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Sebastián Gallardo es funcionario, José María Portalo ingeniero y Antonino Vara profesor de educación física. Ellos forman parte de ExtreMakers, una asociación de aficionados a la tecnología. A ellos se sumaron Isabel María García y Cayetano Moreno de la empresa Sirok. Y juntos, son los artífices de la mano de Dani, en la que han trabajado durante los últimos seis meses en sus ratos libres y en algunas noches en vela.
El desafío era enorme. Dani no quería una mano cualquiera, quería la súper mano de Iron Man. Para llegar a ella encontraron en Internet un modelo abierto de mano realizada para un niño inglés, que fue su referencia para empezar a trabajar. El proceso de elaboración ha sido de manual: ensayo-error. Primero hicieron un molde con yeso de la mano de Dani, que posteriormente sacaron por impresora 3D. Esto les permitió digitalizarlo y trabajar en su diseño virtualmente sin molestar al niño.
Probaron distintas formas, materiales y colores en los diversos prototipos que fueron ideando hasta dar con el que dejó a Dani boquiabierto. La mano final se imprimió por partes y en un superficie lisa. Luego mediante calor lo moldearon con la forma del antebrazo de Dani y ensamblaron todas las articulaciones.
Los únicos materiales que han usado son PLA –un tipo de plástico rígido–, Filaflex –una goma muy flexible– y cuerdas de guitarra, que son las que sirven de tensores para darle movilidad a los dedos. Claro que si se hubieran quedado aquí no le habrían dado a Dani la mano de su superhéroe.
El plus que le han incorporado a su extremidad biónica es un circuito de luces led en la palma de la mano que el niño puede encender y apagar y que es una reproducción del lanza rayos del personaje de Marvel. Además, las terceras falanges de los dedos están hechas con filamentos fluorescentes que brillan en la oscuridad. El sueño de Dani, su súper mano.
Su coste de fabricación es de menos de 50 euros frente a los casi 40.000 euros que cuesta una brazo biónico en el mercado protésico. Y una única limitación: que el niño crezca y la mano le deje de servir. En ese caso, hacerle una de mayor tamaño sería tan sencillo como escalar el modelo y volverlo a imprimir. «Las prótesis tradicionales no les gustan a los niños e incluso les provocan cierto rechazo. Dani quería una mano que fuese un juguete con el que divertirse y de colores llamativos para presumir de superhéroe», cuenta Sebastián Gallardo.
Ellos han conseguido hacer realidad el sueño de Dani convirtiendo su discapacidad en una ventaja. «No solo se siente feliz, también se siente mejor porque tiene una súper mano que otros niños no tienen», apunta Gallardo. Antonino Vara redunda en esta misma idea: «No le hemos hecho solo una mano, le hemos dado poderes y autoestima. La prueba es que Dani posa con su mano y presume de ella».
Para el equipo, la creación de la mano de Dani ha supuesto experimentar el uso más sentimental de la tecnología. Por eso su mano no quedará encriptada en sus ordenadores. Al contrario, liberarán los modelos para que cualquier persona en cualquier lugar del mundo pueda descargarse los archivos, imprimirlos y darle a un niño una mano.
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