María Luisa Durán
«Quizás a la universidad le faltan un pelín más de empatizar con personas que muchas veces, todo lo que necesitan es sentirse escuchadas»
La cacereña María Luisa Durán Martín-Merás es desde el pasado día 11 la nueva Defensora Universitaria de la UEx, elegida por votación en el Claustro, en sustitución de Santiago Salamanca. Era Defensora adjunta desde el año 2021, y antes fue asesora en esta oficina. Profesora titular en la Escuela Politécnica, es diplomada en Informática por la UEx e ingeniera informática por la Universidad Politécnica de Cataluña.
–¿Cuál es la función de la Defensora Universitaria? Porque no es solo defender a los alumnos...
–Está muy claramente definida en los estatutos de la Universidad y en un real decreto del año 2023, que es la LOSU (Ley Orgánica del Sistema Universitario), que es una reforma de un real decreto del año 2001. La función de una Defensoría en una universidad es fundamentalmente velar por el respeto a los derechos y libertades de todos los miembros de la comunidad universitaria. Y esto se materializa de muchas formas, fundamentalmente escuchando a todos sus miembros.
–¿Cuáles son las quejas más habituales?
–Muy frecuente por parte de los estudiantes es la falta de atención, especialmente en situaciones sobrevenidas, como que a un alumno le ocurra algo en mitad del curso, por ejemplo un accidente o que falten sus padres de pronto. Hay una relativa falta de atención a estos casos tan específicos, que no son habituales pero que cuando se dan, suelen llegar a la Defensoría. También acude un porcentaje importante del personal docente investigador no funcionario, porque al iniciar la carrera de personal docente en la universidad, se hace un poco duro. Hay un concurso y otro concurso, y tienen que seguir publicando y trabajando, dando las clases a su vez. En ocasiones entran en modo competitivo... En fin, que no es fácil el inicio de la carrera académica para el personal docente. Y en cuanto al personal de gestión y administración y servicios, con frecuencia acuden a la Defensoría por conflictos laborales en su entorno.
«Públicas y privadas pueden convivir, pero la Agencia de Evaluación de los Grados debe exigir la misma calidad»
–¿Recibe muchas quejas de los estudiantes sobre la labor de algunos docentes y sobre el estado de las instalaciones?
–Claro que sí. La relación estudiante-profesor no siempre es fácil ni fluida, y esto genera conflictos, que desde la Defensoría intentamos resolver con mediación o intermediación. Y sobre las instalaciones, no suelen llegar tantas quejas. Porque esos problemas los suele resolver la facultad o la escuela universitaria correspondiente.
–¿Suele dar resultado la labor de mediación?
–Da bastantes buenos resultados la labor de intermediación, que no es lo mismo que la de mediación. Cuando intermediamos, hablamos con varias personas y suele dar resultado. La mediación es más complicada, porque consiste en poner de acuerdo a las partes en conflicto, con un cara a cara. Es más difícil porque no siempre las partes quieren encararse con alguien que te ha hecho sentir mal. Lo que más hacemos en la Defensoría es la intermediación. Hablamos con todas las partes sin filtros, y volvemos a hablar, y luego volvemos a comunicar con cada una y les informamos. Y esto sí suele dar resultado.
–¿No es la Defensora una especie de Pepito Grillo del equipo rectoral, que a veces la mira con recelo?
–No siempre es así, pero es posible que en la comunidad universitaria haya quien comparta esa sensación que dice. Pero no es tanto un Pepito Grillo. Como expliqué al principio, si parte de nuestra misión es velar por el respeto a los derechos y libertades, y hay gente que viene a decirnos que considera que sus derechos están siendo conculcados... Tenemos que cumplir con esa misión y ver cómo se puede resolver cada situación. Y cuando hay una queja o consulta que se repite y se repite y se repite, esto sin duda pone de manifiesto que hay algo en el engranaje universitario que debe mejorar.
«La relación estudiante-profesor no siempre es fácil ni fluida, y esto genera conflictos»
–¿Se marca un objetivo concreto ahora que dirige la oficina?
–Garantizar que cada voz pueda ser escuchada y cada preocupación atendida. Con seriedad, respeto y equidad. No atender más a un colectivo que a otro. Todo el que venga, va a ser escuchado. El objetivo fundamental es ese.
–La Defensoría le permite tener una visión de la UEx diferente a la del equipo rectoral o los alumnos. Quizás con más perspectiva o distancia. Desde esa posición y su experiencia en esta oficina, ¿en qué cree que puede mejorar la UEx?
–Ahora mismo, están en proceso de elaboración los estatutos. Ahí hay muchas posibilidades de mejorar. Todavía no se han publicado. Se están acabando de elaborar. En la UEx en general consideramos que funcionamos bien. No ocupamos un lugar bajo en el ranking nacional. No somos la universidad perfecta, todos tenemos mucho que mejorar, y desde el punto de vista de la Defensoría, quizás la universidad debería mejorar en la empatía con las personas, con todos. Quizás le falta un pelín más de empatizar con personas que muchas veces, todo lo que necesitan es sentirse escuchados.
–Uno de los problemas de la UEx es el éxodo de estudiantes. El 47% de los jóvenes que aprueban la EBAU en la región se matriculan en una universidad de otra región. ¿Puede hacer la Defensora algo por corregir este dato?
–La Defensoría se encarga de la comunidad universitaria, y los jóvenes que hacen la EBAU forman parte de ella, porque las pruebas las organiza la universidad. Pero en el momento en el que hacen la preinscripción y la matrícula en otra universidad, ya no son miembros de nuestra comunidad. Así que ahí, la Defensoría puede hacer apenas nada.
–¿Cree que sería bueno para Extremadura que se instalaran aquí universidades privadas?
–Bueno o malo lo determinará el futuro. Mi postura personal es que creo que pueden convivir las universidades públicas con las privadas. La Universidad de Extremadura tiene una calidad bastante buena, puede ser competitiva con las privadas. Lo que planteamos desde la universidad es que la Agencia Nacional para la Evaluación de la Calidad de los Grados (Aneca) tiene que exigir el mismo nivel a las privadas que a las públicas. Cuando el nivel de calidad sea igual, podremos convivir e incluso competir. Porque la UEx es una buena universidad.