¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Salida de los escolares del colegio Gonzalo Encabo el pasado viernes. ARMANDO MÉNDEZ

Talayuela, una distante convivencia de culturas

Diversidad. La expulsión a Marruecos del líder islamista Yahya Benaouda ha vuelto a poner el foco en una de las localidades españolas con más proporción de vecinos alauitas, un pueblo en paz pero con retos en el día a día

Cristina Núñez

Cáceres

Domingo, 30 de octubre 2022, 07:41

Dos de la tarde del viernes y del colegio público Gonzalo Encabo salen en tromba decenas de niños disfrazados. Hay monstruos, brujas, calabazas, zombies y ... momias, entre otros seres infernales. Es Halloween, último día antes de un puentazo y el alumnado en pleno, más allá de su procedencia o religión, participa en esta fiesta, que ya es global. Antes han comido castañas y han bailado los últimos 'hits' musicales, Quevedo incluido.

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Este es uno de los dos centros públicos de Talayuela (7.300 habitantes, nordeste de la comunidad), uno de los municipios de España con mayor proporción de población marroquí (cerca de un 30%), llegada en los 90 al calor de las ofertas de trabajo agrícolas, en especial por el tabaco. La localidad se ha puesto esta semana en el foco de atención por la expulsión el miércoles a Marruecos del líder musulmán Yahya Benaouda por fomentar el salafismo, el islamismo radical. Llevaba 22 años en el pueblo y es padre de cinco hijos entre 19 años y nueve meses de edad.

La mayor parte de los niños de este centro, uno de los dos públicos de la localidad, tienen procedencia marroquí. Son 224 de un total de 402, un 56%, según los datos que aporta Alfonso Corrales, su director, un verdadero experto en multiculturalidad. «Esto ya no es como en los 90, llevamos años haciendo un montón de proyectos para que no haya diferencias en función de donde se proceda», señala este docente, que menciona como grandes éxitos que en el centro pueda celebrarse de forma masiva la Navidad, con belenes vivientes incluidos, o la fiesta del cordero, una conmemoración islámica. Pese a los logros, y a la facilidad que tiene trabajar con niños, «que no tienen los prejuicios que tenemos los mayores», dice, no oculta las dificultades. «Hay niños que a pesar de haber nacido aquí no hablan español». Cuando empiezan con tres años la mayoría llega con ese déficit, pero un programa idiomático logra reducir esa brecha. Actualmente son aproximadamente un centenar, la mitad de los alumnos marroquíes, los que necesitan este apoyo. Otro hecho significativo de esta escuela es que se imparten más horas lectivas de religión islámica que de religión católica. Todos los alumnos de origen marroquí dan religión, en cambio entre los españoles una buena parte no y elige la optativa.

Dos realidades

«Hay dos realidades, la de aquí y la de fuera», sentencia Corrales, que, sin entrar a juzgar la conveniencia o no de la medida que se ha tomado contra Benaouda, ensalza su papel de mediador social, vital también para la vida escolar. Esa realidad «diferente» de puertas para afuera se aprecia en la salida de ese colegio en donde se arremolinan, por separado, los grupos de madres marroquíes y las españolas. En unos corrillos predominan los vestidos hasta los pies y los hiyab (pañuelos en la cabeza) y en otros la ropa occidental, con la informalidad de un día de diario. No hay mezcla entre unas y otras. Se ven pocos padres. Algunos abuelos sí.

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Imagen de la mezquita de Talayuela durante el rezo del viernes al mediodía. ARMANDO MÉNDEZ

María José Gómez y Arantxa Serradilla son madres de este centro. «Los niños no tienen problemas, ellos se adaptan bien», señalan, algo que consideran que no pasa en el resto del pueblo, más allá del ámbito educativo. «Se vive con un poco de separación, marroquíes por un lado y españoles por otro». Más allá de las aulas, indican, no suele haber celebraciones de cumpleaños comunes. «En los grupos de WhatsApp sí que están, pero nunca opinan». Respecto al caso de Yanya Benaouda, poco que aportar. Uno de sus hijos va con el mío a clase», apunta Arantxa, «pero yo no le conozco».

Sobre este líder islámico hay un desconocimiento patente entre la población de origen español de Talayuela consultada en la calle y que prefiere hablar desde el anonimato, sobre todo las personas que están al frente de negocios. En un comercio de alimentación se desata una ligera tensión al preguntar a su dueño por la relación con los marroquíes. «No te quiero contestar mal», indica. Otra comerciante también habla de ciertas dificultades, pero valora que en general no se hayan desatado tensiones graves.

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La localidad de Talayuela logró en el año 2004 la medalla de Extremadura por ser un ejemplo de integración de población marroquí y española y romper barreras en cuanto a la discriminación. 18 años después de esta distinción ambiente en esta localidad parece ser pacífico, pero también frío. «No nos relacionamos», señalan contundentes dos mujeres en una de las calles principales de la localidad, Manuel Más. «Hay de todo, hay gente que no se mete con nadie y otros que no son así, la gente joven es más problemática», señalan reconociendo que también son españoles los que incurren en actitudes reprobables. ¿Irían a la mezquita o a alguno de los dos bares marroquíes? «En la mezquita no te dejan entrar y en el bar lo mismo te sientas y te miran como diciendo ¡eh!», ilustran. «La integración no es real, nos mantenemos cada uno en nuestro sitio».

«Es un pueblo tranquilo, no hay conflictos, casi no hay delincuencia ni robos», señala Ricardo Talavera, jefe de la Policía Local de este pueblo. «El éxito es que las personas se han integrado desde que vinieron en la época de los 90 por el tabaco, sobre todo la gente mayor». Sí cree este agente que hay grupos de jóvenes «más conflictivos», pero aclara que «no solo extranjeros de origen». En cuanto a la integración real, coincide con el relato de una buena parte de la población de Talayuela. «Ellos tienen sus propias tiendas, sus costumbres, compran allí, no hay muchas parejas mixtas». Talavera se muestra sorprendido de la detención de Yahya Benauouda. «Siempre ha colaborado con nosotros, nunca hemos tenido problemas», apunta. «Entre los españoles hay poca gente que le conozca», remacha.

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«Es un pueblo tranquilo, no hay conflictos ni casi delincuencia»

RICARDO TALAVERA

Jefe de la Policía Local

abderramán boujtat

Secretario de la asociación An-Nur

Otra de las personas que tiene un profundo conocimiento de la realidad migratoria en Talayuela es Ángela Encina, de 86 años, presidenta de Cáritas en esta localidad. También ha tratado a Boujtat e indica que su relación con él es buena, pero prefiere no valorar el caso judicial. Desde la institución en la que está al frente proporcionan alimentos a las personas que tienen necesidades. «Hay muchos voluntarios y vamos dándoles lo que necesitan». Sobre los lazos entre españoles y magrebíes cree que sí, que falta conexión. «Hacen su vida, hola y adiós», apunta.

La mezquita

A primera hora del martes Abderramán Boujtat, secretario de la asociación An-Nur, que gestiona la mezquita, atendía a este diario en este templo, con cabida para aproximadamente 400 personas. Alfombrado, cuenta con dos pisos en los que se celebran rezos a diferentes horas del día. Desde arriba hay una televisión que retransmite lo que pasa abajo.

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La tarde del viernes tuvo lugar una manifestación en apoyo a Yahya Benaouda y el teléfono de Boujtat no paraba de sonar. «Nos hemos quedado sin uno de los pilares de nuestra comunidad», explica Abderráman, que aclara que Banouda no era el imán y que solamente de manera puntual se dirigía al resto de los fieles en la mezquita.

Casi el 30% de la población es de origen marroquí, una cifra que alcanza el 56% en el CEIP Gonzalo Encabo

Desde instituciones como la Policía, el ámbito educativo o Cáritas se valora el trabajo hecho en el pueblo por Benaouda

En la puerta del colegio los grupos de madres marroquíes y españolas esperan a sus hijos sin interactuar entre ellas

En los últimos días no ha parado de repetir que el papel de Banouda era de mediador social, por lo que se pierde una especie de pegamento que contribuía a lograr esa deseada integración real y que además de paz haya cariño entre las dos partes de la población de Talayuela. «Ayudó a toda la gente», subraya. «Hace actividades con los jóvenes, le llama la Policía o la Guardia Civil para cualquier cosa y acude, y no lo digo solo yo». «El alcalde (Ismael Bravo, del PSOE) sabe quien es Yahya de verdad».

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A las dos y media de la tarde la mezquita está de bote y bote (solo hombres) y Yahya interviene desde Marruecos. Con el manos libres y el altavoz transmite su mensaje mientras todo el mundo le escucha atento. «Estoy bien, lo que más me duele es dejar a mis hijos, pero espero que todo salga bien», dice en árabe ante la expectación colectiva.

«Estamos más tranquilos, él está bien»

Desde el otro lado puerta se escucha un interior ruidoso, lleno de niños a la hora de comer. Abre la puerta la mujer de Yahya Benaouda con una niña de 9 meses en brazos. Prefiere que su imagen no salga públicamente. «Tengo niños, les puede perjudicar», señala mientras indica que pese al shock de la deportación de su marido, «estamos más tranquilos porque él está bien». Benaouda se encuentra desde el pasado jueves en casa de su padre, en la localidad de Uchda. Sin dar detalles acerca del futuro ni de sus planes, confía en que todo salga bien y su marido pueda regresar.

El viernes, en el rezo de las 14.30 de la mezquita de Talayuela su hijo de 13 años pudo estar presente y escuchar las palabras que, vía móvil, hizo su padre públicamente. «Él está bien, y nosotros mejor», señalaba el adolescente, emocionado por las muestras de cariño de una comunidad a la que le falta su miembro más carismático.

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