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Acercarse al parque fotovoltaico Extremadura, con tres plantas de 125 megavatios, no es lo que parece. Desde la vereda Corona, en Almendralejo, se ven placas ... solares, una subestación eléctrica y un vallado de seguridad. A unos seis kilómetros del casco urbano almendralejense, esta es la primera impresión. Lo habitual en una infraestructura para producir energía limpia, en este caso de la multinacional Acciona. Pero dentro del recinto, en una suave colina, aparece una sorpresa. El yacimiento arqueológico Cortijo Lobato. De 4.900 años de antigüedad según se ha fechado por la prueba del carbono 14. Único en Extremadura. Singular en España.
En la región, hasta ahora, no se había localizado ni excavado ninguna fortificación de este tipo. En la Península tan solo existe una similar, el Fortín 1 de los Milares, en Almería, pero el yacimiento extremeño alberga un recinto que duplica al almeriense y además aparece más fortificado.
Cortijo Lobato es una joya apenas excavada –solo se llevan nueve meses de trabajos en profundidad– entre paneles solares que ha empezado a mostrar sus secretos enterrados durante siglos.
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Celestino J. Vinagre
Se suponía que en esta zona del valle del arroyo Harnina, afluente del río Guadajira, donde se encuentra la mayor concentración de yacimientos prehistóricos de la Península, algo iba a aparecer pero no se intuía su relevancia.
En esta zona de Tierra de Barros hay 24 recintos de fosos documentados, 6 de ellos en el área de las fotovoltaicas de Acciona. La mayoría se conocen tan solo por fotografías aéreas, prospecciones superficiales o no invasivas (usando el georradar) y no se han realizado excavaciones arqueológicas en ellas. Hasta que se ha trabajado en Cortijo Lobato.
«Cuando se proyectó poner una planta fotovoltaica en este entorno se preveía que algo iba a haber pero nunca de esta magnitud. Tanto que vamos a continuar con la excavación durante varios años», resume a HOY César Marcos Pérez, director de la excavación. Es de la empresa emeritense Tera.
«Ha sido una grata sorpresa a pesar de que haya supuesto que debamos replantear un poco las plantas. Es un valor añadido para nosotros», agrega Juan José García, responsable de proyectos fotovoltaicos de la multinacional energética en la comunidad extremeña.
El complejo solar Extremadura suministra energía renovable equivalente al consumo anual de más de sesenta y cinco mil familias. Resalta Acciona que las zonas necesitadas de protección arqueológica dentro de la planta se fueron multiplicando a medida que avanzaba la construcción hasta alcanzar las treinta y cinco hectáreas.
«Conservar ese patrimonio ha sido una prioridad desde el primer momento. Hemos contratado una empresa de arqueología y trabajado estrechamente con la Junta para que los márgenes del yacimiento no se vieran comprometidos», añade Mikel Ortiz de Latierro, director de Medio Ambiente, Social y Calidad de la empresa energética.
Entre el patrimonio cultural rescatado hay placas de telar, restos de platos, puntas de flechas de sílex, cinceles y hachas de piedra. También elementos ornamentales y religiosos confeccionados en pizarra, restos de huesos de animales y hasta un legionario romano y su puñal hallado en el exterior de ese recinto fortificado y que supone abarcar también la época del Imperio romano.
Son miles, remacha Pérez, los fragmentos encontrados en Cortijo Lobato, que también ha sacado a la luz piezas cerámicas bien conservadas para ser tan antiguas y encontrarse en un terreno agrícola hasta hace poco. Se conservan en un inmueble de Mérida hasta que se culmine la excavación y se documenten.
Y a todo eso se le suma la singular estructura de fortificación, que es visible a pesar de sus casi 5.000 años de existencia.
«Hay que decir que prácticamente no hay excavaciones arqueológicas. En Extremadura se conocen bastantes pero casi ninguno excavados. Lo singular de Cortijo Lobato es que es una fortificación que está diseñada desde el primero momento para serlo», relata el arqueólogo.
