«El toro no me ha dado para vivir y tampoco soy un mantenido»
Rafael Cerro/ Torero y director de lidia ·
Como director de lidia salva varias vidas al año en festejos populares, pero su sueño es volver al ruedo y el día 13 reaparece como torero en MoralejaFue alumno aventajado en la Escuela Taurina de Badajoz, en 2010 ganó un certamen nacional de novilladas en La Maestranza de Sevilla y, como matador, ... ha salido a hombros junto a José Tomás en la plaza de toros de Granada hace ahora diez años. Cuando este diario lo contactó se encontraba echando hormigón. Rafael Cerro Ginés, 31 años, natural de Saucedilla (Cáceres), trabaja haciendo vallados desde hace casi dos años, pero no renuncia a cumplir su sueño. De momento, reaparece en Moraleja (Cáceres) el próximo 13 de julio. Y entre jornada y jornada ejerce de ángel de la guarda cada vez que hay un festejo popular en el que sueltan reses en las calles de los pueblos. Solo en Extremadura se celebran más de 600 cada temporada. El máximo exponente son los Sanjuanes de Coria, donde a finales de junio se sueltan, durante una semana, once toros bravos primero en una plaza con barrotes y luego por las calles. Cerro ha vuelto a ejercer de director de lidia y fue ovacionado porque, de nuevo, este año ha salvado la vida con su capote a más de una persona quitándole el toro de encima.
–¿Qué tarea tiene un director de lidia?
– En Extremadura es obligatorio tenerlo en cada festejo y hay comunidades en las que incluso se exigen dos, como Madrid. La tarea, en mi caso, es velar por la seguridad de la gente, lo que requiere estudiar al toro, para lo cual hay que saber y así poder anticiparse al peligro o a una acción. Los requisitos son tener carné de matador, ser banderillero de toros o novillero con caballos.
– ¿Son los Sanjuanes de Coria, donde participan miles de personas, el festejo que más dedicación le supone?
– En Torrejoncillo también dan muchos toros. Y Coria en cuanto a seguridad y protección del toro se ha puesto en un nivel de exigencia muy alto. Se debe a que hay mucha gente, por eso hay más seguridad con auxiliares o pastores en los encierros, aunque el capote solo lo lleve yo y a veces un acompañante.
– ¿Qué otros festejos suele atender en verano y qué calendario tiene en este 2024?
– Suelo ir a Torrejoncillo, Calzadilla, Portaje y algunos más, siempre en Extremadura. Donde me llamen allí voy.
– ¿Considera que se paga acorde a la responsabilidad que supone y a la especialización que se requiere?
– La verdad es que toda la seguridad que des ante un toro es impagable porque la vida de una persona no tiene precio. La Unión de Matadores establece un salario mínimo y eso es lo que yo cobro, el mínimo. A veces el festejo lo organiza en vez de un ayuntamiento un empresario, que aprieta porque mira por su dinero. Pero el problema es cuando otros directores van solo a que les sellen el boletín para el paro, les dan 150 o 200 euros y después casi no aparecen.
–Trabaja usted haciendo vallados, ¿tiene tiempo para prepararse en tentaderos?, ¿cómo en su entrenamiento?
– El dueño de la empresa sabe a lo que me dedico y cuando me contratan de director de lidia es flexible, o bien uso mis vacaciones. Pero vamos, que yo de toda la vida he trabajado, también estando de novillero. El toro no me ha dado para vivir y tampoco soy un mantenido. Por la mañana de siete a tres trabajo y por la tarde entreno. Cuando hay tentadero ese es el más importante, el del campo con animales. Físicamente hago poco porque soy muy activo y me encuentro bien, aunque algún día doy alguna carrera y toreo de salón.
– ¿Qué parte de técnica y cuánta de intuición tiene su trabajo?
– Lo importante es conocer de verdad al toro. Yo he pasado muchos años de mayoral, eso es lo más importante. Y luego en la lidia en la plaza como torero, lo que te permite adivinar casi el noventa por ciento de los movimientos del toro, como si es noble, su arrancada, si se acerca mucho o poco a los barrotes...
«En el banquillo se sufre mucho, pero yo entreno como si fuera a torear al día siguiente, hay que tener fe»
Rafel Cerro
Torero
–¿Qué supone más peligro un novillo pequeño pero más rápido o un toro de cinco años y 500 kilos?
– Está claro que el novillo va a tener más movilidad, y eso crea mucho peligro. Pero cuando te coge un toro como los de Coria te puede hacer mucho más daño, por su peso y por su cornamenta. En mi caso he visto cornadas de novillos mucho más graves. Creo que todo depende de la suerte que tengas.
–¿Ha sufrido usted algún percance como director de lidia?
–Cornadas no, pero sí caídas o pasarme muy cerca el toro. Tocaremos madera
–¿Ha visto mucha gente que, por sus condiciones físicas o de embriaguez, no debiera estar participando de un festejo o incluso citando al toro?
– Muchísima gente, más de la que piensas. Es imposible de controlarlo con un número de personas tan grande. Hemos quitado a mucha gente que creemos que no está capacitada para estar de los barrotes para fuera. Unos se lo toman bien y otros te preguntan que por qué. Yo siempre aviso por las buenas, pero si no atienden pues llamo a la Guardia Civil por su seguridad.
– La última vez que se puso el traje de luces fue en marzo del año pasado, en una plaza portátil, ¿echa de menos el paseíllo?
– Se echa de menos siempre. Para los que queremos ser algo en esto, cuando se está en el banquillo como yo se sufre mucho. Ves a compañeros y te preguntas por qué tú no estás ahí, por qué no te ponen en ferias cuando piensas que te lo has ganado a pulso. Un torero donde más sufre es estando en casa. En mi caso sigo entrenando como si fuera a torear al día siguiente, hay que estar preparado siempre, tener fe.
–¿Cómo se tomó estar en el cartel de las fiestas de Moraleja el próximo día 13?
–No sabía que me iban a poner hasta que hace unos días me llamó Rafi, mi banderillero, para decirme que contaban conmigo. Estoy encantado y muy agradecido porque lo que uno sueña es vestirse de torero. Lo que pasa es que no es nada fácil ponerte el traje de luces de un año para otro. Ya es difícil cuando toreas de seguido, así que cuando te llaman puntualmente estás obligado a triunfar con lo que te ponen, porque desgraciadamente no siempre vamos a corridas buenas y eso tendría que valorarlo la gente. Esta vez toreo en Moraleja con El Cid y El Fandi, así que va a a ser una tarde para disfrutarla.
–¿Cuando iba a más como torero, en qué momento se dio cuenta de que tenía que abandonar su sueño y empezar a buscarse la vida por otros medios?
– Estaba en una finca, Yerbabuena, viviendo con Ortega Cano (entonces su apoderado), pero tuvo todos esos líos que y la cosa fue a menos, así que me tuve que buscar la vida por otro lado.
– Imparte usted clases para niños, ¿qué le aporta esto y con qué intención lo hace?
– Lo hago desde hace unos tres meses en el poliderpotivo de Coria. Me lo propusieron, pero fui claro. Soy un torero activo y trabajo, así que hay días que no puedo ir. Pero cuando voy les transmito lo que he vivido. Hay que echar 25 horas al día y estar siempre pensando en el toro. Hay niños muy chicos, de siete años, que también piensan en el fútbol y luego están jóvenes como Toñín, de Cáceres, con 17 años, o Andrés de Losar de la Vera, de unos veinte, que van muy bien.
–¿Qué torero le gusta a usted en la actualidad?
–Siempre me ha encantado Morante de la Puebla, que además está en activo. Me encanta el concepto del maestro. Y luego está José Tomás, ¿qué voy a decir de él?
– ¿Le gustan los Sanfermines que empiezan en breve?
– Toreé un año una novillada, que si la llego a matar hubiera cortado varias orejas. Pero es una ciudad muy difícil.
– ¿Y le gustaría correr los toros?
– Como corredor también lo veo difícil (ríe). Mira que tengo buenas piernas, pero es que hay mucha gente.
«Cuando no ves al toro y la gente grita te esperas lo peor»
-A nadie le ha pasado por alto que ha salvado varias vidas en los últimos Sanjuanes, ¿cómo recuerda el lance de aquel toro del día 25, Cacharrero, que embistió a una persona nada más salir de la plaza, y ni siquiera tenía visión lo que ocurría? – Esa tarde el toro estaba reservón y muy entero en la plaza. Comentaba con mi amigo 'Racu' que cuando abrieran la puerta (se abren cuatro y el toro elige una para irse por las calles del casco histórico) la arrancada podía ser seria. Los toros de esa ganadería tienen un peligro especial, y así sucedió. Sonó la tercera campanada, el portero abrió y salió escopetado. Hubo mucha gente que no aguantó la carrera, una persona desgraciadamente tropezó y no llegó a donde quería. Estábamos todos en la plaza y cuando no tienes vista del toro y empieza la gente a gritar te esperas lo peor. Encima con ese pedazo de toro justo en esa calle sin saber qué está sucediendo. Yo ante esas adversidades no miro peligro y esté donde esté allí me meto. Soy torero, sé lo que pasa, pero también tengo mi responsabilidad como director de lidia. Otros directores pasan y no están en la lidia del toro. Eso yo no lo concibo y procuro ir pegado al toro, así que fueron momentos de mucha tensión. Según corría hacia él pensaba en lo que tenía que hacer. Más o menos en el vídeo se ve un capotazo en dirección a la plaza y luego otro con el que consigo ponerlo donde yo quería. Nos jugamos el pellejo, pero es mi deber. – ¿Qué sintió cuando la plaza entera le aplaudió al día siguiente por ese quite providencial? – Otras veces te avisan. Pero ese día no me dijeron nada y me cogió de sorpresa. Se me pone la carne de gallina. Soy un privilegiado por el cariño de tanta gente de Coria, un pueblo del que no soy y donde no vivo. No tengo palabras para describir ese cariño, solo sé que es recíproco. Sé que a Coria le debo mucho.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión