La Raya del champú barato
Historias del contrabando ·
Repaso de productos que cruzaban y cruzan la fronteraSecciones
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Historias del contrabando ·
Repaso de productos que cruzaban y cruzan la fronteraSi ven ustedes a un señor calvo en un supermercado comprando diez botes de champú, no se sorprendan ni piensen que está pirado, seguramente se ... trate de un padre portugués que compra champú para su familia. Si Chega, Vox y compañeros ultranacionalistas y antieuropeos arrasaran electoralmente, podría acabarse la Unión Europea, volveríamos a las fronteras de antaño, renacería el contrabando y por el arroyo Abrilongo en La Codosera o por la frontera seca de Campomayor cruzarían macuteros cargados de botes de champú, garrafas de aceite y algún queso.
La época del estraperlo y el matute sigue siendo legendaria. A lo largo de la frontera, se suceden las conmemoraciones y caminatas por la Ruta del Contrabando de cada pueblo fronterizo. En los periódicos, abundan los reportajes sobre el tema y lo último que he descubierto es que en la ciudad de Braga había una Bolsa do Café, una especie de parqué bursátil donde se hacían negocios con el grano oscuro, se invertía y se decidía si los cargamentos llegados de Brasil se destinaban a Campomayor o a Chaves.
Desde luego, ninguna historia cafetera más apasionante que la de la familia Nabeiro: empezó un muchachino en una nave con sus tíos y hoy son un emporio resumido en un mecánico cacereño de Delta que arreglaba el otro día la cafetera de El Rincón de Julio mientras, por teléfono, cerraba sus visitas a Mallorca, Girona, Lleida, Madrid, Barcelona, Valencia… Para regular cafeteras servidas por la familia Nabeiro.
Las historias del contrabando se suceden a lo largo de la Raya. Esos camiones de Fundador que llegaban a Valencia de Alcántara, entre 10 y 12 al mes, para descargar un brandy que los portugueses se llevaban por cajas. Los cientos de pares de botas katiuskas que vendían en los bazares valencianos a los clientes del otro lado. Y enfrente, las mantelerías, las vajillas inglesas, los juegos de café de Macao con esa chinita en la base de la taza que aún entusiasma al nieto cuando visita a su abuela.
Si en 2025 el champú es un producto de venta segura, en 1975 la estrella de la moda rayana eran los pantalones Lois. Y en su defecto, las máquinas de coser para que las madres portuguesas dieran forma a sus diseños. Había otros productos que, dependiendo de la zona de la frontera, provocaban furor en Portugal. En Fuentes de Oñoro, una tendera estrenaba cada año un coche que le regalaban los dueños de los caramelos Viuda de Solano, tantas eran las ventas a portugueses del rico caramelo de toffe en aquel comercio español y fronterizo.
También en Fuentes de Oñoro había una carnicero millonario porque traía vagones de ferrocarril cargados de pies de cerdo coreanos que vendía a los portugueses para que prepararan uno de sus platos tradicionales: pezinhos de coentrada o pies de cerdo con cilantro. Y qué decir de la farmacia salmantina y fronteriza que se hizo de oro no vendiendo analgésicos ni antibióticos, sino Ceregumil, un jarabe con más de cien años de historia que aún se comercializa y, aseguran, contiene productos naturales «que ayudan a gestionar la energía y a la disminución del cansancio y la fatiga».
Aunque si se trata de jarabes, el paraíso de las farmacias estaba en el Couto Mixto o la «Andorra Gallega», un enclave de Ourense donde, hasta 1899, había doble nacionalidad, estaba permitido el contrabando por un 'camiño de privilexio' y había una calle llena de boticas donde se vendían a buen precio medicamentos que en Braga y Ourense eran muy caros. Fueron tiempos duros que el contrabando ayudó a sobrellevar. Ahora es todo más fácil, basta cruzar la frontera, comprar un bote de champú y tan contentos.
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