista, lo que está empujando a la sociedad entera a su perdición, como ocurrió en Alemania a partir de 1933.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión