«En el incendio de Zamora vivimos momentos duros»
«Ha sido una experiencia marcante», recuerda uno de los 17 extremeños que ayudaron a apagar el mayor fuego en España desde que hay registros
El peor incendio forestal que ha sufrido España desde que hay registros fundió a negro más de 30.000 hectáreas en la provincia de Zamora, ... y a Jorge Rubio, 35 años, agente del Medio Natural de la Junta de Extremadura, le ha dejado un recuerdo que no olvidará nunca. «Viví una experiencia que me ha marcado», reconoce el joven, a quien le tocó ir al histórico fuego porque coincidió con sus días de guardia de incendios, algo que todos los agentes cumplen en época de riesgo alto.
«Me llamó el coordinador del Infoex (el plan autonómico de prevención y extinción de incendios forestales) y me informó de que iban a enviarme al incendio», recuerda el joven, que tiene su puesto en Vegas de Coria (en Las Hurdes, la comarca extremeña más cercana a Zamora).
«Cuando un agente del Medio Natural acude a un incendio forestal –explica Rubio–, puede ejercer como director de extinción hasta que llega un coordinador del dispositivo contra incendios forestales, y su función durante ese tiempo es dirigir el operativo, lo que incluye por ejemplo indicar a los equipos de bomberos por dónde pueden entrar y cómo deben actuar».
La labor de los agentes
Lo habitual es tener que desempeñar estas funciones en un paisaje incluido en la UTV (Unidad Técnica de Vigilancia) a la que el agente esté adscrito (el mapa regional está dividido en diez cuadrículas de este tipo). Es algo que puede ocurrir varias veces durante un verano cualquiera. Pero esta vez, a Jorge Rubio le tocó hacerlo no ya fuera de su UTV, sino en otra comunidad autónoma.
«Salimos de Extremadura el viernes, día 17, sobre el mediodía, y cuando llegamos a Sarracín de Aliste serían aproximadamente las tres y media de la tarde», recuerda el agente destinado en Las Hurdes. Le acompañaron en ese viaje los dos integrantes del camión de Vegas de Coria (el H44, en la nomenclatura que utiliza el Infoex para identificar sus recursos) y el H46 de Casares de Las Hurdes, que es un retén con cuatro componentes y un vehículo tipo pick-up. En total, siete personas, más el piloto y el mecánico del helicóptero con base en Hoyos (Sierra de Gata).
En Sarracín estaba el puesto de mando avanzado, es decir, el camión equipado para servir de oficina desde la que dirigir las tareas de extinción. En él se juntan técnicos y autoridades para seguir el avance del fuego e ir tomando decisiones. «Desde antes de llegar allí ya vimos que el incendio era de gran magnitud», recuerda Rubio. «Se veía desde lejos una columna de humo impresionante, claramente se notaba que era un incendio muy grande», cuenta el agente extremeño.
«Recuerdo la angustia de un chico porque iba a arder su nave. Al final no se quemó, y no paraba de darnos las gracias»
En el puesto de mando avanzado les facilitaron un mapa de la zona y les dieron las primeras instrucciones. «Nos pidieron que contactáramos con el jefe de sector, que nos ordenó dirigirnos a uno de los flancos activos, el situado entre Mahíde y Villardeciervos», detalla Rubio, que lleva algo menos de dos años como agente y no tenía demasiada experiencia en incendios forestales.
Lo vivido en Zamora, sin embargo, equivale casi un máster. «Ha sido difícil, porque hemos vivido momentos duros, ha sido una experiencia que me ha marcado», reconoce el agente del Medio Natural. Entre esas situaciones complicadas, recuerda dos concretas en las que tuvieron que darse la vuelta para evitar quedar atrapados entre las llamas.
«Tragamos mucho humo»
«Este tipo de situaciones son normales en incendios», desdramatiza Rubio, que deja claro que «en todas las actuaciones prima la seguridad, pero en cualquier incendio, y más aún en uno tan grande, se dan situaciones que no se pueden controlar y que te obligan a reaccionar con rapidez, como de hecho hicimos». «El apoyo del H44 y el H46 fueron impresionantes, dimos todo lo que teníamos dentro y algo más», apunta el joven, que durante los dos días que estuvo en Zamora se movió por distintos parajes amenazados por el fuego.
«En Mahide, el incendio nos cortó el paso y tuvimos que dar la vuelta para buscar una vía alternativa –relata–. Había muchísimo viento, y eso dificulta enormemente la extinción. Llegamos a Villadeciervos, y allí nuestra función fue salvar casas, porque ya había algunas ardiendo». Sobre las once y media de la noche, se retiraron. Y a la mañana siguiente, en torno al mediodía ya estaban de nuevo frente al fuego.
«El sábado nos mandaron a Otero de Bodas, donde el incendio estaba intratable, con un frente de llamas grandísimo. Se hicieron contrafuegos (quemar una zona para que al llegar a ella, el fuego no encuentre combustible), pero hacía tanto aire que no fueron lo efectivos que podían haber sido, y el incendio acabó llegando al pueblo. Ahí estuvimos junto a un equipo de la UME (Unidad Militar de Emergencias) y una cuadrilla de Sahechores de Rueda (León) sofocando las llamas para no quemaran casas. Ahí tragamos humo como nunca».
En su recuerdo quedan también las horas pasadas junto a un retén de Santander, intentando que el fuego no entrara en Olleros de Tera, o los momentos de trabajar a destajo en Calzadilla de Tera y Pumarejo de Tera. «Recuerdo especialmente a un chico que estaba desesperado porque se le iba a quemar una nave. Le ayudamos y luego no paraba de darnos las gracias».
Sobre las diez de la noche, los extremeños se retiraron, y al día siguiente, domingo, se volvieron a Las Hurdes. Les sustituyó un equipo de ocho personas, para completar un total de 17 profesionales que Extremadura envió a Zamora para echar una mano en el peor incendio ocurrido en España en cuanto a superficie quemada. Un desastre colectivo lleno de historias personales. Una de ellas, la de Jorge Rubio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión