La región ya supera los mil trasplantes de riñón desde el primero realizado en 1990
El SES realiza unos 60 trasplantes renales al año y desde 2007 también de hígado en un momento en que aún es necesario promover las donaciones
Emilia Méndez, 57 años y de Zafra, fue la primera persona trasplantada en Extremadura. Abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos a los dos días un ... 5 de octubre de 1990. Que subiera a planta dio lugar a una rueda de prensa. Habló el intensivista Vicente Jerez y el urólogo Simón Asuar, que informó de que su paciente había orinado ocho litros en las primeras 18 horas, lo que confirmaba el éxito de una intervención pionera. Había comenzado una nueva etapa en la sanidad extremeña.
El Infanta Cristina realizó dos nuevos trasplantes de riñón solo cuatro días después. Los receptores fueron una emeritense de 24 años y un pastor de Castuera de 39 que fue requerido por una pareja de la Guardia Civil que se presentó en su domicilio de madrugada para que fuera de urgencia a Badajoz. Los órganos eran de un joven de 19 años que tuvo un accidente de tráfico un día antes y los receptores le dieron las gracias públicamente a la familia del donante.
Hoy en Extremadura esto no es noticia, es una rutina. Ha cambiado el protocolo y existe una ley de protección de datos. En la actualidad se hacen en torno a noventa trasplantes de órganos al año. Primero fueron los renales, desde octubre de 1990; y desde 2007 también de hígado, de los que ya van casi 300, ahora unos 30 anuales. En 2019 se consiguió hacer al fin un trasplante de un donante vivo, de un padre a su hija. En cuanto a tejidos, son posibles dentro del Sistema Extremeño de Salud los de córnea, médula ósea o válvulas cardíacas, pero nada como hacer valer esta técnica en la que algo que funciona en un cuerpo ayuda a vivir a otro, como celebrar los mil trasplantes de riñón.
Esta cifra simbólica fue este lunes excusa para recordar unas técnicas que en sus inicios provocaban tanta ilusión como «miedo escénico», tal y como reconoció el doctor Gabriel Collado, jefe de cirugía vascular en el entonces Hospital Infanta Cristina de Badajoz. Él y sus colegas Juan José Cubero (Nefrología), Emilio Doblaré (Inmunología), Simón Asuar (Urología), José Antonio Juliá (Medicina Intensiva) junto al gerente de área, Dámaso Villa, han recordado el contexto de una época que supuso un punto de inflexión en la medicina extremeña. Guillermo Fernández Vara, presente ayer en la inauguración, era entonces el médico forense al que le tocó colaborar desde ese ámbito. Hasta ese momento, los pacientes cacereños eran atendidos en Madrid y los pacenses en Sevilla.
Hace ya 32 años no es que hubiera menos formación y recursos técnicos en la región, es que los pioneros que dieron el paso se encontraban además con la resistencia de muchas familias para que sus familiares recién fallecidos donaran los órganos . «No había cultura de la donación», reseñó ayer el doctor Rafael Matesanz, fundador de la Organización Nacional de Trasplantes, una referencia que orientó a aquellos médicos extremeños, comunidad de la que el experto destacó «el gran soporte institucional» que siempre recibió para esta tarea.
Reconocer la muerte encefálica
El doctor Luis López es hoy el coordinador autonómico de Trasplantes. Ayer contó que el rechazo a donar se daba en el 80% de los casos, pero hoy es al contrario. «Las familias decían que su familiar no era para experimentar, lo cual daba mucha rabia a los coordinadores, por eso reconocer la muerte encefálica, y no la del corazón, fue un punto y aparte. La comunidad científica lo entendía, pero la sociedad no». En varios momentos del acto salió el nombre de Julia del Viejo, enfermera fallecida en 2011 que como coordinadora regional contribuyó decisivamente a extender la cultura del trasplante que ha dejado a Extremadura como referencia en España, ya que, como explicó ayer Dámaso Vila, hace tres décadas también hubo enfrentar un «atavismo religioso en los ciudadanos que salvamos gracias a la Iglesia, que se pronunció y explicó que donar generaba unos beneficios enormes para la sociedad».
También han cambiado otras cosas. Contaba ayer el intensivista José Antonio Juliá que la mayoría de órganos procedían en aquella época de accidentes de tráfico. «El enfermo fallecía en la UCI y luego tocaba convencer a la familia de que donara. Comenzaba un proceso nuevo, la atmósfera se revertía y empezaba una historia nueva (...) fueron fundamentales la comisión y la organización de trasplantes con su transversalidad para romper la verticalidad de los servicios clínicos».
Según el coordinador regional de trasplantes, el doctor Luis López, a procedían de accidentes de tráfico, el 40%, pero hoy gracias las leyes de seguridad vial no llegan al 4%. Hoy día la mayoría son por pacientes fallecidos debido a accidentes cerebrovasculares: ictus, embolia o hemorragia cerebral. También sobre un 30% son fallecidos por parada cardíaca.
Además de datos sobre la evolución de los trasplantes en la región, los testimonios y agradecimientos se fueron sucediendo en el salón Guadiana del Hospital Universitario de Badajoz en esta jornada conmemorativa de los 1.000 trasplantes renales en Extremadura, cifra que en realidad se alcanzó en 2019, pero el acto se fue aplazando por la pandemia, cuando inevitablemente bajaron las donaciones. En la actualidad la cifra es de 1.162, pero como hacía falta recordar la importancia de este tipo de operaciones para reactivar la solidaridad de los donantes se celebró ayer.
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