«La Universidad tiene que rendir cuentas a la sociedad, que es la que le paga»
Antonio Huertas | Presidente del Consejo Social de la UEx ·
Villanovense y presidente de Mapfre, desde el viernes preside también el Consejo Social de la UEx. Aquí habla sobre su nueva responsabilidadEs uno de los empresarios extremeños de referencia nacional. Desde 2012, Antonio Huertas Mejías, (Villanueva de la Serena, 1964) preside Mapfre, la mayor aseguradora de ... España, con más de 6,5 millones de clientes y una cuota de mercado del 11%, que en Extremadura llega al 16,5%. Su posición dominante en nuestra región es incontestable: tiene 201.000 clientes, o lo que es lo mismo, casi uno de cada cinco extremeños tiene uno o varios seguros en Mapfre. Antonio Huertas, que fue reconocido por la Redacción de este periódico en 2012 con el premio 'Extremeño de HOY', es noticia porque el viernes tomó posesión como presidente del Consejo Social de la Universidad de Extremadura. Este villanovense es 'hijo' de la Universidad pública (estudió, siempre con beca, Derecho en Salamanca) y viene a otra Universidad pública, ahora como presidente de su Consejo Social, un órgano que concibe como una especie de 'consejo de administración' de la UEx. A través del Consejo aspira a que la institución docente oiga la voz de los ciudadanos y atienda a sus intereses, que pasan por hacer una UEx pegada a la realidad laboral.
Noticia Relacionada
Antonio Huertas, nuevo presidente del Consejo Social de la UEx
–Al ser nombrado presidente del Consejo Social de la UEx dijo «sentirse muy honrado por asumir esta responsabilidad para apoyar el desarrollo de la Educación Superior de la población extremeña». ¿Cómo va a hacerlo? ¿Qué ideas tiene?
–No soy un neófito en esto de la Educación Superior. He estado vinculado a la Universidad de Salamanca, donde hice Derecho, para desarrollar la asociación de antiguos alumnos, y he vivido incluso un Consejo Social desde dentro porque fui representante de los alumnos en el de Salamanca en los años 82-83. En relación a su pregunta, quiero decirle que no hay recetas mágicas. Sí una actitud positiva para pensar que el Consejo Social es un instrumento importante, que se diseñó para que la Universidad y la sociedad no vivieran de espaldas. Es verdad que este instrumento no ha alcanzado la plenitud o lo que se pretendía de él cuando se diseñó. Creo que la Universidad tiene que escuchar más a la sociedad y tiene que rendir cuentas a la sociedad, que es la que le paga. La Universidad no tiene que ser finalista, pero sí escuchar a las empresas y sus necesidades. ¿Por qué tienen tanto éxito en España las escuelas de negocios? Porque se adaptan a lo que las empresas esperamos. En resumen, lo que pretendo es acercar a la Universidad el pensamiento de la gente de la calle y de la empresa para que los estudiantes encuentren la mejor inserción laboral posible.
–¿Trasladar la filosofía de la escuela de negocios a la Universidad es, entonces, una buena dirección?
–Creo que sí. Las escuelas de negocio han encontrado un espacio muy práctico que ha logrado que las empresas nos sintamos atraídos por los perfiles de los alumnos que salen de ellas. Las universidades públicas deben desarrollar un mayor nivel de especialización y de prácticas en empresas, que es la metodología que usan las escuelas de negocios.
«La Universidad no tiene por qué ser finalista, pero sí escuchar a las empresas»
–Hace un momento decía que el Consejo Social, como institución, no ha alcanzado su plenitud. Me temo que una muestra de eso es el de la UEx, que usted empieza a presidir. Se lo digo con tristeza, pero no emite señales de su actividad. En su página web no hay documentos nuevos desde 2015 y los viejos que hay sobre sus actas reflejan que se limita poco más que a refrendar lo que le presenta la UEx.
–Es lo primero que le he dicho a la secretaria del Consejo Social. Me ha parecido mal la escasa información que hay del Consejo Social en la web.
