«Las empresas familiares representan el 85% del PIB extremeño»

Son, por tanto, la inmensa mayoría de las cerca de 66.400 empresas que había registradas en el CNAE a finales del año pasado. Eso les confiere una gran responsabilidad en la creación de riqueza y empleo. «Las empresas familiares representan el 85% del PIB regional», garantiza Miguel Ángel Leal, presidente de la AEEF, la asociación extremeña de la empresa familiar. En términos de empleo ese porcentaje incluso aumenta y llega hasta el 90%, si únicamente se tiene en cuenta al sector privado.

No resulta difícil de creer, entonces, la afirmación que hace Leal sobre que las empresas familiares son un fiel reflejo de la economía de Extremadura.

Un volumen tan elevado de empresas familiares supone que las haya de todos los sectores de actividad y de todo tipo de tamaño. «Las hay desde pequeñitas, alguna de las cuales es ya centenaria y otras creadas hace relativamente poco, a otras medianas y bastante grandes», indica el presidente de la asociación.

Por supuesto, las pequeñas son las más habituales. No puede ser de otra manera. El 96,5% del total de empresas que hay en Extremadura tienen menos de diez trabajadores, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística). Si se cierra el foco hasta las que no tienen empleados o solo cuentan con uno o dos se comprueba que suponen el 83,4% del total de las registradas en el CNAE. Son unos porcentajes muy similares a los que hay en el conjunto de España: el 95,7% para las de menos de diez trabajadores y el 83,15% para las de uno, dos o ninguno.

La amplia variedad no impide que las empresas familiares, independientemente de su sector y tamaño, tengan puntos en común. Leal destaca su mirada hacia el largo plazo. «Más que empresas son proyectos de vida, por eso son más resilientes y los empresarios tienen una mayor capacidad de trabajo, porque tienen una vinculación emocional», resume.

Pero más allá de las características también comparten retos. El traspaso de una generación a otra es uno de ellos, quizá el momento más delicado al que se enfrentan. «En nuestro caso todavía estamos en ese proceso», reconoce Leal, que añade que iniciaron el proceso formal en 2013. «Fácil no es y hay que dialogar mucho para poner de acuerdo a muchas personas; nosotros, por ejemplo, somos cuatro hermanos y cada uno tenemos un punto de vista, por eso hay que tener muy estructurado el proceso para que las desavenencias no perjudiquen el proyecto común».

Este será uno de los temas que se tratarán en la segunda edición del congreso de la empresa familiar –que está programado para el miércoles en Badajoz– pero también se hablará de la necesidad de una mayor profesionalización de los empresarios para enfrentarse a la incertidumbre del escenario económico mundial. «Venimos de una pandemia que ha alterado las cadenas de suministro; hay una guerra que no sabemos por dónde va a salir, y la inflación nos afecta», detalla Leal como otros retos comunes, en este caso a todas las empresas. «No hay un mapa de futuro, pero tener información es muy importante para tratar de tomar las mejores decisiones», apostilla.

Por ello, el presidente de la AEEF cree que es el momento de marcar objetivos y tomar decisiones pensando en plazos más cortos, pero sin dejar de avanzar. «Esa economía más predecible que teníamos hace algunos años va a tardar tiempo en volver», pronostica.