La débil huella extremeña en Catar
No hay apenas relación comercial, solo el futbolista Félix Carballo y profesionales esporádicos son la única conexión con el país árabe que organiza desde el día 20 el Mundial de Fútbol
Hay un país en Oriente Medio, Catar, cuyo nombre va a escucharse cada vez más en las próximas semanas y a diario desde el 20 ... de noviembre, cuando comience allí el mundial de Fútbol, el primero que se celebra fuera del verano. Se trata de una península cuatro veces más pequeña que Extremadura rodeada por aguas del Golfo Pérsico, tiene 2,6 millones habitantes y Doha es su capital. Su vinculación con Extremadura es anecdótica, pero existe. El último contacto oficial se produjo el 3 agosto de 2017, cuando el embajador de Catar en España, Mohammed Al Kuwari, se sentó en Mérida con el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Hablaron de estrechar lazos en economía, cultura y deporte, pero sin concretar colaboraciones tras una reunión de tono diplomático.
Precisamente el deporte es lo que ha llevado a más de un extremeño a esta zona del mundo, sobre todo gente vinculada a los caballos. No obstante, en el primer caso el destino de jinetes, criadores y domadores extremeños suelen ser Emiratos Árabes, Abu Dabi o Dubai. «Allí son aficionados al mundo de los raids, carreras de resistencia ecuestre, en el caso de Catar gustan más los hipódromos, y este mundo en Extremadura no existe», explica un aficionado a la hípica que conoce este deporte en la península arábiga.
El fútbol ha sido la otra vía de conexión de este país árabe con Occidente, sobre todo desde que se supo que Catar organizaría el Mundial de 2022. Por ello, este deporte ha sido impulsado en todas sus categorías. Guardiola jugó allí en su última etapa como jugador y el fichaje reciente más sonado fue el de Xavi Hernández, ahora entrenador del F.C. Barcelona. Por debajo de él hay infinidad de españoles en cuerpos técnicos de categorías inferiores. Félix Carballo, oliventino, es uno de ellos. El exdefensa del Extremadura C. F. se instaló en Catar en 2014 con 45 años gracias a que sabía idiomas tras frustrarse la operación que su representante había concretado para él en Kuwait. Se puso al frente de la academia de fútbol del club catarí Al Alhi (el mismo de Guardiola), y describe su experiencia como «maravillosa».
No le suena que haya habido más extremeños como él. Según explica desde Valencia, donde reside ahora, «Catar tiene 18 clubes de fútbol, cuando llegué éramos el número 12 y al regresar por culpa de la pandemia éramos los terceros. Debido al Mundial ha pasado por aquí gente muy puntera de las academias de los mejores clubes del mundo, así que he aprendido muchísmo, además de tener la suerte de vivir una gran experiencia», indicó el viernes pasado a HOY.
Mercado halal por aprovechar
Por otro lado, el pacense Tomás Guerrero decía en una entrevista el mes pasado que las empresas extremeñas tienen una gran oportunidad en el mercado halal, que es el apto para ser consumido por la comunidad islámica, por ejemplo el cordero sacrificado según sus ritos. Guerrero es director de una oficina del Gobierno de Dubai dedicada a facilitar la exportación a los países musulmanes. Sin embargo, en la Confederación Regional Empresarial de Extremadura (Creex) no constan proyectos en Catar ni misiones comerciales específicas a este país.
Aunque muy débil, la única conexión que existe de la región es a través de Avante, grupo de empresas públicas de la Junta de Extremadura que presta servicios a las empresas extremeñas. Avante tiene once oficinas en el extranjero, la última inaugurada por Guilermo Fernández Vara en febrero de este año en Emiratos Árabes Unidos. A día de hoy, según Avante, se han realizado tres misiones comerciales a Oriente Medio en las que han participado empresas de sectores de ingeniería, consultoría, energías renovables y agroalimentario. Esa oficina tiene la sede en Dubai y atendería negocios con Catar, pero aún no han tenido actividad con este país, confirman desde Avante.
«Hay un gran contraste social»
Un extremeño que sí conoce bien Catar es Pedro Callejo Plá, arquitecto de 35 años. Es de Badajoz y estuvo trabajando en este país árabe dos años y cuatro meses entre 2014 y 2016. «Terminé la carrera, no había trabajo y un amigo me dijo que buscaban arquitectos en Catar. Fui a la empresa de recursos humanos y me dijeron que empezaba en una semana sin saber dónde estaba el país, pero me saqué el pasaporte y me contrató una empresa española que estaba renovando un hotel de la cadena Sheraton en Doha. Terminamos a los ocho meses y busqué otro trabajo porque pagaban bien y había muchas obras relacionadas con el Mundial de fútbol».
Según cuenta, el verano es duro, por eso se hace mucha vida interior en los hoteles y en el caso de los cinco estrellas estos sí venden alcohol que consumen los occidentales pues el islam lo prohíbe. Para Callejo, la integración con los cataríes es mínima. «Hay mucha gente de otros países trabajando, pero la relación con los locales es mínima. Indios, pakistaníes y filipinos se dedican a trabajos poco cualificados, mientras que los occidentales suelen vivir en urbanizaciones privadas. Se trata de un país con un gran contraste social», relata este extremeño. En cuanto a las mujeres, su novia viajó con él y estuvo varios meses residiendo y trabajando e Qatar. «A las europeas las tratan muy bien, creo que porque en realidad no saben cómo tratarlas. Ella vestía normal, pero las mujeres cataríes van tapadísimas y luego hacen vida propia en sus fiestas», describe.
«Yo regresé hace ya unos años –concluye– pero me consta que el mundial tiene el país revolucionado. Tanto por el fútbol como por los eventos deportivos en general».
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