–La hemeroteca de HOY es uno de los bancos de documentación más importantes de la región. También es un reflejo de la actividad pública de las instituciones. Si usted consulta la hemeroteca de este periódico, verá que ahí está el cambio de presidente del Consejo Social, la renovación de algunos consejeros... y se acabó. Es el de la UEx un Consejo Social que no conecta con la sociedad, a pesar de sus funciones socialmente decisivas. ¿Va a abordar esa desconexión?
–Voy a tratarlo, dentro de lo limitado que es el rol del Consejo en sí mismo por la propia autonomía universitaria. Se está hablando de una nueva reforma universitaria y no sé si la gobernanza de las universidades está o no contemplada dentro de esa reforma. En cualquier caso el Consejo Social tiene que ser transparente y rendir cuentas a la sociedad para cumplir plenamente su labor que, desde mi punto de vista es algo así como el 'consejo de administración' de la Universidad, por llevarlo al terreno empresarial.
–Una última cuestión en relación al Consejo Social antes de preguntarle por otras cosas: ¿ha detectado usted algún asunto concreto en la UEx sobre el que la contribución del Consejo Social puede ser beneficiosa? Quiero decir, ¿tiene algo ya sobre lo que empezar su presidencia?
–No he hecho ese análisis todavía, no me ha dado tiempo después del anuncio de mi nombramiento. He recibido la documentación que me ha mandado la secretaria de las actas de las últimas reuniones. Y también he navegado por la web y he podido percibir que la web, aunque no sea el único canal de comunicación, entiendo que no refleja la realidad.
«No debería haber una edad límite de jubilación y debería compaginarse el cobro de la pensión con el trabajo»
–Hace ahora dos años, usted co-escribió con Iñaki Ortega Chacón, director de la Escuela de Negocios de Deusto, 'La revolución de las canas', un libro que tuvo gran repercusión y en el que trataba de romper el estereotipo de que las personas mayores están en retirada en su contribución a la actividad económica y a la vida social. En ese libro también proponía no hacer obligatoria la jubilación, un concepto que no está en la reforma que estos días ha planteado el ministro Escrivá, pero sí incentivar su retraso. ¿Cree que las ideas que plasmó en ese libro se están abriendo paso dos años después y tras haber pasado una pandemia en la que las personas mayores han sido sus víctimas principales?
–Lo que creo es que se han reforzado los principales mensajes que escribíamos Iñaki Ortega y yo. La semana pasada nos hemos reunido para analizar cómo habían evolucionado los mensajes que plasmamos en el libro y confirmamos plenamente que tenemos una oportunidad maravillosa y un reto como sociedad. No podemos fallar a nuestros mayores, una parte de los cuales, los que estaban en situación de dependencia y los que estaban en residencias, han sufrido más en esta crisis. Pero esa situación no es la que atendíamos en el libro, sino que nos ocupábamos de los que están en esa edad, en torno a los 65, que se considera como edad laboral límite. La realidad es que esa edad se alarga como quince años más de los 65, porque tenemos una oportunidad para seguir siendo útiles a la sociedad. Mi opinión, en este contexto, es que no debería haber una edad límite de jubilación, sino depender de las capacidades de cada uno. Si yo con 65 años estoy bien, ¿por qué no voy a poder seguir siendo útil a la sociedad? Esto no es una cuestión individual, también del conjunto de los ciudadanos, porque la sociedad necesita de la experiencia de gente mayor. No se trata de quitarle el empleo a los jóvenes. Ese es un enfoque erróneo. Los mayores que siguen trabajando están aportando sus conocimientos para poder hacer que los jóvenes aceleren su proceso de madurez. Esta crisis ha puesto en cuestión el modelo de asistencia a los mayores. Hay que pensar que puede haber sistemas alternativos y, en este sentido, el concepto que en el libro desarrollábamos de la economía del envejecimiento supone crear nuevas oportunidades de atender a los mayores. Las residencias, por ejemplo, se han mostrado masificadas en exceso y eso ha propiciado el aumento de los contagios. Seguramente hay otros modelos, como los que hay en otros países, con espacios abiertos, ajardinados, con servicios médicos comunes.
