El pendiente de La Chunga

La Chunga se llamaba en realidad Micaela Flores Amaya. Sus padres eran unos gitanos andaluces que emigraron a Marsella durante la Guerra Civil. Allí nació en 1938 La Chunga. Tenía un año cuando sus padres, acabada la guerra, volvieron a España y se asentaron en Barcelona. Era una niña de seis años y ya bailaba en Ca la Rosita, una bodega del Paralelo muy conocida por las fiestas gitanas. Allí la descubrió el pintor Francisco Rebés, que encauzó su vida artística y la presentó en el cabaret El Emporium, convirtiéndose en inspiración, musa y referencia de un nutrido grupo de intelectuales catalanes.

Además de bailar, empezó a pintar unos cuadros naif e ingenuos que gustaron a Picasso y la llevaron a exponer en galerías de París, Nueva York, Madrid y varias ciudades españolas, europeas y americanas. Formó parte del elenco de Pastora Imperio y, por recomendación de Ava Gardner, intervino en varias películas en Hollywood. Sullivan, un gran empresario del espectáculo, la presentó en Las Vegas, donde triunfó. Después, alcanzó gran éxito en Nueva York, en Méjico… en toda América. Su bailar descalzo hizo época y animó los primeros programas en color de la televisión norteamericana.

En realidad, había empezado a bailar con los pies desnudos porque no tenía dinero para zapatos y así siguió bailando, convirtiendo esa particularidad y la gracilidad espontánea de su danza en atributos de su arte personal. La Chunga fue musa de pintores como Dalí, Picasso y Miró y de escritores como Rafael Alberti, Blas de Otero, León Felipe, Caballero Bonald o Camilo José Cela.

Regresó a España tras una gira triunfal americana y Europea con éxitos clamorosos en Maxim's de París y en el Liceo de Barcelona. Preparó su espectáculo 'Chunga Carrusel' para el circo Price de Madrid, pero antes, firmó una gira para actuar en varias ciudades españolas, entre ellas, Badajoz. Y aquí aparece Extremadura en su biografía. Era el año 1960 y La Chunga viajaba de Cáceres a Badajoz por la infame carretera que unía ambas capitales y, ¡ay!, las sigue uniendo. Era una calzada estrecha, sinuosa, con curvas terribles y tres puentes peligrosos sobre los ríos Salor y Ayuela y sobre el arroyo La Pizarrilla.

La Chunga tenía 22 años cuando su Mercedes sorteó sin problema las curvas en ángulo recto de los dos primeros puentes, pero en la curva de salida del arroyo La Pizarrilla, el Mercedes derrapó y se salió de la carretera. No hubo víctimas mortales, pero la bailaora quedó magullada y perdió un soberbio pendiente. Aquel puente de un solo ojo, situado en medio de la dehesa, se llenó de extremeños armados con detectores de metales buscando El Tesoro de La Chunga, que nadie encontró, que se sepa, y acabó convirtiéndose en un mito tan reluciente y escondido como el oro de Atahualpa, El Dorado o el tesoro del capitán Kidd.

El puente de la Chunga queda hoy al lado del nuevo trazado de la EX-100, en el kilómetro 25. No es fácil descubrirlo y han levantado un montículo para que nadie pueda acceder a él con el coche por ser peligroso. En ese puente, la bailaora perdió su pendiente, pero conservó su vida y su arte. 65 años después, La Chunga ha fallecido al no superar un cáncer de pulmón que le diagnosticaron en 2011. Tenía 87 años. Descanse en paz. Nos deja su baile, su pintura, su inspiración y su tesoro en la carretera de Cáceres a Badajoz.