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Largo recorrido tiene la conclusión sobre los anfiteatros de Mérida a la que ha llegado Trinidad Nogales.
La directora recuerda que el Museo Nacional ... de Arte Romano inició en los años ochenta una línea de investigación muy potente sobre los edificios de espectáculos. Hasta 2001 publicaron resultados sobre teatros, anfiteatros y circos de Hispania. El volumen suyo sobre los de Augusta Emerita se ha agotado. Revisó la directora todos los documentos, epigrafía y la arquitectura. Y organizó en el Museo la exposición Ludi Romani. Continuó luego trabajando con los elementos del Circo y la decoración del Teatro. Cuando investigó en los noventa las pinturas que se conservan del anfiteatro —un ejemplar único en el mundo romano– ya planteaba las diferentes etapas constructivas. Continuó esa línea y llegó hasta la construcción original. El primero que se levantó en la ciudad. «El anfiteatro tal y como lo vemos en la actualidad no es el primero que tuvo la colonia romana», concluye.
Presentará el jueves a las seis y media en Santo Domingo la restitución virtual de uno sobre otro. O lo que es lo mismo, muchos años de estudio resumido en una reconstrucción arquitectónica.
Trinidad Nogales
Directora del Museo Romano
La ciudad se fundó entre el 24 y el 25 a. C. Los primeros colonos venían de campamentos militares en los que se levantaban ludus, pequeños edificios de madera que servían de entrenamiento y diversión.
Parte la directora de las cuatro grandes inscripciones halladas en el Anfiteatro. Se conservan tres. Todas fechan la construcción en el año 8-7 a. C. No hay dudas. Son de época de Augusto y la titularidad imperial es clara. «Tenemos la seguridad de que hay uno de esta primera época». ¿Y cómo era?, se pregunta Trinidad Nogales.
En primer lugar, aclara, era mucho más reducido que el que vino después. Con una parte de fábrica donde se pusieron las inscripciones de granito y con la cavea en madera. Otra singularidad destacada. Se puede decir, por tanto, que el primer anfiteatro de la ciudad fue de madera y en el año 8-7 a. C. Muy diferente del monumental de ahora que se levantó a finales del siglo I.
Recreación 3D del primer anfiteatro monumental del último tercio del S. I d. C. Cortesía del Museo Arqueológico de Alcalá de Henares. J. R. Casalsa según la investigación de Trinidad Nogales Basarrate.
Recreación 3D del primer anfiteatro emeritense del año 8-/7 a.C. Cortesía del Museo Arqueológico de Alcalá de Henares. J. R. Casalsa según la investigación de Trinidad Nogales Basarrate.
En el 8-7 a. C. no había ningún anfiteatro de fábrica. Ni siquiera en la propia Roma. Todos los documentados en ese tiempo eran de madera o de madera y piedra, siguiendo el modelo de los campamentos militares.
También explicaría este primigenio el problema de la muralla. La fundacional discurre paralela a la fachada exterior del anfiteatro actual. Pero va literalmente pegada. Adosada. «No tiene sentido que lo construyeran de esa forma», insiste. Lo que ocurrió es que el primero, de madera y fábrica, no ocupa tanto espacio y no estaba tan cerca de la muralla.
Se trazó con un diámetro menor y costó menos levantarlo. «Lo hicieron con materiales que ellos sabían utilizar como la piedra y la madera». Enumera Trinidad Nogales el amplio listado de madera en la arquitectura militar. Hacían puentes y empalizadas.
La teoría de la superposición viene porque este primer edificio de madera tuvo mucho uso. Y un siglo después, a partir de la segunda mitad del siglo I d. C. los espectáculos ya están más que asentados en la sociedad romana.
En el contexto romano influye que en el año 80 se inaugure el Coliseo en Roma. Todas las provincias del imperio quieren tener alguno similar, un gran anfiteatro. Y en Augusta Emerita el de piedra y madera que construyeron los colonos se quedó pequeño. Por eso los gobernantes locales lo reconstruyen y hacen uno más grande.
Para ganar capacidad, pero también prestigio. Y en esta ampliación se enfrentan al problema de la muralla. Al final, no les queda más remedio que pegarlo, según deduce la directora del Museo. «Si uno estudia con detenimiento el plano del actual, vemos una figura irregular. Hay una parte más estrecha. No es simétrico porque se daban con la muralla y lo recortaron». Y los ingenieros romanos, descarta, no tenían fallos de este tipo porque eran muy rigurosos con las proyecciones. El anfiteatro monumental es asimétrico por la muralla y porque se levanta sobre el anterior.
Otra pista son las inscripciones de granito del año 8-7. Mantienen unos orificios muy grandes porque se les puso por encima las placas de mármol cuando se hizo el nuevo.
También ayuda a entender este proceso el propio Teatro Romano. Fue lo primero que se construye en la ciudad. En el 15-16 a. C. Ocupa un espacio similar a lo que vemos ahora. El anfiteatro de piedra y madera se hizo después. Se adaptó al espacio disponible. «Yo, desde niña, siempre que me preguntaba por qué los romanos colocaron un teatro pegado a un anfiteatro. No era lógico. Tenían espacio de sobra para separarlos. Pero ahora sabemos que originariamente no estaban tan pegados». De ahí el cuello de botella que se mantienen en el recinto.
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