–¿Pero cree que el Estado puede acometer una reforma de las residencias públicas con la crisis de deuda que ha traído esta pandemia?
–Creo que los recursos que van a tener los Estados y las comunidades autónomas van a ser muy importantes gracias a los programas Next Generation de la Unión Europea. Además, este trabajo no es solo de la iniciativa pública. Es una oportunidad para la iniciativa privada. Hay muchas empresas que estarían encantadas en invertir en ese sector, en ese nuevo modelo de asistencia y ocio de mayores y con mucha industria auxiliar en su entorno. Ahora tenemos una buena oportunidad con las reformas que deben realizarse para que puedan venir los fondos europeos.
–La edad de jubilación se puede retrasar vía legislación, como se ha hecho en la última reforma, pero usted plantea que la gente se jubile cuando quiera a partir de una edad. En esas condiciones, ¿podría cobrar la pensión, además de su salario de trabajador?
–Aquí plantea dos cosas. Una, es demorar la edad de jubilación, que ya se ha hecho y a mí me parece acertado porque tenemos más esperanza de vida y hay que asegurar la suficiencia del sistema. Yotra cosa adicional es que, además de eso, las personas que pudiendo jubilarse no lo hacen deberían o no cobrar la pensión. Mi respuesta es sí. ¿Por qué? Porque esas personas ya han contribuido al sistema, ya han generado el derecho a recibir la pensión y, por tanto, deberían recibirla con independencia de que pudieran continuar trabajando. Además, si siguen trabajando siguen cotizando.
–Eso no creo que se contemple en la próxima reforma ni creo que está en la agenda del Pacto de Toledo.
–Es verdad, pero es una de las limitaciones de nuestro sistema de pensiones. Ahora mismo no se puede cobrar más allá del salario mínimo. En esas condiciones, nadie que tenga un buen sueldo va a trabajar por el salario mínimo. En el Pacto de Toledo no está este enfoque porque el objetivo del pacto es proteger el actual sistema, lo cual es bueno y creo que los cambios que se plantean son correctos, pero después está la labor del Gobierno de turno, que puede favorecer el ahorro privado de los trabajadores, y para eso debe crear mecanismos de incentivación. O crear un fondo asociado al trabajador de manera obligatoria. Y, por otro lado, propiciar que las personas que deseen seguir trabajando puedan hacerlo y puedan seguir cotizando al mismo tiempo que cobran la pensión. Estas ideas son perfectamente compatibles con el Pacto de Toledo, cuya filosofía, insisto, defiendo.
«Tenemos que alzar nuestra voz. Civilizadamente, pero alzarla, para que la fábrica de baterías esté aquí»
–En los últimos días, Mapfre, su empresa, va a invertir 800 millones en energías renovables, tras suscribir un acuerdo con Iberdrola. ¿Algunos de esos proyectos van a estar en Extremadura?
–No lo sé. Iberdrola ya tiene inversiones en renovables en Extremadura, pero no tengo los planos de lo que va a hacer porque el desarrollo de ese fondo lo va a hacer Iberdrola, no Mapfre. Entiendo, no obstante, que Extremadura es una de las regiones españolas más atractivas para invertir en renovables.
–Iberdrola, su socio en renovables, también tiene una alianza con Seat y Volkswagen para impulsar el coche eléctrico y también una fábrica de baterías. Este es un tema muy sensible en Extremadura porque nuestra región quiere esa fábrica y, además, la reclama con el argumento de que aquí está el litio, imprescindible para esas baterías. ¿Qué opinión tiene de este asunto?
–Lo sigo con interés y mi opinión es que aquí va a haber oportunidades para todos, dadas las dimensiones del sector del automóvil eléctrico en el futuro. No creo que en España vaya a haber solo el proyecto ligado a Seat. En Extremadura ya tenemos el proyecto de la Plataforma Logística y el de la fábrica de cátodos en Cáceres. Es una gran oportunidad para nuestra región. Y el argumento de que las plantas transformadoras deben estar donde está el mineral es esencial. Yo creo que en este asunto hay que alzar la voz, civilizadamente, pero alzarla, porque es la gran ocasión de que nuestras materias primas, por una vez, se transformen en casa. Tengo muchas esperanzas puestas en Extremadura, pero no solo por ese proyecto. Creo que es nuestro momento. Cuando se abran las cortinas y esté solucionada la pandemia, nuestra región puede ofrecerse al mundo con unas potencialidades que ahora se valoran mucho más que antes de ella: nuestro clima, nuestra naturaleza, nuestros servicios públicos, nuestro sistema de salud, la calidad de vida. Incluso nuestra posición geográfica, cerca de Madrid, de Lisboa... Fíjese, se lo digo aun sin tener el tren, que ya vendrá ojalá cuanto antes, porque esos valores que menciono son permanentes. No todo es el tren. El propio tren digital es mucho más importante que el físico, y eso Extremadura lo tiene. Yo a veces vengo a trabajar a casa de mis padres, en Villanueva, y lo hago con una calidad de conexión perfectamente homologable a la que tengo en mi oficina de Madrid.
«No soy capaz de criticar el sistema de salud, y menos a los profesionales»
–Parece que la pandemia le ha venido bien a los seguros. La incertidumbre se ha disparado. Mapfre calcula ganar este año 700 millones.
–La pandemia no viene bien a nadie. Si fuera por ganar, Mapfre ganaba antes más de 700 millones. La pandemia sí ha sido instructiva, una ocasión para aprender. Lo más importante es que nos ha enseñado que la colaboración público-privada es imprescindible para progresar. Para luchar contra la pandemia ha sido necesario que todos los recursos de la sanidad privada se hayan puesto a disposición del Ministerio de Sanidad.
–Otra manera de ver la pandemia es que ha puesto en evidencia las carencias de nuestro sistema de salud. Nos creíamos los reyes del mambo a nivel mundial y ha resultado que no.
–Mapfre trabaja en 44 países. Conozco los sistemas públicos de muchísimos países y le puedo asegurar que nuestro sistema sanitario está entre los mejores del mundo. Lo que pasa es que nadie en ningún sitio sabía, durante los primeros ocho o nueve meses, cómo atacar a este virus. Todo ha sido a base de prueba y error. Ahora la situación está mucho más controlada. Ningún país, tampoco nosotros, puede tener un sistema de salud dimensionado con arreglo a una pandemia como esta. Sería impagable. Se han visto debilidades y creo que con la colaboración de la sanidad privada se pueden corregir, pero no soy capaz de criticar al sistema público de salud, y mucho menos a los profesionales, que están reconocidos en todas partes como de los mejores del mundo y que, además, están siendo unos auténticos jabatos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
- 1 Herido muy grave un hombre de 28 años tras una salida de vía y vuelco en la provincia de Badajoz
- 2 Un muerto en un accidente de tráfico en Higuera la Real
- 3 Abascal en Cáceres: «Nos vamos a cargar la consejería de Igualdad en todas partes»
- 4 La madre de la niña de cuatro años salvó la vida de su hija al no hacer caso al anestesista y llevarla al hospital
- 5 Donde el café invita a quedarse: nace I
- 6 Muere en Madrid una mujer tras precipitarse desde un décimo piso con sus dos hijos de 3 años, ambos muy graves
- 7 Dos heridos en un accidente de tráfico en la provincia de Badajoz
- 8 Muere a los 63 años Paco Movilla, empresario de la comunicación y la publicidad
-
9
Detenido el jefe de Estupefacientes de la Policía Nacional de Valladolid en una operación antidroga
- 10 El futbolista Aridane Hernández, detenido tras destrozar varios vehículos y dar positivo en alcoholemia
-
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad