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Un modo de acercar el arte al mundo rural

Un modo de acercar el arte al mundo rural

Amparo Moroño Díaz | Gestora cultural de la Mancomunidad Valle del Jerte

JOSÉ M. MARTÍN

Lunes, 27 de abril 2020, 08:12

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Ahora está en el otro lado. Sus primeros años de trayectoria profesional los pasó ligada a museos de arte contemporáneo, primero al Macba (de Barcelona) y luego al Musac (de León). Pero a su vuelta a Extremadura, hace ya casi una década, Amparo Moroño (Plasencia, 1979) entendió que en la región era muy difícil entrar a formar parte de la plantilla de un gran espacio expositivo y enfocó su carrera hacia la gestión cultural.

El ámbito laboral es el mismo. «El punto en el que se cruzan el arte y la educación», explica. Solo que antes coordinaba los proyectos para acercar los museos a la ciudadanía y ahora los diseña para llevar el arte y la cultura a los territorios.

ALGUNOS DATOS

  • Académicos Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca, realizó el doctorado en la Universidad de Barcelona.

  • Profesionales Ya en su etapa de estudiante trabajaba como guía turística para extranjeros. Al acabar su formación pasó por los departamentos de educación del Macba y del Musac e impartió docencia en Formación del Profesorado antes de ejercer como gestora cultural en el Valle del Jerte.

  • Familiares Reside en Plasencia y tiene una hija de cuatro años que se llama Jara.

  • Aficiones Amante del entorno natural, en estos días echa de menos las salidas al campo en furgoneta o las rutas a pie, pero también las escapadas a otras ciudades para disfrutar de museos y exposiciones.

En concreto lo hace en el Valle del Jerte, comarca del norte de Cáceres en la que trabaja como gestora cultural. «Esta siendo una experiencia preciosa», afirma esta licenciada en Historia del Arte, que es la responsable de la política cultural de la mancomunidad de municipios. «Ha sido un regalo poder trabajar con la gente de los pueblos en proyectos tan bonitos basados en la escucha de lo que ocurre en ellos», añade.

«La cultura es una herramienta de desarrollo personal y colectivo de primer orden que sirve para llegar a otros temas»

Entre las iniciativas más recientes que ha desarrollado destacan 'Mujeres del Valle en el Museo del Prado', que ha tenido que suspender algunas de las visitas que iban a realizar a Madrid con motivo del coronavirus; un seminario sobre arte y paisaje, en el que han trabajado sobre el peculiar terreno abancalado del Valle del Jerte; unos paseos comentados por los pueblos en los que se ha hablado de la cultura local y en los que se aprovecha para charlar con los vecinos, y, para los más pequeños, se desarrolló una actividad centrada en los paisajes sonoros. «El ámbito de trabajo es tan grande y tiene tantas posibilidades que si entras con un poco de ganas y motivación pueden salir cosas muy bonitas», indica Moroño, que está satisfecha por cómo responde la gente.

En estos programas, además de acercar el arte y la cultura a las zonas rurales, la intención de Moroño que el arte sirva como herramienta para tratar otros temas, como el papel de la mujer en el ámbito agrario. «Lo utilizamos para que los territorios sigan creciendo a través del desarrollo comunitario», entiende esta historiadora del arte.

Su trayectoria ha estado muy vinculada al arte contemporáneo. Aunque pudiera parecer lo contrario, Moroño ve que tiene muchas más posibilidades de llegar a las personas. «Está creado en el presente, con lo cual conecta con inquietudes, pensamientos que están relacionadas con un contexto social y político que compartimos», señala, para añadir que «los códigos culturales que desprenden Las Meninas, por ejemplo, no son los que tenemos en el contexto social actual».

Relacionados con el arte contemporáneo Extremadura tiene tres espacios de gran importancia a nivel nacional e internacional: Meiac, en Badajoz, Helga de Alvear, en Cáceres, y Vostell, en Malpartida de Cáceres. «Tenemos colecciones de mucha calidad», reconoce.

Recursos

Sí echa en falta que la mayor parte de los museos extremeños cuenten con equipos estables de educación que sirvan para establecer lazos entre los intereses de los extremeños y lo que aportan esas obras de arte. Por este motivo, ella encontró cierta dificultad a la hora de retomar su vida profesional al regresar a Plasencia en el año 2011. «Aquí no puedes entregar tu currículo en un museo», resume.

Eso hizo que apostara por diseñar proyectos de manera independiente, y lo continúa haciendo. Y es que la labor de acercar el arte al mundo rural no la hace solo a través de la Mancomunidad. También forma parte de dos colectivos artísticos y culturales: Colectiva Errante e Imago Bubo. El primero de ellos se enfoca en la mediación cultural, pero el segundo está centrado en el medio rural. «Tenemos un proyecto de residencias artísticas en Serrejón (localidad de Cáceres de menos de 500 habitantes) en el que artistas acuden a trabajar en proyectos con la gente del pueblo».

Igualmente, demanda mayores recursos públicos para la cultura. «Es un problema y la figura del gestor cultural suele ser un puesto frágil», dice. A pesar de ello, considera que es posible poner en marcha proyectos con pocos recursos. «A veces no contamos con que las personas estamos dispuestas a pagar por actividades de calidad», puntualiza. Eso es lo que sucede en algunos proyectos de la mancomunidad, como las visitas al Museo del Prado, en los que son los usuarios quienes se costean los desplazamientos y otros gastos.

Desde mediados de marzo trabaja desde casa. Se han paralizado muchas actividades. De cara al futuro, le preocupa que, con la situación actual, la cultura pase a un último plano, cuando «estamos viendo que es una herramienta de desarrollo personal y colectivo de primer orden». En la misma línea, asegura que le cuesta prever el futuro en su profesión «que está basada en el trabajo con la gente y en el contacto».

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