Vara: «He vivido una campaña en la que me han insultado por primera vez en la calle»
El expresidente de la Junta y ahora vicepresidente del Senado analiza las últimas elecciones en una nueva etapa que lo devuelve a la política nacional antes de que llegue su sucesor en el PSOE extremeño
No contaba con volver a dar entrevistas y en esta realizada el viernes usa a menudo la expresión comodín «El tiempo lo dirá». De vuelta ... a la política, ahora desde el Senado en Madrid pese a haber anunciado su retirada el 29 de mayo, Guillermo Fernández Vara esquiva los temas regionales, dice que por cortesía, igual que toda especulación que tenga que ver con su sucesión.
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En lo que sí insiste el expresidente extremeño es en analizar el resultado del 23 de julio, el cual aún no ha cristalizado en un Pedro Sánchez investido presidente. Lo hace reiterando que España son varias naciones y hay que entenderse con todas, algo de lo cual es incapaz la derecha. Es llamativo cómo subraya este concepto quien ejerció como barón socialista recordando a menudo que pactar con el independentismo era muy arriesgado políticamente. Se nota en esta posición más abierta que Sánchez aún no ha ganado el partido del 23 de julio y que el entrevistado, tras haber ganado tres elecciones a la Junta, ya no tendrá que volver a pedir el voto a los extremeños.
Vara, que ya no liderará el PSOE extremeño este otoño tras perder la Junta de Extremadura el pasado 28 mayo porque Vox y PP sumaron más escaños que PSOE y Podemos, mantiene que deja Olivenza y se mudará a Badajoz en septiembre y que sigue anhelando volver a su profesión. De hecho, su primera opción para la foto fue la Facultad de Medicina, aunque finalmente fue retratado en el campus de la UEx.
En octubre cumple 65 años y reconoce que el peso que tendrá sobre sus hombros como senador es mucho menor que el de un presidente de la Junta. También revela que, de momento, no ha tenido contacto con María Guardiola, su sucesora.
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–Dijo que se retiraba de la política si no gobernaba, pidió volver a su profesión y quería dedicar más tiempo a su familia, pero el jueves se convirtió en vicepresidente segundo del Senado, lo que da a entender que su palabra es débil, ¿no teme que este cambio de decisión sirva de munición a sus adversarios?
–Se verá en los próximos meses. Yo me voy de la primera línea en Extremadura, donde dejaré de ser secretario general del PSOE en los próximos meses para elegir a nuestro nuevo líder o lideresa. Yo no voy a ser jefe de la oposición, como dije, y en ese camino surgió esta opción porque al día siguiente de las elecciones autonómicas se convocaron las generales. Si he aprendido algo con los años es que uno tiene que ser capaz en cada momento de hacer aquello que puede ser mejor, no para él, sino para aquellos a quienes debe servir. Luego habrá ciudadanos que te entiendan o no.
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–Ese argumento es muy parecido al de María Guardiola cuando se desdijo afirmando que «mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños», y fue tan criticada.
–Sí. Pero hay actitudes y conductas personales que enjuiciamos desde fuera sin tener en cuenta el entorno más cercano. La posición que expresé de dejar la secretaría general del PSOE es lo que se mantiene inalterable.
–¿Cómo de relevante cree que puede ser su papel en el Senado, una Cámara que no resulta decisiva y que como mucho ralentiza las decisiones del Congreso?
–El tiempo lo dirá. Es algo nuevo para todos. Mi partido ha entendido que podía hacer ahí una buena tarea. Pero esto no cambia para nada mis planes. Algún día me encantaría volver a la universidad, una asignatura que dejé pendiente y que abandoné para ir a la política.
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–¿Ve a Sánchez con posibilidades de acabar una legislatura que se prevé tan intensa?
–Las elecciones del 23 de julio dieron un resultado muy parecido al país que tenemos. España es todo menos uniforme, es la suma de nuestra historia y de muchas culturas. Es un país donde podemos convivir pueblos tan diferentes y eso fue lo que salió en las urnas. El problema de los conservadores es que no entienden el país porque España es mucho más compleja de cómo la ven ellos. Esa es la razón por la que es muy complicada una gobernabilidad de las fuerzas de derechas, porque no entienden el país que tendrían que gobernar.
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–¿Cómo convive usted con la situación actual, alguien tan crítico con los pactos con independentistas, que llegó a decir (noviembre de 2020) que le entraban ganas de vomitar cuando su partido pactó con Bildu los presupuestos?
–La realidad de la España de 2017 no tiene nada que ver. Entonces había casi un 45% de independentistas en Cataluña y hoy hay 20 puntos menos. Hay que intentar llegar a posiciones de encuentro y que el problema catalán sea también español y haya que resolverlo entre todos, no en los tribunales sino en la política. Todo eso te hace ver ahora la necesidad de incorporar al conjunto de los territorios una salida a las dificultades que tenemos. Y ahí está el problema de los partidos conservadores. A nosotros en las elecciones autonómicas nos hizo mucho daño Txapote, pero eso mismo le ha hecho daño al PP ahora en julio porque siguió con la misma matraca y así conseguían convencer a votantes de Vox, pero no a votantes moderados. Al final les ha sobrado Txapote y les han faltado votos, por eso los 170 escaños que les daban las primeras encuestas se convirtieron en 137, porque no centraron la campaña en hablar de los problemas de los españoles sino en marcar una línea divisoria de buenos y malos. Los que están con Txapote y los que están contra Txapote, y eso les vino bien en mayo y mal en julio.
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–¿Ahora la némesis de la derecha no es Txapote sino Puigdemont?
–Y mañana será otro y pasado será otro distinto. La diferencia entre lo ocurrido entre el 23 de julio y elecciones anteriores es que los hechos territoriales se ponían sobre la mesa, pero no con la crudeza de ahora. Es que la gente ha votado en mayo y en julio sobre los indultos, sobre la sedición... y eso ya es cosa juzgada. En Extremadura el PSOE ganó al PP en mayo y en julio. Lo de pedir que gobierne Feijóo porque ganó las elecciones y en Extremadura perderlas y apoyarse en Vox es una contradicción que algún día tendrán que explicar.
–¿Qué opina de que el presidente de Castilla la Mancha, García-Page, lamente que Puigdemont tenga el mando a distancia del país?
–Lo que tenga que opinar de Page se lo diré en los órganos internos del partido.
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–Se decía que en el PSOE convivían muchas sensibilidades, pero ya parece el partido de Sánchez, donde cada vez quedan menos barones que puedan dar su opinión en público.
–Lo que tenga que hablar de los compañeros lo hablo dentro, no fuera. Vengo de una cultura diferente.
–La Fundación Lumbini que promueve en Cáceres el complejo budista ha amenazado esta semana con retirar el proyecto si no se agilizan los trámites, ¿teme que decaigan otras iniciativas promovidas por anteriores mandatos socialistas?
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–Sobre el gobierno no voy a hablar hasta que no pasen cien días.
– Pero esto es un aviso que señala al Ayuntamiento de Cáceres, no a la Junta.
–Creo que sería un error porque se trata de un complejo turístico que situaría a Cáceres, Extremadura y España en el centro de 500 millones de personas. Sería un gravísimo error dejarse ir ese proyecto.
–De todos modos el PP siempre ha sido muy descreído con los anuncios que usted hacía, por ejemplo el complejo Elysium City de la Siberia, ¿cree que Guardiola lo impulsará o lo dejará caer?
–Cuando pasen los tres meses diré lo que crea oportuno. Mi obligación habiendo sido presidente es respetar a la actual presidenta, aunque no me ha parecido bien que eliminaran las comparecencias de los altos cargo. Puedo entender que agosto sea inhábil y que excepcionalmente hubiera nombramientos y se pospusieran las comparecencias, pero no eliminarlas.
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–En campaña electoral usted ponía en valor los grandes proyectos en marcha en la región, como la fábrica de diamantes en Trujillo o la gigafactoría de Navalmoral de la Mata, poblaciones donde luego el PSOE perdió el ayuntamiento, ¿le ha dado tiempo a saber qué ha pasado?
–Ha habido cierto descreimiento, pero el tiempo lo dirá cuando el año que viene se inaugure la fábrica de diamantes y en dos años la fábrica de baterías. Entonces habrá mucha gente que no se creía que estábamos cambiando el modelo productivo y ya se lo creerá. También cuando Extremadura tenga en dos años una industria floreciente en el sector de la energía verde que sea líder en España la gente lo entenderá.
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–¿Si eso ocurriera teme que el nuevo gobierno del PP y Vox se apropien de ello?
–No. Yo creo que la gente es inteligente y sabe quién ha trabajado para que esto ocurra, lo que pasa es que aquí se votó mucho en clave nacional y eso tuvo sus consecuencias. Repito, el 'sí es sí' y el 'que te vote Txapote' en mayo tuvo un efecto negativo para nosotros y en julio positivo porque el PP no tiene más proyecto que ese y los ciudadanos han visto a quienes solo tienen proyecto para la España que ellos creen que es suya y no aquella en la que quepamos todos. Para ellos con estos resultados España es ingobernable, pero a los españoles no se les puede decir que un país es ingobernable. Hay que coger los resultados e intentar gobernar y en estos momentos lo que le ha faltado al Partido Popular es presentar un proyecto para toda España porque hay sitios donde no han sacado representación.
–A usted, que se le tiene por un socialista moderado, ¿qué le parece la posibilidad de que PSOE y PP sumen sus votos en cuestiones de Estado, como de hecho mucha gente pide en ocasiones?
–Lo he dicho hace tiempo, a mí me hubiera gustado que hubiera sido posible que en nuestro país en los asuntos esenciales de Estado se hubiera podido dar esa situación, pero si uno analiza los comportamientos de los últimos años las campañas no han sido de encuentros sino de desencuentros. Yo he vivido aquí en Extremadura una campaña como no había vivido nunca. A mí me han insultado por primera vez en las calles y así es muy complicado. Para poder gobernar España hay que entenderla. España no es la mía ni la tuya, es la nuestra y tenemos que caber yo, tú y él, o sea nosotros. Y eso le falta a la derecha. El problema catalán no es un problema catalán, es español.
–Pero si es parte del pueblo catalán el que quiere abandonar España, no una parte de los españoles que quieran abandonar Cataluña.
–A mí me gustaría que los constituyentes que quedan con vida explicaran qué quisieron decir cuando hablaron de nacionalidades porque ahora Vox quiere de eliminar las autonomías y dicen defender la Constitución, la cual recoge que España se compone de nacionalidades y de lenguas cooficiales. La Constitución habla de distintas culturas y el 23 de julio ha salido una foto muy parecida a lo que es España. Y si nos olvidamos del diálogo para ir solo a la confrontación tenemos un problema.
–De cara la fusión entre Don Benito y Villanueva de la Serena hubo un consenso inicial entre PSOE y PP que ha saltado por los aires el 28 de mayo con un partido opuesto a la fusión que ahora gobierna Don Benito y con uno de los valedores del proyecto, el exalcalde socialista José Luis Quintana, que lo ha abandonado tras la derrota electoral ¿Da usted por perdida esta fusión?
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–Allí gobierna ahora Siempre Don Benito, que solo se presentó a las elecciones para que no hubiera fusión. Esto ya no será mi responsabilidad en el futuro, pero era probablemente el proyecto más ambicioso en cuanto a arquitectura institucional que ha habido en España. El PP y ese partido se han puesto de acuerdo para que no ocurra y creo que lo han echado a perder.
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