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No sabemos lo que tenemos
Jato, la fiesta de la identidad. Un fin de semana descubriendo la provincia de Cáceres
Fiestas populares que nacen espontáneamente y se convierten en cita inexcusable... Cuando Dionisio de la Huerta bajó el Sella desde Arriondas en piragua con unos ... colegas, nadie imaginaba que aquello se convertiría en una de las macrofiestas del verano. Lo mismo sucedió en Buñol cuando alguien empezó a tirar tomates.
No hay pueblo o ciudad en España que no intente inventarse una fiesta para 'colocarse en el mapa', pero muy pocos lo consiguen y las razones son inexplicables. Uno de esos raros casos en los que algo que comienza con aires de ocurrencia y acaba movilizando no ya a una ciudad, sino a toda una provincia, es Jato, cuyo subtítulo oficial y serio es: 'Encuentro de oportunidades en el Medio Rural de la Provincia de Cáceres', pero que, en realidad, se ha convertido en la gran fiesta de la provincia.
Jato, que nació en 2022, el año pasado se inició tímidamente un viernes, pero que el sábado por la tarde ya se había convertido en una fiesta de la identidad, ha estallado este año en una locura de reafirmación provincial espectacular, multitudinaria y emocionante. Jato nació sin saber bien de qué iba, pero en la segunda edición ya es un símbolo identitario, una fiesta emocional, un fin de semana de orgullo patriótico de la provincia cacereña. Acostumbrados a los complejos, la resignación y la falta de orgullo, han bastado dos 'jatos' para conseguir, gracias al asombro y el conocimiento, un orgullo de provincia formidable e imparable. Vas al Jato con escepticismo y vuelves incrédulo y emocionado: «¡Madre mía, pero si vivimos en una provincia llena de signos identitarios, diferencia y riqueza cultural!».
Con media docena de los actos del Jato, una región se monta un nacionalismo Ikea de tres pares de narices. Los proyectos de identidad nacional, regional, provincial o local se construyen apoyándose en estas emociones: fiestas, símbolos, músicas, folclore, costumbres, tradiciones, mitos… Pues de todo eso está lleno el Jato.
Menos mal que por aquí no funciona lo del nacionalismo, pero la media docena de partidos cacereñistas habrán disfrutado de lindo. Si con unos pimientos de Espelette y una barretina, vascos y catalanes se montan un nacionalismo romántico, imagínense qué se podría montar en Cáceres con las 66 actividades del Jato, a cada cual más original, única e identitaria. Pero somos sensatos, racionales, lo justo de idealistas y tan incrédulos como escépticos. Aquí, un 'procés' nos suena a barrabasada, pero un Jato nos parece una maravilla.
Recordemos en qué ha consistido esta segunda edición del Jato de la provincia de Cáceres, organizado por la Diputación Provincial durante el pasado fin de semana. Los números apabullan y quienes han disfrutado del encuentro reconocen que no daban abasto para disfrutar de tantas actividades.
El caso es que entre las 10.30 horas del viernes y las 14.00 horas del domingo, se han celebrado en Cáceres 3 foros, 3 mercados, 18 talleres, 3 showcookings con 21 ingredientes netamente cacereños, 4 sesiones de juegos, 4 catas de productos con DO, 26 pasacalles, 3 recreaciones de fiestas, 1 correcalles y la apoteosis: un gran desfile de la provincia de Cáceres. Aunque lo llamativo era detenerse en los inesperados talleres: arqueología vettona, rotura de pucheros, tesoro de Aliseda, ídolos prehistóricos, bolillos de Acebo o sallas de Valverde del Fresno.
Y qué decir de pasacalles que han sido todo un descubrimiento: la Zambra Verata, la Mata de Carcaboso, la Pica de Torremocha, la Vaca Lela de Plasenzuela y la Romera de Garrovillas, la orden de Caballería de Alcántara y muchos más. No sabemos lo que tenemos, ¿verdad? Pues gracias al Jato, empezamos a saberlo.
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