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Marta Mariño voló por primera vez a Pekín en 2006 y allí perfeccionó su formación universitaria. Jorge rey
Extremadura en Femenino

Una extremeña con el corazón en China

Marta Mariño Cisa es traductora de chino mandarín

Lunes, 20 de junio 2022, 07:16

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Se empeñó en trabajar de lo que le gustaba y lo ha conseguido. Hay pocas profesionales con su perfil, cada vez más demandado, y hoy en día se puede decir que es de las pocas personas que cuando entra en un bazar o un restaurante chino puede hablar de tú a tú con el encargado.

Marta Mariño Cisa (Cáceres, 1984) casi llegó por casualidad a ser traductora de chino mandarín. Estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada, donde eligió inglés como primer idioma extranjero. «La secretaria me sugirió que también me apuntara a chino porque el profesor era muy simpático y se aprobaba con facilidad, así que cambié el alemán por el chino». Cuando acabó sus estudios universitarios les dijeron que para completar su formación debían ir a China. «Era lógico porque yo apenas podía hablar aún el idioma y además casi no lo entendía», reconoce. Pidió una beca, pero no se la dieron, así que voló a Pekín por su cuenta en 2006. Fue con una amiga de Badajoz y el plan era pasar un semestre en una universidad. «Yo no había salido nunca de Europa y lo primero que me impactó fue el cielo, había como una luz diferente, supongo que sería contaminación, pero entonces no se hablaba de eso», recuerda.

En la actualidad teletrabaja desde Cáceres para una empresa de videojuegos

Y se instaló en el campus con la sensación de que no podría comunicarse en mucho tiempo pues en China apenas se habla inglés. «Mis compañeros eran la mayoría coreanos y notaba que yo no progresaba. Pasaba cuatro horas al día estudiando los caracteres y si llegué un 4 de septiembre fue a finales de octubre cuando durante un debate en clase algo me hizo 'clic' y de repente me sentí más fluida y entendiendo todo después de cuatro años de carrera y dos meses allí».

Quería traducir cómics

Al final se quedó tres años en Pekín para mejorar su idioma y lo siguiente fue empezar a trabajar en 2010 en el pabellón de España de la Expo de Shanghái, donde vivió un año. «En 2011 volví a España y encontré trabajo en Valencia en una empresa que hacía plásticos y tenía una fábrica en Suzhou, una ciudad a 90 kilómetros de Shanghái de unos ocho millones de habitantes. Como quería volver a China convencí a mi empresa para que me mandaran a la fábrica y fue en Suzhou, donde me quedé tres años, donde conocí a Chenhao, que hoy es mi marido», relata esta cacereña cuyo sueño era en realidad traducir cómics, pero esa oportunidad no acababa de surgir.

Algunos datos

  • Personales Nació en Cáceres en 1984. Estudió en el colegio de las Carmelitas y luego en el instituto Hernández Pacheco de Cáceres. Después se graduó en la Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada en inglés y chino mandarín. Está casada con Chenhao, de China. Tienen un hijo.

  • Profesionales Tras completar su formación en universidades de Pekín trabajó en el pabellón de la Expo en Shangay y posteriormente en una empresa de plásticos valenciana y en dos empresas de videojuegos como traductora/localizadora, que es donde ejerce ahora teletrabajando desde Cáceres.

Finalmente, en 2014 la contrató una empresa para traducir videojuegos. Estuvo seis años hasta que esa marca entró en declive, pero hace dos años la ficharon para otra empresa más potente. «Lo que hago es localizar sus videojuegos en español, que es algo más que traducir pues también hay que adecuar cada juego». Hasta que regresó a España a mediados de 2021. Eso quiere decir que pasó en China la pandemia.

«Todo empezó en Wuhan, pero en Suzhou, donde vivía, no hubo orden de confinamiento, solo se recomendó quedarse en casa y la gente se lo tomó muy a pecho, así que solo salíamos una vez a la semana para hacer la compra al súper. Luego fue todo bien porque lo atajaron de raíz, pero en esta segunda ola en la que han cerrado Shanghái no me ha pillado. Aunque quisiera ir no podría porque es casi imposible, te exigen un montón de papeles, los vuelos ahora son carísimos y hasta hace poco eran cuarenta días de cuarentena», describe esta extremeña que se casó primero en China y luego en Cáceres para que pudieran venir sus amigos de toda la vida.

Añora la comida asiática

Sobre regresar al gigante asiático, de momento no se lo plantean, aunque tienen que zanjar asuntos, pues aún tienen allí la casa, el coche y se vinieron solo con ropa de verano. Tienen un hijo de cuatro años que nació en China, pero es que su marido, que se dedica al sector de los seguros, dice sentirse muy cómodo en Cáceres. «Él prefiere quedarse aquí, cree que se vive mejor porque allí se trabaja demasiado. Le gusta más la forma que tenemos de disfrutar de la vida y además siempre dice que hay muy poca gente, ¡incluso en el último Womad!», bromea esta cacereña que añora de China, sobre todo, la variedad de comidas, como la tailandesa, la japonesa o la coreana.

Inevitable no abordar los mitos que corren sobre un país que Marta Mariño conoce tan bien. Por un lado, explica que allí se hablan decenas de idiomas considerados dialectos, aunque predomina el mandarín que ella maneja, el cual el Gobierno pretende que sea el mayoritario. En cuanto al acceso al exterior por Internet, es cierto que muchos medios están bloqueados (la del hoy.es se puede leer, dice), pero hay trucos que usan los extranjeros para navegar con más libertad. Por otro lado, confirma que prácticamente todos los chinos que tienen restaurante o bazar en España proceden de la misma ciudad. Y en cualquier caso, la comida china de aquí poco tiene que ver con la de allí salvo cuando usan la plancha, que sí es muy habitual.

Como anécdota, reconoce que en más de un tatuaje de letras chinas que estuvieron tan de moda hace años los caracteres o están al revés o no dicen correctamente lo que pretendía quien los lleva.

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