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El miércoles Santo se pareció mucho al lunes en Mérida. Por la amenaza de lluvia a la hora de las procesiones y por el esfuerzo hasta el final de las hermandades en estar con sus fieles en la calle.
Lo peleó la cofradía de Nueva Ciudad. Era la primera en el programa. El Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Misericordia llegaron a partir de la casa de la hermandad. Asomaron a la puerta y les recibió el público. Pero se frenaron a los veinte minutos de arrancar porque la borrasca se echó encima. Tenían por delante el Puente Romano de ochocientos metros sin cobijo alguno en el que resguardarse. Por eso decidieron quedarse en la iglesia y hacer el encuentro en el interior. Se abarrotó el templo de fieles. Emocionados mucho por ver el trabajo de los costaleros en estático.
La segunda en la agenda del miércoles era la procesión del encuentro de los castillos.
A las nueves menos cuarto tenían previsto sacar a Nuestro Padre Jesús Nazareno y a Nuestra Señora del Mayor Dolor. Pero a esa hora llovía en Mérida y hacía frío. La hermandad decidió esperar por si se abría algún claro. Tienen la hermandades de la ciudad una hora y cuarto de prórroga sobre la hora oficial de salida para tomar una decisión definitiva: o salir si ha dejado de llover o suspender definitivamente ante la persistencia de la borrasca.
Los castillos esperaron. Durante el aguardo había cierta esperanza en la carpa de que finalmente habría penitencia, pero pocos minutos antes de las diez de la noche la junta de gobierno anunció que la lluvia no daba tregua al Nazareno ni al Mayor Dolor. Hoy intentarán sacar a Los Remedios.
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