Calcula Pérez que esta fortificación enclavada en un cerro situado a 313 metros de altitud que dominaba parte de una vasta llanura tuvo una vida de tres o cuatro siglos.
«No es un poblado con cabañas que se amplía y se fortifica. Este yacimiento muestra que en un grupo de población que está en este entorno decide construir una atalaya en lo alto de un cerro para protegerse y para controlar el territorio. Tiene una explicación social que en esta época todavía no se conocía», subraya al equipo de HOY desplazado a esta zona, en el término de Almendralejo pero bastante próxima a Solana de los Barros y Arroyo de San Serván.
Un yacimiento, recalca, que empieza a deslumbrar por su singularidad. «El trabajo de investigación sobre esa época está siendo extraordinario porque este yacimiento lo es», refrenda entusiasmado.
Cortijo Lobato es el conjunto de los restos de un recinto con tres murallas concéntricas y cuatro fosos excavados en la roca que corresponden a una fortificación del Calcolítico. Es lo que se conoce como un recinto de fosos.
En su momento de máximo esplendor, los muros de la fortaleza sumaban un total de quinientos cincuenta metros de longitud y estaban jalonados por veinticinco torres. Además, sus fosos superaban los dos metros de profundidad. Cifras considerables que demuestran un afán defensivo. ¿Por qué?
Dicen los expertos que la Península Ibérica se había ido convirtiendo en un fértil granero de forma incipiente para los pobladores del Neolítico y luego ya plenamente consolidada para los romanos, pero a finales del tercer milenio antes de Cristo una grave sequía limitó drásticamente la producción agrícola.
Tanto que se hizo necesario levantar grandes fortificaciones para la protección de los cultivos de trigo y cebada, de legumbres como las lentejas, y posiblemente del olivo y la vid.
«Mira, aquí se puede ver los restos de uno de los muros de las tres murallas, que debían tener 77 metros de diámetro. Y allí la cabaña, la especie de choza donde vivían los defensores del recinto. Y más allá están las fosas concéntricas», señala César Pérez. Un área en el que el trabajo de peones no se detiene ni en pleno mes de diciembre.
Algunas zonas se han cubierto con lonas para que su exposición a la climatología en estas fechas no les afecte. Son las próximas a las tres murallas detectadas, de forma concéntrica. Las tres funcionaron al mismo tiempo y están realizadas con muros de adobe o barro amasado. Tendrían una altura de cuatro o cinco metros.
Por su parte se detectan cuatro fosos concéntricos por delante de las murallas. Su longitud total también es considerable al alcanzar los 1,3 kilómetros.
«Nos queda todavía trabajo por hacer. Bastante trabajo. La ilusión es máxima. Cortijo Lobato es todavía una caja de sorpresas», finaliza el director de la excavación en un yacimiento fechado en la Edad de Cobre que ha emergido en el siglo XXI gracias a la construcción de una planta solar fotovoltaica.
CORTIJO LOBATO Y SUS HALLAZGOS
Tipo: Poblado fortificado. Formado por 3 murallas (550 metros), y 4 fosos concéntricos (1,3 kilómetros). Defendidas por 25 bastiones o torres
Dimensiones: Ocupa 1,3 hectáreas. La superficie amurallada es de 4.800 metros cuadrados
Enterramiento romano: Posiblemente de un legionario, del siglo II-III d. C. Con un puñal.
44 puntas de flecha.
Ídolos de placa y placas de barro decoradas con motivos geométricos incisos.
Una punta de flecha de cobre.
Herramientas pulimentadas: Hachas, mazas, azuelas, cinceles
Útiles relacionados con la molturación y la cocina: Molinos, molederas, machacadores; lascas y cuchillos de sílex.
Placas de telar, pesas y tensores.
Cerámica: Platos, fuentes de borde engrosado, cuencos, soportes, ollas de borde reforzado y simple y vasos de almacén
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