José Vicente Moirón, la noche pasada, durante la representación de 'Jasón y las furias' en el Teatro Romano de Mérida. Jero Morales

Festival de Mérida

Jasón o el montaje memorable que este año se echaba en falta en el Teatro Romano

José Vicente Moirón firma una soberbia actuación, al igual que Carmen Mayordomo, en un espectáculo excelso para la palabra y con atinadísima escenografía

Jueves, 28 de agosto 2025, 07:31

Resulta que la maravilla de la 71 edición del Festival de Mérida estaba al final de la programación. Apunten: el tesoro teatral ... que debe quedar, a juicio de servidor, en la retina del espectador de este verano de 2025 se llama 'Jasón y las furias'. Ahí, incrustado en el epílogo del Festival, sin actores llamativos para el gran público, sin alharacas mediáticas que amplifiquen la obra...sin más aditivos que una impresionante demostración de teatro, teatro. Pura eclosión de la palabra y de la interpretación, tanto individual como colectiva. 'Jasón y las furias' es un montaje de una reputada compañía extremeña, Teatro del Noctámbulo, con un descomunal José Vicente Moirón (Badajoz, 1966) y una no menos soberbia Carmen Mayordomo. Por espectáculos como este merece la pena rascarse el bolsillo. Pueden verlo hasta el próximo domingo. Verdaderamente recomendable.

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Este año, la edición del Festival de Mérida ha caminado por el aprobado, si se analiza como si fuera un examen. Es cierto que no se ha torturado al espectador con una obra rayana en el bodrio o algo parecido pero le faltaba, hasta la noche pasada, una obra excelsa, que dejara salivando a los espectadores. 'Memorias de Adriano', con un brillante Lluis Homar', se acercó a ese objetivo, pero no lo alcanzó. Tampoco la comedia de 'Los hermanos' ni la tragedias de 'Electra' y, a más distancia que estas, 'Las troyanas'. Ha tenido que ser un drama de unos 100 minutos de duración el que se lleva lo mejor que le puede pasar a un montaje que pase por el Teatro Romano de Mérida: la inmortalidad.

Porque, sí, se recordará a esta readaptación o resignificación del mito fundacional del Festival emeritense, el de Medea, ejecutado con maestría con texto de Nando López y dirección de Antonio C. Guijosa, como un espectáculo para no olvidar. Esta vez sí, realmente sí, los atronadores aplausos de algo menos de 1.000 espectadores que acudieron anoche al estreno de 'Jasón y las furias', tienen toda la lógica del mundo. ¡Como para no aplaudir!. El público de Mérida, siempre agradecido, lo es más cuando se le ofrece teatro en estado puro. Y la composición diseñada por los profesionales Teatro del Noctámbulo, compañía fundada en 1994 por los actores Leandro Rey y José Vicente Moirón, lo es.

Cada vez que un grupo de teatro de Extremadura pisa el escenario del Teatro Romano para el Festival se puede activar un debate a la hora de valorarlo con justicia. Porque del mismo modo que a veces se es condescendiente por simpatía o popularidad con un actor/actriz televisivo que llega a Mérida y no demuestra aquí absolutamente nada, quizás se puede ser también menos crítico con una compañía por su procedencia regional. Sinceramente, me dura un segundo ese posible debate. Una compañía de teatro extremeña no es ni más ni menos que otra de España o de Europa. Ni más ni menos. Y como tal debe juzgarse. Por sus obras los conoceréis, dice el Evangelio. Y tanto.

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Jero Morales

Teatro del Noctámbulo, o sea, José Vicente Moirón, Gabriel Moreno...se ha atrevido a darle una vuelta de tuerca a Medea. Hablar de Medea en Mérida son palabras mayores. Para ponerse firmes. Desde que Margarita Xirgu en 1933 devolviera la vida a las enterradas piedras del Teatro Romano se han representado infinitas Medeas, ya saben, el mito que cuenta como una madre, por despecho, por venganza de su marido, que la deja por otra mujer, acaba cargándose a sus dos hijos. Su marido es Jasón, pero en el Festival lo que se conocen son las Medeas de la Xirgu y, más reciente, de Blanca Portillo. De Jasones, hasta ahora, nada de nada.

Lo que ha intentado hacer la compañía de Badajoz es algo más que la visión clásica de Medea. El protagonismo, más que ella o como mínimo a la par, es de su marido. Un Jasón heroico de los Argonautas, a veces; un Jasón traidor que activa la ira de Medea, en otras ocasiones. De esta se conoce casi todo pero no tanto de Jasón, y este montaje indaga en todo. ¿Dónde comienza su historia de amor?. ¿Por qué se unen para buscar la gloria? ¿Por qué se odian después?. Vamos, casi la relación habitual de muchas parejas. Y lo cuenta con flashback cinematográficos, regresos de guion al pasado y al futuro, con fantástico tino teatral.

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Antecedente televisivo

Hay una película de 1963 que puede sonar a mucha gente. 'Jasón y los argonautas', con un reparto en el que estaban actores nada estrellas como Todd Armstrong; Nancy Kovack y Honor Blackman, entre otros. Intentaba hacer más masticable una de las historias más famosas de la mitología griega, la búsqueda de Jasón para recuperar el mágico vellocino de oro. Junto a una tripulación de héroes - los Argonautas- se enfrenta muchas pruebas, recibe ayuda de Medea y supera desafíos establecidos por dioses y mortales. Entre ellos, coger el susodicho vellocino.

En la mitología griega, el vellocino era la lana, de hilos de oro, de un carnero mágico que tenía el poder de volar. La piel estaba colocada sobre una encina y custodiada por un dragón que nunca dormía. El vellocino como símbolo del poder y, en cierta forma, de la tragedia, de la traición, del amor también. Todo eso se ha conjugado en este 'Jasón y las furias' en la que las furias son una especie de jueces que vienen a impartir justicia si es posible. Porque ni Jasón ni Medea son unos santos.

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Aquí Jasón, faltaría más, es Moirón. Un actor medio habitual del Teatro Romano. Su hoja de servicios es amplia y brillante. O muy brillante en Mérida. Quedó para el recuerdo su 'Tito Andrónico' (2019), o su Edipo Rey (2014). También estuvo con Ajax (2012) y 'Marco Aurelio' (2016), haciendo de Cómodo, el hijo del filósofo-emperador. Y ahora se corona con este drama 'jasoniano' realmente espectacular.

«José Vicente lo hace siempre bien», decía un espectador a otro anoche, antes del inicio de la obra, mientras otro asentía y añadía ¡qué frío hace hoy!. Seguramente el fresquito que se vivía en el Teatro Romano en contraposición al sofocante calor de casi todo el Festival pasó rápidamente a un segundo plano porque Moirón demostró fuerza, solvencia, vitalidad, credibilidad en suma. Un trabajo impresionante para un actor extraordinario. Ni le falló la voz ni las piernas. Ni el alma.

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Carmen Mayordono (Medea) y las tres furias. Jero Morales

A su lado, Carmen Mayordomo, convincente para ser piadosa cuando tocaba, vengativa en otros momentos. Un papel con diferentes registros que la actriz, que ya coincidió con Moirón en su 'Tito Andrónico' hace seis años, lo desarrolla de forma sobresaliente. Una auténtica demostración de sapiencia teatral.

Los actores tiran del montaje pero el montaje también sabe aprovechar lo mejor de todos ellos para conformar un conjunto de altos quilates. Vamos, el ideal de cualquier director o de cualquier espectador. El llerenense José Francisco Ramos, el ya citado Gabriel Moreno, Alberto Lucero, Lucía Fuengallego, Camila Almeda...no hay ninguno del reparto que chirríe.

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Antonio C. Guijosa, otro director conocedor del Teatro Romano emeritense, ha ejecutado una configuración teatral sobresaliente en la que la fluidez y la contundencia del texto gestado por Nando López contribuye también de forma decisiva. Porque desde el primer minuto la dramaturgia es tan vigorosa como directa. Tan clara como dinámica.

A eso se suma una bellísima composición visual, de juego de luces (la iluminación es asunto de Carlos Cremades) y un vestuario (Rafael Garrigós) ajustadamente dramático en la que no faltan las máscaras, los claroscuros y una acertadísima escenografía que da realce a toda la configuración planeada. Sabe aprovechar la grandeza del escenario del Teatro Romano para engrandecer la obra, no empequeñecerla. Y eso incluye la simulación de la nave en la que Jasón viajó con los argonautas.

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Con todos estos ingredientes, lo normal es que ocurra lo que ocurrió esta noche. Que el público salga henchido de orgullo y satisfacción, que diría el emérito Borbón, porque un drama, dicho sea de paso, made in Extremadura, se convierte en lo más parecido a una comedia. 'Jasón y las furias' dejó sonrisas tan extensas como los 792 metros por los que se desparrama el formidable Puente Romano de Mérida. El mejor final posible para este Festival. Tienen tiempo hasta el próximo domingo para comprobarlo.

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