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Lunes, 27 de mayo 2019, 17:54

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En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.

Bienvenido Velasco
En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.
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En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.
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En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.

Bienvenido Velasco
En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.
En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte.

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Bienvenido Velasco
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Bienvenido Velasco
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Bienvenido Velasco
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Bienvenido Velasco
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Bienvenido Velasco
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hoy Aldea de Panamá acoge migrantes desesperados por llegar al norte