El picón, la alternativa a una factura de la luz disparada
En un pueblo como Alconchel hay cuatro piconeros y la mayoría de casas usa este combustible natural
Asegura Óscar Díaz, alcalde de la localidad pacense de Alconchel (1.700 habitantes), que siete de cada diez hogares de su pueblo se calientan estos ... días con picón, tradición que les permite vivir ajenos al precio de la electricidad y el gas cuando llega lo más severo del invierno. La casa de Julia Caminero y Eusebio Barriga es una de ellas, confirman levantando su falda camilla antes de citar nombres de vecinas cercanas que también usan picón en sus salones.
Aun sabiendo de sus riesgos, Julia solo ve ventajas a esta manera de calentarse. «En nuestras casas se usaba el picón desde que éramos chicos, así que nosotros también. Hubo una temporada que empezamos a usar el brasero eléctrico, pero no era lo mismo y hace unos diez años volvimos al de picón porque es el que mejor nos calienta la casa, es un calor más acogedor. Mi marido no aguanta el de butano», relata Julia, de 81 años. Se puede decir que no es solo una cuestión de confort térmico sino que a su esposo Eusebio, de 82 años, además le entretiene organizar su brasero de picón.
Explica esa gestión invernal mostrando la badila con la que ella remueve el picón cada vez que se levanta del sillón y nombrando la lambrera, jaula con forma de campana que protege un combustible cuya materia prima es la encina, concretamente la retama, los troncos más finos que los carboneros no aprovechan para carbón.
«Está todo el día puesto y ventilamos cuando llegamos, pero el brasero de noche no lo dejamos aquí sino en una habitación del patio que es un baño», señala ella. Eusebio, que lo enciende, explica que al día siguiente aún suele quedar algo de brasa. «Sobre eso echo el picón nuevo y se enciende otra vez, y si no tira le echo alcohol de quemar, soplo y ya va. En cinco minutos lo tengo listo, lo coloco en el salón y ahí se queda desde por la mañana mientras yo me siento con la tablet».
Episodio de intoxicación
Los dos saben que estos braseros tienen sus riesgos cuando por una mala combustión liberan monóxido de carbono que se come el oxígeno, por lo que conviene que las estancias estén ventiladas.
Eusebio vivió hace dos inviernos un episodio crítico que casi acaba en tragedia. Esta semana lo rememoraba su mujer: «Cuando nos vamos a andar lo dejamos en el cuarto del patio. Al volver él se metió ahí a ducharse. Yo ya siempre abro y cierro esa puerta para que se vaya el monóxido de carbono, pero ese día teníamos a un nieto en casa que estaba malino y no se abrió la puerta. Estaba duchándose y veía que él tardaba. Le daba a la puerta y no me contestaba, hasta que entré y lo vi sentado en el servicio como si estuviera dormido. Dicen que es la muerte más dulce que hay, así que salí a la calle y grité para avisar a las vecinas y pedir ayuda. Al final acabó ingresado con oxígeno», relata la mujer
Un saco de picón, cuando entra el frío de verdad y más se consume, no llega al mes. Antes costaba unos 3 euros, ahora entre 4 y 5 euros, precio que ha subido en los últimos años porque cada vez hay menos piconeros.
Máximo Berjano, también vecino de Alconchel, es uno de ellos. «He hecho muchos trabajos y picón desde que tenía 14 años y ahora tengo 75. Antes había mucha demanda y una fábrica que nos cogía todo el picón. Ya no pide picón tanta gente, pero es que tampoco hay tanta tarama en las fincas con esta moda de podar las encinas, así que el picón es más malo. Se hace con una candela y echando poco a poco agua para que no se queme y dándole vueltas con una pala hasta que se apaga. Esto se hace de noviembre a abril. Yo antes sacaba 300 sacos cada año durante los fines de semana. Todo se vendía»
Su mujer, Francisca Rey, explica que ella echa el picón a su brasero a mediodía y les dura hasta el mediodía siguiente. «A mí me gusta porque lo usaban mis padres y estoy acostumbrada. No quiero otra cosa. Viene gente a casa y me dicen ¡tienes calefacción! y les digo, sí de picón. Aquí no hay problema porque las casas de los pueblos tienen mucha ventilación. A mí lo que me da miedo es el gas».
«En invierno hacemos un bando para que no echen restos del brasero en los contenedores porque se queman»
Óscar Díaz
Alcalde de Alconchel
Por unos y otros testimonios, esta manera de calentarse hace muy felices a los vecinos de Alconchel, pero al alcalde a veces le da quebraderos de cabeza. «Aquí hay muchísimos que usan brasero de picón, casi el 80% incluso teniendo otras maneras de calentarse en sus casas, pero es que incluso siendo el picón más caro sigue resultando más barato. Lo que ocurre es que antes todas las casas tenían la esterquera, que es donde en el corral conservaban los restos del brasero para usarlo luego como abono de la tierra. Pero esto ha cambiado y ya no se siembra en esos corrales, así que esos restos los tiran en los contenedores de basura orgánica y como son de plástico pues se queman, por eso cada invierno hacemos un llamamiento con un bando para que no echen los restos encendidos y no se quemen los contenedores».
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