¿Es cierto que los 50 de ahora son los 30 de antes? Esa es la impresión que tenemos la mayor parte de las que rondamos esa edad, que hemos sonreído estos días con el meme que circula por los whatsapp de los grupos de amigas. En él se ilustra a una mujer de 50 años en 1985 con una fotografía de Margaret Thacher, que ejerció como primera ministra del Reino Unido de 1979 a 1990, en la que aparece con el típico peinado cardado de aquella época y vestida como una abuela (eso es una pequeña 'trampilla' porque en 1985 la 'dama de hierro' tenía 60 años). Y al lado una mujer de 50 años en 2020, con una fotografía de una muy sexy Jennifer López en la Super Bowl bailando pole dance en una barra como una veinteañera.
'Cómo hemos cambiado...', que cantaban Presuntos Implicados a principios de los 90. Es así. Tanto la mentalidad como la forma de vivir y vestir de las que nacimos a finales de los 60 ha evolucionado muchísimo en apenas unas décadas. Somos mucho más independientes de lo que fueron nuestras madres, tenemos energía de sobra para afrontar lo que la vida nos depare, luchamos por conseguir lo que nos merecemos y no nos resignamos a nada. Nos sentimos jóvenes. Estamos ahí, no nos hemos vuelto invisibles.
Las 'cincuentañeras' le damos la razón a Mafalda, que decía que «llegar a los 50 tiene sus ventajas y desventajas. No ves las letras de cerca, pero ves a los idiotas de lejos'. Y como también reflexionaba la observadora niña-adulta salida del lápiz del genial Quino «no sé si mi vida está cambiando o será la edad, pero cada vez son más las cosas que me importan una mierda». Debe ser que los años, además de arrugas, aportan algo de sabiduría.
Somos la generación del 'baby boom', que en nuestra madurez nos identificamos con una de las cuatro mujeres independientes, divertidas y desinhibidas que protagonizaban 'Sexo en Nueva York', aunque no fuéramos ni tan atractivas ni tan delgadas como ellas ni pudiéramos permitirnos calzar unos 'manolos'. En lo que sí nos parecemos las mujeres de 50 a Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte es en que tomamos nuestras propias decisiones, afrontamos lo que nos pasa con sentido del humor y tenemos amigas cerca que nos escuchan y nos apoyan. Lo veo a la hora de las cañas o los cafés en Badajoz, donde abundan grupos de mujeres que comparten risas y confidencias, las mismas 'cincuentañeras' que no se pierden día en el gimnasio y se mueven con tanta agilidad como las que tienen 20 años menos. Son mujeres que no se quedan en casa, porque no necesitan ir acompañadas por sus maridos o parejas como antes. Ni siquiera las adictivas series de Netflix o HBO les quitan las ganas de salir un rato a divertirse y relajarse con sus amigas.
Y acabaremos como las protagonistas de 'Las chicas de oro', que pasan de los '...taitantos' pero se sienten vivas y contentas charlando con las amigas mientras dan buena cuenta de una 'terapéutica' tarta de queso en la cocina. Aunque es posible que no seamos tan ingenuas como Rose, ni le daremos tanta marcha al cuerpo como la descocada Blanche, pero probablemente seguiremos siendo de armas tomar como la inteligente Dorothy, dotada de una garra reforzada con los años. Y seguro que somos tan divertidas como Sophia, procurando afrontar lo que nos reste de vida con una sonrisa.
Chicas, coged el bolso que vamos a salir.