Los efectos del fuego: ceniza en el agua y bosques que tardarán décadas en regenerarse
El biólogo Gerardo Moreno vive en la zona del Jerte y teme que, además de castaños y robles, se hayan perdido especies valiosas como tejos y abedules
Los efectos del incendio de Jarilla (Cáceres) van a perdurar décadas, incluso siglos en algunos aspectos. «Aparte de flora y fauna hay otros valores ambientales, ... como el paisajístico, y también el suelo, que al final es el que peor parado suele salir y va a tardar mucho en recuperarse. Cualquier pérdida de vegetación se recupera en plazos relativamente breves, pero la calidad del suelo se pierde por centenares de años. Y luego está el agua, que recibirá toxinas de las cenizas. En los cauces más escarpados se puede superar en un invierno porque es solo lavado, pero en las zonas más bajas de los ríos se depositan los sedimentos, que acabarán en el fondo de los pantanos durante años».
Este es el primer análisis que hace el catedrático de Ciencias del Suelo Gerardo Moreno, que imparte clases en la Universidad de Extremadura (UEx) a los futuros ingenieros forestales que luego gestionan los montes.
En su opinión, recién controlado el megaincendio de Jarilla que ha afectado a dos de las zonas más turísticas de la comunidad, los valles del Ambroz y el Jerte, «no es tanto planteares cuándo volveremos a ver la sierra verde sino si realmente los ecosistemas pierden madurez o calidad, algo que a lo mejor se tarda siglos en recuperar», afirma a este diario.
Moreno vive en Plasencia y es de Navaconcejo (valle del Jerte). En una primera aproximación a la zona quemada ha observado que la configuración de esos bosques va a cambiar, ya que habrá árboles más bajos y arbustos más altos, lo que dificultará su penetración, entre otros efectos.
«En un incendio de esta magnitud lo visible es la vegetación quemada. Son muchas especies, pero hay una parte importante de especies de arbustos bastante adaptadas a los incendios que en 5 o 6 años tendrán una cobertura aceptable y se volverán a ver verdes porque los arbustos, como los brezos o los piornos, tienen capacidad para regenerar de raiz. En cambio, la vegetación arbolada depende del grado de afectación. Un roble o castaño si la afectación es somera y solo las hojas se han muerto en 4 o 5 años están similares. Pero si el fuego es de alta intensidad como este entonces hablamos de décadas para recuperar esa arboleda».
El experto, que es biólogo de formación, habla además de la modificación de la estructura de los bosques a partir de un fuego como este del norte de Cáceres. «Un bosque más o menos dominado por el arbolado, por el que pudieras pasear –analiza el profesor Moreno–, al rebrotar antes los arbustos su estructura lo deja peor configurado, no solo para un siguiente fuego sino para pasear, recoger setas, cazar o cualquier uso del territorio al ser más arbustivo», ilustra Moreno.
En este sentido, también es consciente de que esta transformación dejará a medio plazo entre los árboles lo que estos días se está denominando 'maleza' o 'combustible vegetal'. Él entiende que ese sotobosque es parte del ecosistema, pero tiene sus riesgos. «Que los bosques tengan más arbusto, no es malo en sí, pero ante un incendio es una bomba. No todo lo bueno desde el punto de vista natural es ideal para que un fuego se apague. En este caso seguro que se ha quemado más superficie arbustiva que arbolada, pero por mucho que nos guste la vegetación, desde un punto de vista territorial no podemos permitirnos el lujo de tener tanta o tan continua, hay que trabajar en el paisaje de cara a los incendios», razona Gerardo Moreno, que pertenece al Departamento de Biología vegetal, Ecología y Ciencias de la Tierra de la UEx.
Un incendio que rompe patrones
Las 17.300 hectáreas afectadas en el incendio de Jarilla están en su mayoría en dos laderas, la umbría del Valle del Ambroz y la solana del Valle del Jerte. En toda esa superficie abundan árboles autóctonos como robles y castaños, pero Moreno apunta además a otras especies arbóreas muy valiosas como el tejo y el abedul, escasas y amenazadas en la zona. «No sé cuántos habrán sido alcanzados por el fuego, pero en la zona hay núcleos de mucho valor, como el abedular de Gargantilla en el Puerto de Honduras, que estaba en expansión con ejemplares de siglos porque los incendios de antes eran de baja intensidad y esos árboles resistían, pero quizás ahora no», señala.
Gerardo Moreno sabe que este incendio que ha tardado once días en ser controlado se ha saltado muchos patrones. Observa, por último, «que aquí no hay pinos ni eucaliptos sino flora autóctona y se ha quemado, en parte porque el grado de humedad era muy bajo debido al calor y porque no es lo mismo un robledal que debajo no tiene nada que tener arbustos. Por otro lado, la zona tampoco está tan abandonada porque son zonas muy ganaderas, como Cabezallosa, Jarilla, o Gargantilla y su entorno también ha ardido», analiza este experto.
Sobre la fauna: «ha habido una masacre al no haber escapatoria»
En cuanto a la fauna, el catedrático de Ciencias del Suelo, Gerardo Moreno, opina que entre las víctimas más visibles del fuego de Jarilla se encuentran las aves, muchas de las cuales tienen en este área su paso previo a las rocas del macizo central. En cuanto a mamíferos, cita especies abundantes en la zona como ciervos y corzos, así como jabalíes, tejones o garduñas, entre otras especies. Incluso se han llegado a ver gatos monteses en la zona de El Torno, asegura.
«En fuegos más normales tienen capacidad de escapar, pero en este no sé cuántas especies han podido morir, ha debido de haber una pequeña masacre al no haber vía de escapatoria», lamenta Moreno.
En cuanto a las especies más frágiles el profesor de la UEx opina que serán afectadas por el impacto en las masas de agua, que viene en cadena, con ecosistemas cada vez más pobres. «Esta erosión se canaliza a través de los cauces de agua, que ahora llevan sedimentos como la ceniza y sus toxinas, una suciedad que detrás tiene una química que afecta a las especies».
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