
Ana María Bejarano
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Ana María Bejarano
Ana María Bejarano se pasó casi todo 2024 excavando la plaza de la Basílica de Santa Eulalia. Despertó mucho interés su trabajo por los hallazgos ... que se iban conociendo. Ahora está en la segunda fase. Documentar, estudiar todos los materiales y actualizar un enclave estratégico de la arqueología urbana de la ciudad. Explica con detalle el proceso esta tarde a las ocho en el Liceo.
–¿Qué es lo más importante de todo este trabajo arqueológico?
–Ha sido arduo. Con una documentación extensa. Casi once meses de excavación más el seguimiento posterior. De hecho hay un tramo todavía por estudiar. Aún no se ha cerrado. Y han salido estructuras muy interesantes para entender la diacronía de la Basílica de Santa Eulalia. Más o menos se conocía de cuando se excavó en la cripta. Pero es interesante porque mientras en la cripta salían casas, aquí han salido estructuras funerarias y un complejo termal, algo que ha sido una sorpresa. No lo esperábamos.
–Cuando lo inició, intuía lo que habría en el subsuelo.
–Veníamos con una idea por los trabajos de la cripta. Más o menos conocíamos a los niveles que estaban los restos. Pero la orografía del terreno es muy cambiante. Sabíamos que saldrían tumbas de la primera época cristiana por la devoción a Santa Eulalia y también medievales. Eso era obvio. Pero había casas que se prolongan hasta la plaza. Luego esas casas se cierran y se construye el complejo termal. Es un sorpresa porque es un complejo público. Similar al de Resti. Eso te indica que sobre las vías principales de acceso a la ciudad se levantaron las termas para dar servicio a la población. No eran solo para los vecinos de la ciudad, sino para los que venían de fuera y se adentraban luego.
—Hay una continua reutilización del mismo espacio.
–Cuando se construye el túmulo de Santa Eulalia toda esta área se cristianiza. Es un foco de atracción y hay mucha gente que quiere enterrarse junto al túmulo. Se construyen mausoleos nuevos y también se recuperan los que ya existían para insertar nuevas tumbas. Una de las piscinas de las termas se utilizó para colocar dos sarcórfagos de mármol adaptando los sarcófagos a la curvatura de la propia piscina. Es algo muy singular. En otras habitaciones se rompieron los suelos y por debajo de la roca pusieron tumbas, y luego sobre esas tumbas, otra capa encima.
–¿Cuándo se abandonaron las termas?
–A mediados del siglo III. Y el proceso de cristianización posterior pudo iniciarse dos o tres décadas después de este abandono. Seguro, por tanto, que los restos estaban perfectamente visibles. El túmulo se convirtió en el foco de atracción. Cuando se abandonan las estructuras romanas, todo lo que se hace tiene que ver con los muertos. Sepulturas individuales o mausoleos. Debajo del Hornito hay una estructura romana que se reconvierte en mausoleo y permaneció en uso hasta mitad del siglo diecinueve, cuando se construyó el cementerio municipal. Desde el Hornito hasta la estación de tren sabemos que hay una fosa enorme rellena de huesos picados. Eran los restos de los enterramientos que se iban levantando para poner otras nuevas. Ese proceso se repite hasta que colapsa y ya no caben más enterramientos.
–¿Qué ha sido lo más complicado de la excavación?
–Documentar un área tan extensa. Son muchísimos metros cuadrados y hemos estado condicionados por los criterios de la obra. Teníamos que ir según avanzaban. Ahora estamos redactando el informe y en un año de excavación hay mucho material. Todo eso se revisa y podremos hacer alguna publicación relevante sobre la iglesia.
–¿Y lo más satisfactorio?
–Pues ver los resultados arqueológicos. Ver los mausoleos o el complejo termal. Me ha encantado trabajar en esta zona. Hay unos edificios impresionantes junto al Hornito que no esperábamos. El mausoleo axiado es una pieza única. El complejo termal, con su mosaico, es también muy singular. De pensar que solo podíamos excavar tumbas a encontrarnos con estas estructuras, ha sido algo muy gratificante.
–¿Qué importancia tiene esta excavación más allá de la plaza, en el contexto de la ciudad?
–Nos ayuda a entender toda el área extramuros. En época romana era una de las salidas principales de la ciudad. Ahora tenemos más información sobre la urbanización.
–Si esto fue el foco de interés para los cristianos, ¿por qué luego se levantó la concatedral, no tenía más sentido hacer aquí la concatedral?
–En el cristianismo tenemos las iglesias martiriales y los núcleos episcopales. La iglesia principal, la de la autoridad episcopal, estaba siempre intramuros.
–Volviendo a los mausoleos, ¿qué tipo de cristianos se enterraban junto a la Mártir?
–Tenemos mausoleos de gente adinerada. Los edificios funerarios que hemos estudiado son construcciones amplias y costosas. Llevan placados y mármol, por ejemplo. Y luego hay tumbas de creyentes más humildes con materiales más pobres.
–¿Es normal qué hubiera un mosaico en el suelo de las termas?
–Es muy frecuente y la figura de Neptuno es también frecuente en lo espacios fríos de las termas del Imperio. Tenemos mosaicos con termas en la Casa del Mitreo. Y Neptuno también tenemos otro similar en la zona de la calle Pizarro.
–¿Cómo va a ser la integración de estos elementos?
–Se han quedado cuatro edificios para integrarse: el que está debajo del Hornito, el mausoleo axiado, la piscina con las dos tumbas y la piscina principal de la terma. Todo eso se cubre con un cristal transitable para que se pueda ver y se iluminará también para que destaquen por la noche. Ha habido una comunicación muy fluida y de colaboración con los arquitectos para diseñar esta integración.
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